miércoles, 29 de septiembre de 2010

El kamasutra, colección del Santos de JIS y Trino

Cerremos el mes partio con uno de mis libros favoritos. Lo atesoro tanto que lo tengo en el cajón de mi escritorio en la oficina.

El Santos era una historieta de los años 80, que se editó en Guadalajara primero, y después en el periódico “La Jornada”, periódico de corte izquierdozo, radicaloide y contestatario. El Santos es un trabajo conjunto de dos autores, JIS (José Ignacio Solórzano) y Trino (José Trinidad Camacho) que en conjunto dibujaban las más irreverentes y desopilantes historietas que mente alguna imaginó.




Y es que mientras Trino es cómico, cachondo, picante y malhablado, JIS es psicodélico, surrealista y absurdo, así que entre los dos “parieron” una historieta sin igual en el mundo del cómic mexicano de los años 80... según ellos, lo que querían era escandalizar, incidir en la sociedad mexicana bienpensante y combatir la doble moral. Yo creo que se divertían juntos y por eso dibujaban.



Uno de ellos comenzaba la tira y el otro la terminaba. El Santos aparenta ser un luchador (de lucha libre), antihéroe vulgar, barriobajero y egoísta, que se mete en toda clase de absurdos y sinsentidos. En realidad es una burla de cualquier aspecto de la sociedad que se les ocurriera a los creadores.




Cuando la serie terminó, casi todo lo reunieron en nueve volúmenes que se editaron por Ediciones B. Según dicen los autores, se habían comprometido con la editorial a cerrar la colección con el décimo libro, pero como El Santos dejó de tener ese tono transgresor (los tiempos cambiaron) decidieron lanzarse a hacer algo más de corte “hardcore”, con el tema favorito del Santos: el sexo. Según los autores, el rayar en lo pornográfico tiene la importante función social de educar a México.



El Santos estuvo casado en un tiempo con una rubia de pelos parados y abundosas ubres llamada “La Tetona Mendoza”, en el libro, aparecen juntos en toda case de posturas acrobáticas, absurdas y cómicas, a todo color y en gran formato, mientras otros dibujos muestran aspectos sexuales importantes en un amasijo de tonterías e ideas fantasiosas (espero)




”Mi postura es básicamente prohibirles a mis hijos leer este libro para que después vayan y lo compren con sus amiguitos”
JIS
























Si lo consiguen, no se lo pueden perder.

¡COMPRENLO EN CHINGA LOCA QUE SE VA A AGOTAR!






Perversógrafo: Sexo al extremo del ridículo y el absurdo; Uts, cómprenlo y verán, por favorcito, no me hagan describir lo que una imagen muestra mejor.

Los dibujos corresponden al libro y son propiedad de sus autores.






El kamasutra del Santos JIS Y TRINO 2007, 1ª ed.
EDICIONES B ISBN: 9789707103122 64 pág.




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sábado, 25 de septiembre de 2010

Miscelánea los Tarascos de Alberto Vargas Iturbe

Alberto Vargas Iturbe es mejor conocido como El pornócrata mayor, ha escrito libros y ensayos, pero también ha escrito para revistas pornográficas. Algunos de sus libros están disponibles en internet, si entran a su blog, pueden ver las ligas y leer en línea. El libro a comentar tiene año de edición del 2006, pero está ambientado durante  la devaluación de los años 80.

Para mí, que conozco el hablar y la vida del barrio mexicano, no representa demasiado interés, pero creo que es un documento importante del hablar, el sentir y el vivir del barrio mexicano de clase baja, en una obra trasgresora y con altos contenidos de putas y borracheras. Si tuviera que comparar, lo que Bukowski representa para Los Angeles de principios de los años 80, Alberto lo hace (toda proporción guardada) para el Neza del cambio de siglo.

Como en cualquier obra pornográfica, el tema es simple: la inseguridad es tan alta y las distancias tan grandes en la ciudad de México que el tendero prefiere dormir en la tienda, junto con un joven de su mismo pueblo en Michoacán, quien hace labores de limpieza y varios a cambio de la comida y el hospedaje, mientras consigue un trabajo o se va a vivir "al otro lado" (Estados Unidos)

Allí, sus vidas trascurren entre borracheras, contratar putas para fornicar en la trastienda, ligarse a las vecinas y platicar de los típicos habitantes barriobajeros: el ladrón, el mariguano, el taxista, las novias de juventud, el pepenador de basura, el viejo que tiene la fortuna de tener un departamento propio, aunque ahora la suerte le sea adversa; y los sueños....los vívidos sueños llenos de color de un hombre que vive entre bloques grises, botellas vacías y latas de chiles en conserva.


Cuando le chupé debajo de la cintura, seguía imaginando que caminaba por hizacheras, que descansaba bajo las sombras de cirandas verdes y amarillas; respiraba en las huemberas con sus racimos de plátanos, montones de cicicuas, cantando entre la maleza; entre más chupaba ese monta, mas divagaba.
Me sentía campesino deambulando por las veredas de espinas voladoras, de sus vellos se derivaban las filosofías. Total, ella se orgasmaba y le salía miel como a las ciruelas maduras. Tomé un trago de cerveza, tomé una calma filosofal y, en ese enredo de pensamientos que se hacían nudo en mi cabeza, le dije a Yuri con voz calmada:
--Empínate porque te lo voy a meter por atrás, quiero tener tus glúteos pegados a mis huevos
Yuri, con los ojos bien abiertos, me contestó:
--Ponte crema para que no me lastimes
No tengo crema, está agotada, pero deja sacar un aceite de litro, boca ancha, con ese desliza bien.
Abrí la botella y me lo unté a lo largo del pito. Con el dedo grande le unté a Yuri en su punto; ya estaba a gatas, eran unas nalgas redondas, tostaditas.
Que se lo dejo ir, al tiempo que soltaba un pujido. Le palanqueaba con mucha calma. Ella lo apretaba de cabeza hacia atrás y de atrás a cabeza. Cuando lo tenía hasta el fondo, apretaba el esfinter. Disfruté varios minutos del placer que provocaba su ano; sentía que se le hacían grietas alrededor del hoyo, se lo saqué y aventó un pedo.
--Voy a lavármelo para que me lo chupes
Salí al retrete, me lavé muy bien con jabón Tepeyac. había algo de materia fecal. Quedó limpiecito...
--Ahora sí Yuri, tómalo por la boca y trabájalo como tú sabes.
Succionó fuerte, lento, con parsimonia; formas irregulares de mamar. Luego, por la zorra, se lo metía, se lo sacaba. Hizo varias poses de bailarina. A veces no se acomodaba, porque ya me había crecido un poco la panza, hasta que en un salto cabrío se lo enterré hasta la matriz y se derramó el esperma.


No es literatura culta, estamos hablando de pornografía con una historia costumbrista detrás.






Perversógrafo: Sexo vaginal, anal, oral, prostitución, tríos, exhibicionismo, voyeurismo, infidelidad, anticlericalismo velado.



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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Como agua para chocolate de Laura Esquivel

La comida puede influenciar en el estado de ánimo de una persona, cualquiera lo sabemos.

Ahora, éste libro va un poco más allá: el estado de ánimo de la cocinera puede influenciar el sabor de un platillo. El estado de ánimo de la cocinera puede influenciar a quien come un platillo, y puede ocasionarles enfermedad o ninfomanía. Cocinar y amar. Comer y fornicar. La cocina y la cama como los espacios a los que se restringía a la mujer. La cocina y la cama como los espacios en que una mujer se libera y rebela contra el mundo. Este es un libro interesante.

Laura Esquivel se dio a conocer en 1989 con el libro Como agua para chocolate (que en México se traduce tanto como "muy caliente" o "muy molesto") inmediatamente saltó a la fama, siendo traducida la novela a muchos idiomas, y posteriormente Alfonso Arau hace la película con un guión de la misma autora. Es una novela de realismo mágico, donde el deseo y el erotismo son el tema de fondo.
Escrito como un recetario de la tía abuela, cada capítulo nos muestra un platillo, pero como la buena cocina va unida a la buena plática, cada capítulo se desvía del tema y termina por contarnos una parte más de la vida de Tita de la Garza, una mujer que sufrió lo indecible por no tener a su lado al tibio hombre que fué el  amor de su vida.

Ambientada en el Norte de México (un lugar donde la mujer no es sumisa y se viven matriarcados) a principios del siglo XX, durante la revolución mexicana. Tita es la hija menor de la familia, por tradición familiar, le está destinado el futuro de hacerse cargo de su tiránica madre viuda, por lo que le está vetado el matrimonio, por lo tanto, según los estándares sociales, también le está vetado el amor.

Pedro pide la mano de Tita, pero se le niega y se le ofrece a cambio la mano de Rosaura, la hermana mayor (esta tradición sí existía, al contrario de la anterior) y Pedro acepta con la esperanza de permanecer junto a su amada. Rosaura representa a la mujer sexualmente reprimida, en su rol tradicional de sufrida y tiránica.

Tita, atrapada en la cocina familar en una función parecida a una criada, llora sobre la masa del pastel de bodas de su hermana, se supone que ese es un triste pastel, así que al final, todos terminan tristes, purgados y enfermos.

El tiempo pasa, Pedro le confiesa su amor a Tita y un día le regala unas rosas blancas. Ella las abraza con tanto gusto que las rosas se tiñen de rojo de la sangre enamorada de Tita. La madre, suspicaz, le ordena deshacerse del regalo, por lo que ella prepara un platillo especial para la cena de la familia: "Codornices con pétalos de rosa".

El plato resulta tan sensual para los comensales que algunos caen en un arrobo sexual, mientras la madre se enoja por la indecencia del plato. La hermana de Tita, Gertrudis, se excita tanto que corre a bañarse, el perfume de Gertudis invade todo el ambiente, cuando un soldado revolucionario la huele a la distancia,  corre a su encuentro con su caballo. El baño se incendia, y sale desnuda corriendo, para montarse en el capitán y salir huyendo. Pasa cuatro meses en un burdel antes de que su ardor sexual desaparezca.
Lo único que la animaba era la ilusión del refrescante baño que la esperaba, pero desgraciadamente no lo pudo disfrutar pues las gotas que caían de la regadera no alcanzaban a tocarle el cuerpo: se evaporaban antes de rozarla siquiera. El calor que despedía su cuerpo era tan intenso que las maderas empezaron a tronar y a arder. Ante el pánico de morir abrasada por las llamas salió corriendo del cuartucho, así como estaba, completamente desnuda. 
Para entonces el olor a rosas que su cuerpo despedía había llegado muy, muy lejos. Hasta las afueras del pueblo, en donde revolucionarios y federales libraban una cruel batalla. Entre ellos sobresalía por su valor el villista ese, el que había entrado una semana antes a Piedras Negras y se había cruzado con ella en la plaza. 
Una nube rosada llegó hasta él, lo envolvió y provocó que saliera a todo galope hacia el rancho de Mamá Elena. Juan, que así se llamaba el sujeto, abandonó el campo de batalla dejando atrás a un enemigo a medio morir, sin saber para qué. Una fuerza superior controlaba sus actos. Lo movía una poderosa necesidad de llegar lo más pronto posible al encuentro de algo desconocido en un lugar indefinido. No le fue difícil dar. Lo guiaba el olor del cuerpo de Gertrudis. Llegó justo a tiempo para descubrirla corriendo en medio del campo
Entonces supo para qué había llegado hasta allí. Esta mujer necesitaba imperiosamente que un hombre le apagara el fuego abrasador que nacía en sus entrañas. 
Un hombre igual de necesitado de amor que ella, un hombre como él. 
Gertrudis dejó de correr en cuanto lo vio venir hacia ella. Desnuda como estaba, con el pelo suelto cayéndole hasta la cintura e irradiando una luminosa energía, representaba lo que sería una síntesis entre una mujer angelical y una infernal. La delicadeza de su rostro y la perfección de su inmaculado y virginal cuerpo contrastaban con la pasión y la lujuria que le salía atropelladamente por los ojos y los poros. Estos elementos, aunados al deseo sexual que Juan por tanto tiempo había contenido por estar luchando en la sierra, hicieron que el encuentro entre ambos fuera espectacular. 
Él, sin dejar de galopar para no perder tiempo, se inclinó, la tomó de la cintura, la subió al caballo delante de él, pero acomodándola frente a frente y se la llevó. El caballo, aparentemente siguiendo también órdenes superiores, siguió galopando como si supiera perfectamente cuál era su destino final, a pesar de que Juan le había soltado las riendas para poder abrazar y besar apasionadamente a Gertrudis. El movimiento del caballo se confundía con el de sus cuerpos mientras realizaban su primera copulación a todo galope y con alto grado de dificultad.

Pedro y Rosaura tienen un hijo al que Tita cuida y cría con su propia leche, se supone que el niño era fruto del amor con Pedro. La madre comienza a sospechar de ellos y manda a Rosaura y a Pedro a vivir a Texas. Un mes después el niño muere de hambre.

Tita se vuelve loca de rabia, así que la mandan a vivir a casa del doctor John. Sólo recupera la cordura con un caldo que le cura el alma. En ésta epoca John se enamora de Tita, aunque nunca parece ser completamente correspondido. La pide en matrimonio y ella acepta.

La madre enferma, así que Tita vuelve a su casa para cuidarla. Toda comida preparada por Tita le sabía amarga, así que termina por morir, producto del envenenamiento con un vomitivo. Tita abre la castaña de su madre, y descubre que tuvo un amor secreto con un mulato, que su hermana Gertrudis es hija de ese adulterio y que su padre murió del corazón al saberse engañado. Tita llora de lástima al descubrir la historia del amor castrado.

Tita está por contraer matrimonio con John, cuando vuelve Pedro con Rosaura embarazada. Tita y Pedro comienzan a verse en el cuatro a oscuras. Un día nace Esperanza, la hija de Rosaura. Ella, por ser la hija menor, estaría destinada al mismo solitario futuro que Tita.

Tita se enoja tanto con su hermana, que la enferma inconscientemente al darle a comer sus guisos, porvocándole flatos y malos alientos. Tita rompe la relación con John al no saber si decidirse por Pedro o por él.

21 años después Esperanza se casa con el hijo de John. Tita, al fin a solas con Pedro, ahora viudo, prepara unos chiles en nogada con tanto amor, que todos terminan en un arrebato sexual, copulando por todo el rancho.

Pedro y Tita consuman su amor al fin, en el cuarto oscuro, como siempre. Pedro muere de la emoción y Tita queda tan sola y fría que se tapa con la colcha que había tejido durante tantos años, y que cubría todo el rancho. Come fósforos para calentarse hasta que su fuego interno no expresado enciende los fósforos y causa un incendio del que sólo sobrevive el recetario de cocina.

Esto es de lo mejor del erotismo mexicano y punto. Yo lo veo casi como un tributo a aquel cuento que abrió el erotismo a la literatura femenina en el México de los años 70: Lección de cocina, de Rosario Castellanos







Perversógrafo: sexo normalito, de buen gusto, infidelidad y deseo sexual al límite.



Como agua para chocolate
Esquivel, Laura
PLANETA
ISBN: 9706907483






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martes, 21 de septiembre de 2010

Semana del erotismo mexicano - Me sigo de largo

Bueno, cumplí la semana pero aún me faltan los mejores ejemplos, así que me sigo de largo y termino el mes con el erotismo mexicano.

¡Y que viva México, cabrones!


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domingo, 19 de septiembre de 2010

Kama Nostra de Rius

Dentro del mundo del cómic mexicano, existe la gran tradición de los “moneros”, regularmente se trata de dibujantes con ideas políticas (pseudo-comunistas) que se expresan a través del humor. Dentro de los moneros, Rius (Eduardo del Río) es un destacado grillo.



No voy a platicarles de su agnosticismo, su pro-cubanismo, su vegetarianismo ni su feroz anticlericalismo. Resulta que Rius tiene un libro de temática sexual. Yo considero que Kama Nostra es sucio, indecente y colorado, el autor manda sus condolencias y nos llama mojigatos a quienes pensamos así, pero también creo que es un libro de humor y nada más. El autor se mete de lleno al tema del sexo y no mete todas sus otras ideas en él.















































Rius tiene un par de libros más de temática sexual, pero en éste momento no recuerdo los títulos. Este divertido librito es sobre el erotismo, y algunas locuras del autor. Si lo consiguen, no lo dejen pasar




Perversógrafo: Sexo normalito, una que otra rareza típica de moneros




Kama nostra
RIUS (Eduardo del Rio)
GRIJALBO MONDADORI, S.A.
ISBN: 9700513610



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jueves, 16 de septiembre de 2010

El cuento erótico en México, recopilación de Enrique Jaramillo Levi

Encontré éste libro en una librería de viejo en un sótano del centro de mi ciudad. Me pareció tan extraño el título y tan conocida la lista de autores, que hubiera sido imperdonable no comprarlo.

Se trata de un libro del año de 1975, plena revolución sexual en México, así que uno se esperaría algo más loco. Este libro puede resumir la literatura erótica en México, un erotismo velado, culto que frecuentemente se queda en el deseo, abajo de la piel, que se queda vivo por falta de puntería. Mucho juego y pocos goles.

En México el cuento es casi una tradición, y no me hagan desviarme a la política porque pierdo gacho la cordura. Tenemos una colección de 50 autores, algunos de ellos nóveles en aquel entonces y hoy orgullosos pavorreales de las pasarelas políticas (les dije, no me dejen hablar) otros viejos consagrados en aquel entonces y hoy héroes nacionales.

Indice:
José Revueltas - Noche de epifanía
Edmundo Valadés - La cortapisa
Juan José Arreola - Epitalamio
Juan Rulfo - Talpa
Guadalupe Dueñas - Pasos en la escalera
Emilio Carballido - Las flores blancas
Sergio Fernández - Historia de una tentación
Sergio Galindo - Retrato de Anabella
Amparo Dávila - Arboles pertificados
Jorge Ibargüengoitia - La mujer que no
Inés Arredondo - Estío
Carlos Fuentes - Vieja Moralidad
Salvador Elizondo - El ángel azul
Uluame González de León - Mon dieu, carnap, queso y ciruelas
Julieta Campos - Celina o los gatos
Juan García Ponce - El gato
Sergio Pitol - En familia
Elena Poniatowska - La felicidad
Oscar Zorrilla - Aquella virgen loca, Jamás prudente
Fernando del Paso - El estudiante y la reina
Alberto Dallal - El aprendiz
Delfina Careaga - El exilio
Gerardo de la Torre - El vengador
René Avilés Fabila - Casa del silencio
Andrés González Pagés - Una caverna húmeda y verde
Roberto Páramo - Stardust
Agustín Monsreal - Amanda
Esther Seligson - Tampoco diré que llovía
Juan Tovar - Mediodía
Ulises Carrión - La francesa
Antonio Delgado - La muerte de la Osa Mayor
Riccardo Diazmuñoz - De las agujas y de cómo los colores y el bordado
Héctor Gally - Fiesta I: Gonzalo
José Antonio Aguilar - Visita nocturna
Jorge Arturo Ojeda - Flavio
Alejando Aura - Los baños de Celeste
Juan Ortuño Mora - Aniversario
José Agustín - Lluvia
Héctor Manjarrez - Johnny
Manuel Farrill Guzmán - Mariposa
Orlando Ortiz - La duda
Mario Enrique Figueroa - Ocaso
Agustín Cortés Gaviño - Infinito
Israel castellanos - La mujer esa
Xorge del Campo - El espejo
Humberto Guzmán - Ella
Angeles Mastretta - Tu silencio en pedazos
Oscar Mata - Conclusión
Jesús Luis Benítez - Y uno pregunta siempre
Emiliano González - Memorias de un caracol





EPITALAMIO
La amada y el amado dejaron la habitación hecha un asco, toda llena de residuos amorosos. Adornos y pétalos marchitos, restos de vino y esencias derramadas. Sobre el lecho revuelto, encima de la profunda alteración de las almohadas, como una nube de moscas flotan palabras más densas y cargadas que el áloe y el incienso. El aire está lleno de te adoro y de paloma mía. Mientras aseo y pongo en orden la alcoba, la brisa matinal orea con su lengua ligera pesadas masas de caramelo. Sin darme cuenta he puesto el pie sobre la rosa en botón que ella llevaba entre sus pechos. Doncella melindrosa, me parece que la oigo cómo pide mimos y caricias, desfalleciente de amor. Pero ya vendrán otros días en que se quedará sola en el nido, mientras su amado va a buscar la novedad de otros aleros. Lo conozco. Me asaltó no hace mucho en el bosque, y sin hacer frases ni rodeos me arrojó al suelo y me hizo suya. Como un leñador divertido que pasa cantando una canción obscena y siega de un tajo el tallo de la joven palmera.


No voy a mentir, no he terminado de leer el libro, pero es variado y de buen gusto. Jorge Ibargüengoitia es de lo más cómico y Juan Rulfo extraño, oscuro y algo siniestro. El libro es buenísimo.

Si lo encuentran sería un milagro, pero la mayor parte de los cuentos están publicados aquí y allá en el infernet, así que a hacer la tarea. También, gran parte de los cuentos, sobre todo los más antiguos, están en otras antologías y recopilaciones.

Nota: No voy a poner pilingas ni cochinitos, porque no sería correcto,  pero el libro es bueno, poco excitante en lo general, y con poca cochinada. Literatura pura.




El cuento erótico en México
Enrique Jaramillo Levi
1975Editorial Diana, México. (Antología)

martes, 14 de septiembre de 2010

El canto de las mujeres de Chalco de Aquiahuatzin de Ayapanco

Vamos hasta el principio de la nación:

Es 1464 DC, estamos a medio siglo del encuentro entre los dos mundos, España está en formación y el imperio azteca está en su apogeo. Moctezuma extiende el imperio Azteca por todos lados, Chalco Amecameca es conquistado por éste brutal pueblo.

El imperio Azteca no es fácil para empezar un artículo sobre erotismo, se trata de una brutal cultura con un obsceno gusto por la sangre. Las fotografías que acompañan éste artículo no son Aztecas, son Mayas y Colimas, porque no los quiero asquear con el arte Azteca.

Bueno, Moctezuma muere y lo sucede Axayácatl, la situación de los chalcas es mejor, pero siguen siendo un pueblo sometido.  Aquiauhatzin tiene una genial idea: ganarse la benevolencia y simpatías del gobernante mediante un regalo: el poema "Canto de primores, burlas y cosquilleos". Se trata de un poema erótico al estilo de Lisístrata: la idea central es que la guerra la hagan las mujeres chalcas y no sus hombres, y que el campo de batalla sea más suave, cálido y mullido, que al final las mujeres ganarán (Y el emperador también)


El canto gusta, y permanece gracias a los cronistas, principalmente Chimalpahin, cronista nahua.



EL CANTO DE LAS MUJERES GUERRERAS
Levantáos, levantáos, hermanitas mías,
vayamos, vayamos, buscaremos flores,
vayamos, vayamos, cortaremos flores.
Aquí se extienden, aquí se extienden
las flores del agua y del fuego, flores del escudo,
las que antojan a los hombres,
las que son placenteras:
flores de guerra.

Son flores hermosas,
¡con las flores que están sobre mi,
yo me adormo,
son mis flores, soy una de Chalco,
soy mujer!
Deseo y deseo las flores,
deseo y deseo los cantos,
estoy con anhelo, aquí donde hilamos,
en el sitio donde se va nuestra vida.

Yo entono su canto,
al señor, pequeño Axayácatl,
lo entretejo con flores,
con ellas lo circundo.
Como una pintura es su hermoso canto,
como flores olorosas que dan alegría,
mi corazón las estima en la tierra.

¿Qué significa todo esto?
Así estimo tu palabra,
compañero de lecho,tú pequeño Axayácatl.
Con flores lo entretejo,
con flores lo circundo,
lo que nos une levanto,
lo hago despertarse.
Así daré placer
a mi compañero en el lecho,
a ti pequeño Axayácatl.

Acompañante, acompañante pequeño,
tú señor Azayácatl.
Si en verdad eres hombre,
aquí tienes donde afanarte.
¿Acaso ya no seguirás, seguirás con fuerza?

Hazlo en mi vasito caliente,
consigue luego que mucho de veras se encienda.
Ven a unirte, ven a unirte:
es mi alegría,
Dame ya al pequeñín, déjalo ya colocarse.

Habremos de reir, nos alegraremos,
habrá deleite,
yo tendré gloria,
pero no,no, todavía no desflores,
compañerito, tú, señor, pequeño Axayácatl.

Yo, yo soy atrapada,
mi manita da vueltas,
ven ya, ven ya.
Quieres tocar mis pechos,
casi mi corazón.

Quiza tú mismo estropearás
lo que es mi riqueza.
la acabarás;
yo, con flores de ave de fuego,
para ti haré resonar mi vientre,
Aquí está: a ti hago ofrenda.

La preciosa flor de maíz tostado,
la del ave del cuello de hule,
la flor del cuervo, tu manto de flores,
están ya extendidos.
Sobre la estera preciosa tú yaces,
en casa que es cueva de plumas preciosas,
en la mansión de las pinturas.

Así en su casa me afijo,
tú, madre mía, quizás ya no puedo hilar.
Tal vez no puedo tejer, sólo en vano soy una niña.
Soy muchachita
de mi se dice que tengo varón.

Hay sufrimiento,
lugar de tristeza en la tierra.
Así tristemente cavilo,
deseo la maldad,
la deseperación ha venido a ser mía.
Me digo, ven niña,
aun cuando del todo he de morir.

Madre mía, yo sufro,
aquí tengo yo a mi hombre,
no puede ya hacer bailar el huso,
no puedo meter el palo del telar:
niñito mío,
de mi te burlas.
¿Qué me queda?
¡Lo haré!

¿Como se embaraza el escudo
en el interior de la llanura?
Yo me ofreceré, me ofreceré,
niñito mío, de mi te burlas.

Compañerito, niñito mío,
tú señor, pequeño Axayácatl,
vamos a estar juntos,
a mi lado acomódate,
haz hablar tu ser de hombre.
¿Acaso no conozco,
no tengo experiencia 
de tus enemigos, niñito mío?

Pero ahora abandónate a mi lado.
Aunque seamos mujeres,
tal vez nada logres como hombre.
Flores y canto
de la compañera de placer,
niñito mío.

Hombre y niño, mi señor, tú, gran señor,
tú pequeño Axayácatl;
todavía no empiezas
ya estás disgustado, compañero paqueño.
Ya me voy a mi casa,
niñito mío.
Tal vez tú aquí me has embrujado,
has pronunciado hermosas palabras.
Aquí hay ahora embriaguez,
tú embriagate ya.
¿Acaso hay alegría en nuestra casa?

¿Acaso tú me has comprado,
tú para ti me adquiriste, niñito mío?
¿Tal vez cambiarás mi placer, mi embriaguez?
Acaso desprecias, te has disgustado,
pequeño compañero, ya me voy a mi casa,
niñito mio.

Tú, amiga mía, tú mujer ofrendadora,
mira como permanece el canto,
en Cohuatepec, en Cuauhtenanpan,
sobre nosotros de extiende, luego pasa.
Tal vez mi ser de mujer hace locuras,
mi pequeño corazón se aflige.
¿Cómo habré de hacerlo,
a aquel que tengo por hombre,
aunque sean mías falda y camisa?
¡Los que son nuestros hombres,
son nuestra hechura!

Revuélveme como masa de maíz,
tú, señor pequeño Axayácatl,
yo a ti por completo me ofrezco,
soy yo, niñito mío, soy yo niñito mío.
Alegrate, que nuestro gusano se yerga.
¿Acaso no eres un águila, un ocelote,
tú no te nombras así, niñito mío?
¿Tal vez con tus enemigos de guerra no
harás travesuras?
Ya así, niñito mío, entregate al placer.

Nada es mi falda, nada mi camisa,
yo, mujercita, estoy aquí,
viene él a entregar su armonioso canto,
viene aquí a entregar la flor del escudo.
¿Acaso de algún modo somos dos,
yo mujer de Chalco, yo Ayocuan?
Quiero que haya mujeres como yo,
de allá de Acolhuacan,
quiero que haya mujeres como yo,
que sean tecpanecas.
¿Acaso de algún modo somos dos,
yo mujer de Chalco, yo Ayocuan?

Están avergonzados: yo me hago concubina.
Niñito mío,
¿Acaso no me lo haras
como se lo hiciste a la pobre Cuauhtlatohua
Poco a poco desatad la falda,
abrid las piernas, vosotros tlatelolcas,
los que lanzáis flechas,
mirad aquí a Chalco.
Que yo me atavíe con plumas,
madrecita mía,
que me pinte yo la cara,
¿como habrá de verme
mi compañero de placer?

Ante su rostro saldremos,
quizás habrá de irritarse
allá en huexotzinco Xayacamachan,
en tetzmolocan.
Yo mujer me unté las manos con ungüentos,
me acerco con mi falda de fruto espinoso.
Los veré a todos perecer.

Deseo en Xaltepetlapan a los huexotxincas,
al cautivo de Cuetlaxtan,
a los traviesos cuetlaxtecas,
los veré a todos perecer.
¿De qué modo se sabe?
Me llama el niño, el señor, el pequeño Axayácatl
quiere conmigo lograr su placer.
Por mi causa
a dos tendrás que cuidar
niñito mío.

Tal vez así lo quiere tu corazón,
así, poco a poco,
cansémonos.
Tal vez no de corazón, niñito mío,
entras a la que es placer,
a tu casa.
Tal vez así lo quiere tu corazón,
así, poco a poco, cansémonos.

¿De qué modo me lo haces, compañero de placer?
Hagámoslo así juntos,
¿acaso no eres hombre?
¿qué es lo que te confunde?
Mi corazón con flores circundas,
son tu palabra.
Te digo el lugar donde yo tejo,
el lugar donde hilo,
te hago recordar, compañero pequeño.
¿Qué es lo que te turba, corazón mío?

Soy vieja mujer de placer,
soy vuestra madre,
soy anciana abandonada,
soy vieja sin jugo,
es esto lo que yo hago, yo mujer de Chalco.
He venido a dar placer
a mi vulva florida,
mi boca pequeña.
Deseo al señor,
al pequeño Axayácatl.
Mira mi pintura florida,
mira mi pintura florida:
mis pechos.
¿Acaso caerá en vano
tu corazón,
pequeño Axayácatl?
He aquí tus manitas,
ya con tus manos tómame a mí.
Tengamos placer.
En tu estera de flores
en donde tu existes, compañero pequeño,
poco a poco entrégate al sueño,
queda tranquilo, niñito mío,
tú, señor Axayácatl.

Traductor y recopilador Miguel León-Portilla


Perversógrafo: seducción, deseo y sexo normalito. Alusión a la oralidad, pero probablemente sea un recurso literario.


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lunes, 13 de septiembre de 2010

Semana del erotismo mexicano

Esta semana iba a publicar otro de los clásicos franceses del siglo 18, pero creo que hay material suficiente para hacer una semana del erotismo mexicano en conmemoración de 200 años de vida independiente.

Y sé que no cumplimos 200 años de vida independiente,  nos faltan 11 años para eso, y que en todo caso celebramos el cumpleaños de Don Porfirio, pero los mexicanos celebramos cuando se nos hinchan los huevos, así que qué mejor que unos días para acordarnos que también en mi pobre país que tanto quiero y en el que estamos viviendo momentos negros, tenemos esa marca especial del erotismo.

México tiene la dualidad de ser una nación profundamente católica y culturalmente laica, así que nuestra literatura se desarrolló en una relativa libertad en lo legal, pero con pudores y prejuicios en la práctica. El erotismo mexicano es muy escaso en los tiempos precolombinos, Sir Richard Burton se asombraba de la falta de sexualidad en el arte precolombino mexicano. La época de la Colonia no mejoró demasiado, al ser prohibidas las obras de ficción, se desarrolló un erotismo marginal de gran calidad en la poesía.

Es en el siglo XX, cuando el movimiento surrealista llega a México, cuando comienzan a traducirse e imprimirse obras de carácter erótico cuando nuestros escritores comienzan a incursionar en el género. Aún así, nunca hubo propiamente una literatura erótica, sino que el erotismo se filtró en la literatura en general.

El realismo, el naturalismo, el modernismo y al final del siglo el realismo mágico le dieron a la literatura mexicana un aire cachondón. Tenemos un erotismo culto, alejado de los extremos de la pornografía y del puritanismo. Mucho de nuestro erotismo está escrito por mujeres, en él, predomina la fantasía, los símbolos y las sensaciones, el deseo como promotor, en demérito del acto como fin del placer.

En éste erotismo, no encontraremos casi lesbianismo, no encontraremos mucha genitalidad, después de todo hablamos de una cultura que rinde culto a la maternidad en todos sus aspectos. Tengo la impresión de que el erotismo en la literatura mexicana es una forma culta de trasgresión, es decir ¿Hasta dónde puedo forzar el límite sin dejar de ser culto?

Disfruten el paseo.


El canto de las mujeres de Chalco de Aquiahuatzin
El cuento erótico en México, recopilación de Enrique Jaramillo Levi
Kama Nostra de Rius
Como agua para chocolate de Laura Esquivel
Miscelánea los Tarascos de Alberto Vargas Iturbe
El kamasutra, colección del Santos de JIS y Trino

sábado, 11 de septiembre de 2010

El hijo del burdel de Pigault-Lebrun

Pigault Lebrun no es ningún Shakespeare, si en algo podemos decir que se distingue su obra es en la sencillez de la lectura y en su desvergüenza al tratar temas espinosos, aún dentro del siglo de la literatura de temas espinosos. Es por ésta sencillez y desparpajo que Pigault Lebrun tuvo algo de éxito en su tiempo, aunque hoy sea casi desconocido.

La historia a reseñar me recuerda un poco a la segunda parte de la vida del Lazarillo, de Juan de Luna (1620) por el realismo y la picaresca, pero en lugar de tener un aire pesimista y moralizante, es desvergonzado y optimista (una buena lectura de fin de semana, pues)

La historia no tiene inicio, final ni trama decente y su protagonista pasa de una aventura a la otra sin rumbo fijo, sin oficio ni beneficio, en donde quiera encuentra mujeres (y hombres) que quieren tener intercambios carnales y él no se niega a nadie, en todos lados se divierte y en todos lados saca una ganancia monetaria sin embaucar demasiado a sus conocidos...Esto es el atractivo de su relato, como bien dice el supuesto autor autobiográfico, sólo se dispone a dar un par de tomos al editor con una historia de sus aventuras más divertidas, minimizando los males y las enfermedades.

Así, su historia comienza unos meses antes de su nacimiento, cuando su padre, de buena cuna, estaba sirviendo con los pajes de rey a la tierna edad de 16 años. Un día que estaba franco, mientras caminaba con un amigo ve a una linda chica de 15 años, vendedora de modas y la apuesta al amigo que puede seducirla. Pronto ya lo tenemos como en la ilustración, revisando con la lengua la parte carnosa de su amiguita. La tía cegatona llega y toma su turbación por éxtasis místico mientras él continúa su trabajo bajo la falda.

Así, con la ayuda de una alcahueta, comienzan a verse y a conocerse, al cabo del tiempo ella se embaraza, así que alegremente deciden casarse.

El amigo del padre, se encapricha con la linda muchachita, y la engaña con la ayuda de una alcahueta, le lleva hasta una posada donde la viola. Nuestro héroe jura venganza, usa a la misma alcahueta para atraer al amigo, lo asesina y hiere a la malvada mujer, con lo que se ve obligado a huir. La chica queda embarazada, sola y desamparada, la corren de su casa y le dan asilo en un burdel (previendo que después del parto podrían venderla) ella muere en el parto y allí termina la historia de sus padres.

El bello chico que nace, es criado en el burdel con cariño y con una falta absoluta de escrúpulos. A los 14 años la dueña del burdel lo toma como amante, seduciéndolo a base de amor y buenos tratos.

Una de las putas del burdel, llamada Felicité, se encapricha con el chico, en una singular aventura, decide tirárselo frente a la jefa, así que mientras tienen un encuentro lésbico, ella saca la pompa del pabellón de la cama y ofrece los cuartos traseros al Querubín.

La siguiente travesura les costaría más caro, Felicité decide tirarse a Querubín el día que estaba citado con la jefa, así que le consiguen un zapatero feo feo que lo sustituya mientras ellos tienen su loco encuentro. Al quedarse los cuatro dormidos, la jefa capta el engaño y los corre de la casa.

Se van a vivir juntos a la calle de las putas, y como hay que ganar el sustento a como dé lugar, y él es bello y lampiño, lo disfrazan de mujer y salen de cacería de hombres a los que les gusten las ninfetas. Sucede que entre los dos calientan al cliente, pero él (ella) siempre está "indispuesta"

Un día consiguen un cliente "especial", que le gusta que le pongan un consolador en el trasero para tener una erección, allí tiene una oportunidad única de probar la sodomía activa, así que hacen un trenecito, diciéndole al caballero que se trata de un hermafrodita.

Luego Felicité urde una nueva travesura, y consigue una lesbiana para que Querubín la desvirgue, diciéndole que lo que sentía era un clítoris super-desarrollado. Aquí asistimos a una variada sesión de sexo oral y vaginal en un amasijo muy divertido de leer.

En la siguiente orgía los embosca la policía y los mandan a la carcel de las prostitutas. Allí sortea las dificultades e inspecciones gracias a su amiga, quien también le ayuda a que lo rescate un barón distinguido y "decente".

Resulta que éste barón, salvaba chicas de la cárcel, los vestía de muchachos y los tomaba como cocheros, para tener amantes de ocasión a la mano y que su infiel esposa no sospechara (aunque todos en la casa sabían) Al resistir a los ataques, la baronesa lo toma por una mujer decente, y la oculta en su cuarto....el resto ya lo imaginan.....sexo, chaca-chaca y mángachepacá.

Lo descubren y lo corren (como en todo el libro) dándole un poco de dinero por su silencio. Vuelve a la casa que tenía con Felicité y tiene un pleito con su casera, quien lo manda arrestar. Al tratar que el barón lo defienda, es hundido en una cárcel, de la que pronto escapa por una chimenea, aterrizando sobre el perro.

Una linda chica, bailarina de ópera lo rescata hacia su casa, y cuando llega la policía, ella está en la cama, cubriéndolo con su cuerpo mientras se finge indispuesta; se repite la escena de la lengua mientras está escondido bajo las sábanas a la vista de todos.

¿Qué puedo decir? De uno en otro me apoderé sucesivamente de la boca, de los senos, de la pierna, del muslo y del culo; la recliné sobre su butaca y, colocando sus piernas debajo de mis brazos, la ensarté con todo el ardor de mis quince años y medio.
¡Oh!, vosotros que habéis follado, vosotros no conocéis el placer si no habeis gozado de Mlle. S...
Era en la cama sobre todo donde no tenía precio el temperamento fogoso, caricias seductoras, atractivos, una lozanía realmente sorprendente para una bailarina de la Opera. En esa noche bienaventurada agotamos todo lo que tiene de voluptuoso y más variado el código libertino.

La chica lo viste, le da una carta de recomendación y le da dinero para que huya de París. Mientras va por el campo helado, rescata a unas mujeres de un carruaje desbocado, con lo que se gana los favores de la señora y su chichona criada, quienes lo llevan a su castillo.

La dama tiene una rajada del tamaño del gran cañón, así que pronto ya está la criada poniéndose un consolador marcadiablo y ella montándola. Lo invitan a encular a la señora, cosa que él hace diligentemente mientras le ve las tetas a la linda criada. La encula un par de horas, pero se cuida de no terminar mas que una vez. Al final, recibe un besito en el pito y el permiso de retirarse.

Unas horas después ya está cepillándose a la criadita, que resulta ser virgen como gran parte de las chicas de la historia. Vive con ellas 5 meses.

En su camino a Lyon,  se encuentra tres chicas desnudas en el bosque, bañándose en un arroyo, las espía y las escucha contar historias sucias, termina desnudo persiguiéndolas por el bosque y cepillándoselas. En el pueblo encuentra a Felicité, mientras toca el violín en una fiesta.

Resulta que Felicité se había casado con un vizconde gracias a algunos engaños y verdades a medias. El se hace pasar por príncipe y va a vivir con ellos. Allí tiene nuevos encuentros con Felicité, quien le cuenta que terminó de prostituta por seguir a Angel, un capuchino, a la edad de 12 años, disfrazándose de monaguillo, después de ser brutalmente desflorada y usada para satisfacción del amable padre, es  descubierta en el convento y huye al burdel donde conoce a Querubín.

Durante algunos meses, se dan la revolcada de su vida, hasta que en una borrachera se mete al cuarto del cornudo vizconde y tiene que salir huyendo desnudo. Llega a un convento de capuchinos donde se encuentra al padre Angel quien lo ayuda.

Así, cubierto sólo con una capa, sale de nuevo al bosque y continúa su camino. Llega a un pueblo donde hay una casa magnífica. Una linda chica semidesnuda lo ve y lo pasa a su habitación para ayudarlo. La chica del seno indiscreto iba a ser desposada contra su voluntad con un hombre amigo de su padre. Ella lo viste con ropas de su padre y cuando están por empiernarse, llega el padre y él es encerrado para que no huya.

Resulta que el futuro marido era el padre de Querubín, quien lo reconoce y lo ayuda al darle un alto puesto en el ejército...un final idiota para una historia ridícula, pero es una lectura divertida.

Las fechas de las historias no coinciden nunca, los personajes parecen conservar siempre su juventud, fuerzas y virginidades, todos ayudan al pobre en desgracia y todos perdonan los cuernos. Todo mundo está ávido de tener relaciones sexuales de las formas más extravagantes, sin compromisos de por medio. No hay moraleja, es entretenimiento puro de tono optimista y despreocupado.

Lo recomiendo.......Si fuera una película sería algo así como "american pie" con mucho más sexo.





Perversógrafo: Sexo oral, anal, vaginal, homosexualidad masculina y femenina, masturbación, juguetes sexuales, tríos, anticlericalismo,  infidelidad, voyeurismo, exhibicionismo, violación, pederastía, sueños húmedos.

martes, 7 de septiembre de 2010

Justina o los Infortunios de la virtud del Marqués de Sade

El libro más escandaloso del Marqués de Sade no es el que tiene ideas más radicales, no es el más violento ni el más pornográfico, se trata de una comparativamente inocente novelita "anónima" escrita en prisión en un lapso de 15 días, y reescrita para el impresor unos años después.

Con muchas reimpresiones y al menos  dos versiones distintas, fué un libro que circuló ampliamente en la sociedad Francesa del siglo XVIII, y aunque oficialmente el libro está ausente de los impresores en el siglo XIX, tiene una influencia tan grande entre los escritores que seguramente no era raro encontrarlo en bibliotecas.

La primera versión de la obra se llamaba simplemente "Los infortunios de la virtud" y fué escrita en 1787 durante el tiempo que estuvo en La Bastilla. Este manuscrito nunca fué publicado hasta que Apollinaire lo rescatara e imprimiera. Hoy es uno de los libros más fácilmente accesibles en español.

Una segunda versión, "Justina o las desgracias de la virtud" llena de violencia, sexo y obscenidad fué dada a la imprenta en 1791, de manera anónima, ya que Sade nunca reconoció la autoría por obvias razones de censura: sus escritos están llenos de referencias políticas, que en tiempos tan inestables del régimen no era sano apadrinar.

Entre 1797 y 1801 se publica una tercer versión de 10 tomos de extensión en total, cuyo primer título era: "La nueva Justina o las desgracias de la virtud" y le seguía "Julieta o las prosperidades del vicio". Esta versión se puede reconocer de las anteriores porque no está escrita en primera persona.

Y es que Sade se cocina aparte entre la literatura erótica, los dos elementos que Sade combina son el sexo violento, donde una parte es dominante y la otra es preferentemente sumisa y descartable (un objeto) y la filosofía y apología a la maldad de los personajes, la explicación de sus procederes y su justificación.

El elemento central de la novela es que la virtud no trae beneficios, que el mal triunfa sobre el bien y prospera, que la tradición aceptada no es la que practican los poderosos, que el vicio y la virtud no son valores absolutos, sino subjetivos. Que la naturaleza es la única regidora de los hombres; que las inequidades de clases son buenas, deseables y aprovechables para mantener el status quo, que los sistemas los corrompen las personas, que el vicio y la virtud tienen ambas el aliciente egoísta de alcanzar el placer.

Justina, de 12 años, y Juliette, de 14, quedan en la horfandad y sus familiares les dan la espalda; incluso el convento en el que se educaron las echa a la calle, así que a su tierna edad, ambas deciden el camino a seguir en su vida: La morena Julietta decide dedicarse al vicio y a la prostitución, mientras la linda rubia Justina decide tomar el camino de la virtud y la rectitud.

Justina se emplea al servicio de la casa de un avaro estafador, quien la quiere corromper física y moralmente al tratar de que acceda a sus acosos y a ser su cómplice en un fraude. Al negarse, es acusada de robo y enviada a la cárcel.

Allí conoce a la Dubois, la jefa de un grupo de bandidos que tienen un plan para rescatarla de la cárcel. Provocan un incendio y se la llevan con ellos. En la guarida de los ladrones, cuando Justina trata de defender su virginidad, es golpeada cruelmente hasta dejarla casi muerta. En la versión de 1787 no aparece un detalle, pero en la de 1791, es violada por un rico caballero al que Justina salvó de la muerte.

Mientras está tirada en el bosque, ve a un par de homosexuales tener relaciones, quienes al ser descubiertos deciden divertirse golpeándola y torturándola. La persona, quien resulta ser un conde, la toma a su servicio con amenazas y la pone a las ordenes de su tía. Como Justina se negase a envenenar a la Marquesa, es nuevamente golpeada y mordida por la hambrienta jauría de perros del Conde.

Nuevamente abandonada en el bosque, es ayudada por un doctor bastante enfermo, quien mataba muchachas para hacer disecciones. Al tratar de ayudar a escapar a una niña, es capturada y marcada con la marca de los ladrones en un brazo con un fierro ardiente, para que no pueda denunciarlos a las autoridades.

Una vez más abandonada en el bosque, toma el camino a París, pero decide hacer una parada en un monasterio para rezar un poco. El sacerdote la invita a pasar la noche allí, pero en un instante se da cuenta que ha sido secuestrada por cuatro lascivos sacerdotes que tienen un serrallo de esclavas sexuales en un calabozo inaccesible del bosque, protegido por setos, fosos y murallas y semi-subterráneo, al que sólo se accede por un túnel escondido en los sótanos del monasterio.



Raphaël ve que es hora de pensar en cosas mas serias, no está en situación de esperar, se apodera de la víctima, la coloca según sus deseos, y como aquella no se pliega a sus deseos, ruega a Clément que la sujete. Octavie llora, no la oyen; el fuego brilla en las miradas de este execrable italiano; dueño de la plaza que tomará por asalto, se diría que no considera sus avenidas sino para prevenir todas las resistencias; ningún ardid, ningún preparativo es empleado. Por mucha desproporción que exista entre el asaltante y la rebelde, aquel no deja de lanzarse a la conquista; un grito conmovedor de la víctima nos anuncia al fin su derrota.
Pero nada enternece a su orgulloso vencedor; cuanto más pide gracia la muchacha, con más ferocidad la estruja él, y la desgraciada, siguiendo mi ejemplo, es ignominiosamente infamada sin dejar de ser virgen.
– Jamás laurel alguno me resultó más difícil, dijo Raphaël mientras se reponía, creí que por primera vez en mi vida iba a fracasar al intentar obtenerlo.
– Yo la tomaré por ahí, dijo Antonin sin dejarla levantarse, hay más de una brecha en la muralla y vos no habéis tornado más que una. Así dijo, y se lanzó fieramente al combate, en un minuto era dueño de la plaza; se oyen nuevos gemidos...
– Alabado sea Dios, dijo aquel monstruo horrible, sin las quejas de la vencida habría dudado de la derrota, y no aprecio mi triunfo más que cuando cuesta lágrimas
de la versión de 1787


Severino ve que ya es hora de pensar en cosas más serias: absolutamente incapaz de esperar, se apodera de la infortunada, y la coloca de acuerdo con sus deseos. Sin confiar todavía demasiado en sus capacidades, reclama la ayuda de Clément. Octavie llora y nadie la escucha; el fuego reluce en las miradas del impúdico monje, señor de la plaza, diríase que sólo examina las entradas para atacar con mayor seguridad; no utiliza ningún truco, ningún preparativo; ¿se cogerían las rosas con tanto gusto, si se apartaran las espinas? Por enorme que sea la desproporción entre la conquista y el asaltante, éste emprende inmediatamente el combate; un grito desgarrador anuncia la victoria, pero nada enternece al enemigo.
Cuanta más gracia implora la cautiva, con mayor fuerza la empuja, y por mucho que la desdichada se debata, no tarda en ser sacrificada.
––Jamás hubo laurel más difícil ––dice Severino al retirarse––; por vez primera en mi vida he llegado a pensar que zozobraría cerca del puerto... ¡Ah, qué angosto y qué caluroso! Es el Ganímedes de los dioses.
––Tengo que devolverla al sexo que tú acabas de manchar ––dijo Antonin, cogiéndola por allí, y sin dejar que se levantara––. Hay más de una brecha en la muralla. Y acercándose con fiereza, en un instante llega al santuario. Se escuchan nuevos gritos.
––¡Dios sea loado! ––dijo el libertino––. Habría dudado de mi éxito sin los gemidos de la víctima, pero mi triunfo está asegurado, pues veo sangre y lágrimas.
de la versión de 1791


En éste calabozo hay mujeres de todas las edades, y para los gustos más depravados, desde niñas hasta ancianas, hay mujeres que pasan años abducidas y hay mujeres que sólo duran unos días, la dotación de mujeres siempre es la misma (cuatro en una sala y cuatro en otra en la versión de 1787, ocho en una sala, ocho en otra y cuatro más en un sótano en la versión de 1791). El caso es que las mujeres que desaparecen nunca vuelven a ser vistas, por lo que se supone que son torturadas hasta la muerte cuando consiguen una nueva secuestrada.


 Estos sí que son hermosos preparativos, dijo Antonin apoderándose de mí, venid, paloma, venid para que os vengue de la irregularidad de mis colegas, para que al fin coseche las halagadoras primicias que sus intemperancias dejan para mí...
Pero qué detalles... Dios bendito... me es imposible pintároslo; se hubiera dicho que aquel monje, el más libertino de los cuatro aunque pareciera el menos distante de los designios de la naturaleza, no consentía en acercarse a ella, en poner un poco menos de inconformismo en su culto, sino resarciéndose de aquella apariencia de menor depravación por todo lo que más podía ultrajarme...
de la versión de 1787


Aparece Antonin.
––Vamos a ver ––dice–– esta virtud tan pura; estropeada por un solo asalto, ya no debe notarse. Sus armas están en ristre, se serviría gustosamente de los procedimientos de Clément. Ya os he dicho que la fustigación activa le gusta tanto como al otro monje, pero como está apresurado le parece suficiente el estado en que me ha dejado su compañero. Me examina, disfruta, y dejándome en la postura que todos ellos prefieren, manosea un instante las dos medias lunas que impiden la entrada. Zarandea furiosamente los pórticos del templo, no tarda en llegar al santuario: el asalto, aunque tan violento como el de Severino, realizado en un sendero menos estrecho, no es sin embargo tan rudo de soportar. El vigoroso atleta coge mis dos caderas, y supliendo los movimientos que yo no puedo hacer me sacude contra su cuerpo con vigor; diríase, por los esfuerzos redoblados de ese Hércules, que, no contento con ser dueño de la plaza, quiere reducirla a polvo. Unos ataques tan terribles, y tan nuevos para mí, me hacen sucumbir; pero, sin inquietarse por mis penas, el cruel vencedor sólo piensa en aumentar sus placeres; todo le circunda, todo le excita, todo contribuye a sus voluptuosidades. Frente a él, subida a mis caderas, la joven de quince años, con las piernas abiertas, ofrece a su boca el mismo altar en el que realiza su sacrificio conmigo, sorbe gustosamente el precioso jugo de la naturaleza cuya emisión acaba ésta de conceder a la chiquilla. Una de las viejas, arrodillada delante de las caderas de mi vencedor, las mueve, y avivando sus deseos con su lengua impura, consigue su éxtasis, mientras que para calentarse aún más el libertino excita a una mujer con cada una de sus manos. No hay uno de sus sentidos que no sea provocado, ni uno que no contribuya a la perfección de su delirio; lo alcanza, pero mi constante horror por todas sus infamias me impide compartirlo... Lo consigue solo, sus gestos, sus gritos, todo lo anuncia, y me siento inundada, a pesar mío, por las pruebas de una llama que sólo contribuyo a encender en una sexta parte. Me desplomo finalmente sobre el trono donde acabo de ser inmolada, sintiendo únicamente mi existencia a través del dolor y de las lágrimas... de la desesperación y de los remordimientos...
de la versión de 1791


Allí pasa Julieta un tiempo hasta que el prior es ascendido y el serrallo es descubierto y disuelto por las autoridades eclesiásticas (1787) o hasta que Justina huye cortando unos barrotes y huyendo por el foso, descubriendo un pantano lleno de cráneos y restos humanos (1791)

Apenas unas horas después de escapar, es tomada presa por unos hombres que la llevan con un sádico al que le gustaba la sangre y el dolor. Huye de milagro, pero la esposa del sádico pierde la vida en el intento. Después de huir es robada por una mendiga. Encuentra a un hombre a quien estaban golpeando y lo rescata, en agradecimiento él la lleva a su castillo, que resulta ser la guarida de una banda de falsificadores, donde es secuestrada y obligada a trabajar como burro (literalmente, dando vueltas a una rueda y siendo golpeada si paraba).....ahora, se preguntarán porqué no mejor robaba burros en lugar de lindas chicas....porque en el mundo de Sade el humor es muy tortuoso y porque al falsificador le gustaba refocilarse con sus esclavas. Un tiempo después es arrestada por falsificación.

En los siguientes capítulos del libro, encontramos a todas las basuras libertinas convertidos en personas exitosas, tratando de hacer entrar a Justina en la depravación, y ella aún negándose y cada vez más hundida. Al fin uno de los jueces consulta con su amante el caso, lo que hace que se vuelvan a juntar las hermanas: Justina, la mujer condenada a muerte por ser virtuosa y Julieta, la próspera viciosa. En la segunda versión, Julieta se hace llamar Thérese para no ser descubierta, pero la trama es muy similar.

Justina es liberada, y en un cierre de humor negro, es fulminada por un rayo mientras su hermana se arrepiente y toma el camino de la virtud.

La continuación del libro son seis tomos más de la historia de Julieta, donde desmiente haberse convertido, pero esa es una histroria para otra ocasión.







Perversógrafo: Sexo oral, vaginal, anal, desvirgamientos, sadismo, exhibicionismo, flagelación, tortura, incesto, violación, pederastía, homosexualidad, bisexualidad, orgías, coprofagia, infidelidad, anticlericalismo, sacrilegio.

La primera imagen aparece en una edición antigua de Justine que no he localizado, la segunda es del comic homónimo de Guido Crepax.