miércoles, 26 de diciembre de 2012

A los pies de Omphalos de Henri Raynal

Una vez, llegué a casa y mi padre estaba viendo una película en la que un monstruo perseguía a una muchacha. Cuando la chica se encerraba en el baño, el monstruo caía al suelo y se "quebraba" en cientos y cientos de pequeños demonios que pasaban por debajo de la puerta.
Después de reír un buen rato, pregunté a mi padre porqué veía una película tan mala.
--Sólo quiero ver cómo le van a hacer para ponerle un final.

Bueno.........hay historias así y esta es una de ellas. ¿Qué tenemos aquí?

Un libro erótico, sobre un sumiso y una mujer a la que le gusta humillar a los hombres. Una historia donde no hay sexo. ¿Puede un libro llamarse erótico si no tiene sexo? Si, si se puede.

Cuando un anciano caballero muere, deja su herencia a la criada en lugar de heredar a su sobrino (el sobrino del carcamal, no el de ustedes.....vamos a llamarlo Luc) La criada, Matilde, es joven y bella, pero bastante huraña con los hombres, casi indiferente a ellos. El desheredado sobrino, más joven que ella, la ama en secreto desde hace años.

En unas cuantas páginas, Luc pasa de quedarse un par de noches en la casa del tío a ser el sirviente de la antigua sirvienta. Matilde pasa de ser la sencilla criada a la malévola ama del muchacho, a quien golpea y esclaviza como una venganza contra todos los hombres que la han deseado (Que han deseado a Matilde, no a usted......bueno, ya van entendiendo).

Primero te piden una les lleves el desayuno, luego ya te golpean por cualquier cosa, y al último terminan por prohibirte la salida de casa. Suena como cualquier matrimonio, pero la historia apenas comienza, porque resulta que Matilda, ahora rica y sofisticada, contrata a Lina, una malvada criada a quien Luc debe obedecer ciegamente.

Lina, inicialmente se asusta del trato tan indigno que le dan a Luc, pero pronto aprende a sacar placer de la situación, y participa activamente en los castigos. Un día Luc se atreve a besar a Matilde, quien monta en cólera y lo ata desnudo en el desván. Lo deja suspendido toda la noche.



La voz breve de Matilde lo sacó de su contemplación.
—Tráigame una cuerda, rápido —ordenó a Lina.
Y en cuanto la criada regresó:
—Ven aquí, esclavo mío —dijo, quitándose los guantes.
Luc se levantó. Ella cogió la cuerda que le tendía Lina, hizo que Luc pusiera las manos a la espalda, las tomó y las ató. En el momento de ese contacto, de esa apropiación un estremecimiento recorrió a Luc de la cabeza a los pies.
Matilde le volvió a exigir que se pusiera de rodillas.
—Vamos —le ordenó a Lina—, pero no se aleje.
Se separó de Luc, lentamente, retrocediendo. Una extraña sonrisa, segura, amplia y contenida al mismo tiempo, flotaba en sus labios.
Luc la vio descalzarse, levantarse, llevarse las manos a la espalda, desabrocharse el vestido, liberar los brazos. Se lo arremangó y se lo quitó deslizándolo por encima de la cabeza. Su sonrisa se volvió más cruel, sino soberbia, lasciva, tiernamente incitante, despectiva.
«¡Mira!» parecía decir, «aquí tienes al despojo de la muñeca, ahora se convierte en mujer y se emancipa, ¡conténtate con ese trapo!» Con un gesto negligente, Matilde tiró su vestido a la cabeza de Luc.
……
Hela aquí desnuda, con esa desnudez integral, de una sola pieza
que ya nada eclipsa, recipiente de luz oculto, y surgido de pronto del apagador. ¡Desnuda, pero nada friolera ni timorata; acompañada, revestida de la majestad adormecedora y belicosa de su éxito total!
Baila.
Luc olvida hasta qué punto fue humillado. Y también el fracaso de su prematuro impulso, que reventó como un cohete demasiado breve e inútil.
Sigue con la mirada a esta Eva nacida en su presencia, parida en su presencia, extraída de su ganga, aún más hermosa de lo que suponía, con ese pecho a la vez levantado y zambulléndose hacia él, esa ternura densa y maliciosa, ese mármol viviente y luminoso bajo la lluvia y las llameantes lenguas de los cabellos, esa blancura sabrosa en la que bebe, arrodillado, encorvado, como bebería de un astro, de una fuente.
Matilde se detiene, se le acerca de puntillas, lo hace levantar. Lo
empuja en dirección al cuarto de baño. En el centro de la habitación, sobre el embaldosado, coloca una cuba; se mete en ella, y, tras haber desatado las manos de Luc, le indica con el dedo el calentador de agua, la jarra, el jabón y la esponja.
Temblando de emoción y de deseo, Luc se le acerca. Cubre de agua el cuerpo de su ama, oprime la esponja sobre las curvas principescas, esparcidas, sobre la tibieza de su carne hostil; modela su cuerpo, su pecho melodioso, lo pule como un escultor vencido por su obra, ya impotente ante ella.


Una vez que Matilde vende la casa en la ciudad, se mudan al campo. Luc ya es un esclavo, que tiene obligación de limpiar, una bestia a la que se le puede ofender porque no tiene dignidad, se le puede pedir que se quite la camisa para ser azotado, se le puede encadenar o suspender de cadenas por el gusto de hacerlo. Luc sólo es hombre cuando escribe, escribe sus sueños llenos de poesía

Ya en este momento, no se le golpea como un castigo, se le azota solo para matar el tiempo. Lina resulta una perra peligrosa, una mujer cruel a la que le gusta mentir para provocar el castigo. Matilde está tan ocupada en su nueva vida social que le traspasa la custodia a Lina, quien lo maltrata sin darle siquiera un aliciente erótico.

Un masoquismo extraño, porque él mismo sabe que sin el amor de Matilda, la sumisión a Lina no tiene ningún sentido, pero aún así "aguanta vara"......y es aquí donde uno se pregunta: ¿Bueno y cómo le va a hacer este cabrón para terminar el libro?

Matilde ve el masoquismo como dignidad de Luc, Lina lo quiere suplicante....lo quiere destruir.

El libro termina. Termina aceptablemente bien y con un argumento psicológicamente creíble.






POST: efectivamente el que no terminó bien la descripción fui yo, no Raynal ni la película de los pequeños demonios.

El libro es bastante interesante, aunque creo que imposible de encontrar;  tal vez haya por allí alguna versión en electrónico.....no se si completa.

Para Matilde, la dignidad con que Luc lleva su esclavitud es de admirarse. Lina quiere destruir incluso aquello que todavía lo identifica como un humano: sus diarios (Los de Luc.....bueno, ya entienden ;) Luc ya no está contento con que Lina sea quien se responsabilice de él sin siquiera darle algo a cambio.

En el desenlace, Lina le propone a Matilde que venda a Luc a una vecina que lo desea. Matilde se siente ofendida por la propuesta, y Lina le explica que ella se siente así porque en el fondo tiene sentimientos por el esclavo.

Luc escucha que lo quieren vender y, aunque aterrorizado, decide que no reaccionará.

Entonces....¿Lo venden a la vecina o Matilde reconocerá que lo ama?

¿Si te digo que el libro contiene ambos finales aún así suena extraño? Bueno, pues los tiene, un final resulta ser un un sueño y otro.......aparentemente también.



Perversógrafo: Sumisión, dominación, esclavitud, bondage, castigos, masoquismo.




A los pies de Omphalos
Henri Raynal
Tusquets, Editores
La Sonrisa Vertical SV 6
España, Mayo 1978
ISBN: 978-84-7223-306-5
178 págs.





2 comentarios:

  1. Y tú, permíteme que te lo diga, Lepis, has acabado el resumen demasiado deprisa.

    Detalles:"Matilde ve el masoquismo como dignidad de Luc" ¡Coño! ¿y qué pasa?

    "Lina lo quiere suplicante....lo quiere destruir"
    ¡Recórcholis! ¿Y lo hace?
    ¿Y qué carajo hace Luc?

    Lepis, te has pasado de escueto. Tanta fiesta te ha vuelto indolente y desidioso.
    ;)

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  2. Jajaja, ya lo se, pero hasta mañana lo reparo porque efectivamente, se me termino el tiempo.

    Salud

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