sábado, 6 de noviembre de 2010

Delta de Venus de Anais Nin

Anais Nin tiene un estilo muy novedoso para la época en la que le tocó escribir, época de represión y recato femenino. En sus cuentos, se perdía en fantasías casi oníricas y reseñaba historias que si bien no tienen una estructura rígida ni tienen un principio, desarrollo y final, hacen que no pierdas el interés, y los finales suelen ser  sorprendentes y entretenidos. Más que cuentos, podemos decir que se trata de "esbozos eróticos".

Por alguna razón, ella llamó a sus escritos "prostitución literaria" porque en los años 40 producía cuentos pornográficos para un coleccionista que le pagaba a un dólar por hoja, pero que le exigía que los relatos fueran directamente al sexo, y que quitara preámbulos y poesía (bueno, pagaba por hoja). Nin veía éstos cuentos como inferiores, o como que no la representaban, pero en resumen, ella hizo algo muy original aún con las restricciones que se le imponían. A mediados de los años 70, publicó un par de libros basados en aquellos cuentos que 30 años antes había vendido para comer o pagar los recibos.

Anais Nin, le dedica una carta al "coleccionista", ese patrón que los mantenía aunque ellos no estuvieran tan contentos de escribir con un guión preestablecido.

"Querido coleccionista: le odiamos. El sexo pierde todo su poder y su magia cuando se hace explícito, mecánico, exagerado; cuando se convierte en una obsesión maquinal. Se vuelve aburrido. Usted nos ha enseñado, mejor que nadie que yo conozca, cuán equivocado resulta no mezclarlo con la emoción, la ansiedad, el deseo, la concupiscencia, las fantasías, los caprichos, los lazos personales y las relaciones más profundas, que cambian su color, sabor, ritmos e intensidades."

Puedo entender que ella no considerara "suyos" los escritos, pero éstos tienen el mérito de que aún cumpliendo las exigencias del coleccionista, creó un estilo único que yo no he visto reflejado en otros artistas eróticos. Creo también que ella lo sabía y simplemente se estaba victimizando más de la cuenta al tipo "me arrojo al piso para que me levanten", porque en algunos párrafos deja entrever que se siente orgullosa de ser una mujer pionera entre tantos hombres que han incursionado en la literatura erótica.

Al final, estoy seguro que tomó algunos de los cuentos aquí mostrados y los llenó de poesía antes de darlos a la imprenta. Si es así, pudo haber hecho un mejor trabajo dándoles una estructura y haciendo más amenos los cuentos, digamos que deberían ir a algún lado, pero son vagos, casi como un sueño donde la historia continúa, empantanada entre sexo explícito que no la deja avanzar.

No me puedo creer que sean versiones inexpurgadas lo que nos regala en sus libros de cuentos. Hay cuentos muy rescatables, regularmente los más cortos, que tienen menos sexo, una historia y necesariamente una conclusión.

Pierre había carecido de vida sexual durante años, y Martha nacía a ella en esos momentos. Le recibía siempre con la boca abierta y con el sexo húmedo. El deseo se apoderaba de Pierre sólo con que pensara en que Martha le estaba esperando en el cuartito obscuro. Actuaban como animales en lucha, dispuestos a devorarse mutuamente. Si Pierre vencía y la inmovilizaba debajo de él, la tomaba con tal fuerza que parecía coserla a puñaladas con el sexo, una y otra vez, hasta dejarla exhausta. Su armonía era perfecta: su excitación crecía al mismo tiempo. Ella tenía una forma de subírsele encima que recordaba la de los animales. Se restregaba contra su miembro erecto y contra su vello púbico con un frenesí tal, que hacía jadear a Pierre. Aquel cuartito obscuro se convirtió en una guarida de animales. En ocasiones iban a la granja abandonada y pasaban en ella la tarde. Estaban tan saturados de hacer el amor, que si Pierre besaba los párpados de Martha, ella podía sentir los efectos en la entrepierna. Sus cuerpos estaban cargados de deseo y no podían agotarlo.

En "El aventurero húngaro" nos regala la historia de un hombre en constante movimiento, una especie de amante gitano que vive con una bailarina del teatro con quien tiene dos niñas antes de escapar a Roma. Pronto siente debilidad por las niñas de su vecino y se frota contra ellas hasta que huye de nuevo. Se casa otra vez y se entera que sus hijas han quedado huérfanas, las manda traer a vivir con él ante el enojo de su nueva esposa. Pronto comienza con ellas una relación incestuosa, las hace lesbianas. Va cayendo más bajo hasta tratar de forzar a su hijastro adolescente....es cuando quienes huyen son sus familiares, dejándolo solo y loco de senectud y sexo.

En "Mathilde" tenemos la historia de una somberera europea que se transporta a Perú a "hacer la América". Pronto ya la tenemos como prostituta de alto nivel en Lima, donde vive una vida de orgías, opio y disipación. Nos cuenta historias y vivencias (la de la muñeca de goma que contagió la sífilis a toda la tripulación de un barco es una delicia), hasta casi terminar bajo el ataque de un maniático que la droga y la quiere apuñalar.

En "El internado" la historia es bien simple, un sacerdote que seduce jovencitos, los excita con lecturas libertinas, termina siendo culpable de la violación de uno de ellos.

En "El anillo" tenemos un serio cuento de sadomasoquismo, cuando un indio roba a su amada española y la lleva a vivir al monte con él.

En "Mallorca", tenemos una corta historia de voyeurismo, lesbianismo y seducción de parte de dos hermanos a una recatada jovencita.

En "Artistas y modelos", una linda modelo escucha interesantes historias eróticas de parte de un escultor que le platica mientras ella modela para él, historias de negros inmensos y hermafroditas descontentos, de fetichistas de ropa y zapatos. Un día, en una fiesta, se enamora de un artista que la saca de allí antes de que comience la orgía; ella se hace amante del artista, mientras el escultor es su amigo y confidente. El cuento transcurre entre sábanas, pláticas y sueños de marihuana. Un día, el escultor al fin la toma con mucha pasión y le enseña los ejercicios kegel (y otras cositas útiles).

"Lilith" es uno de los cuentos más íntimos, femeninos y entretenidos. Una mujer que no disfruta el sexo es engañada por su marido, quien le dice que le ha dado yombihina. Ella sale a pasear al cine en el coche. Siente que le excita su amiga y las parejas que se besan, pero al ver el marido no se excita. Ella termina obsesionada por su frialdad, aunque se puede ver que el frío era causado por el marido.

Con "Marianne", tenemos un cuento en voz de la mecanógrafa de Nin, quien se enamora de un hombre que sólo se excita cuando lo ven desnudo. Su relación incluye sólo sexo oral y algunos manoseos, pero nunca llegan al final. Cuando el se hace modelo para cumplir sus necesidades, ella se encela de compartir con otros su única pasión.

En "La mujer del velo" tenemos un cuento que debió haber sido de humor, pero le dieron un aire gótico. Un hombre es abordado por una misteriosa pareja que lo invitan a tener locas relaciones sexuales con una hermosa mujer velada. Tienen una relación bastante mediocre en un palacio solitario, y él queda desde entonces con una fijación por la misteriosa mujer. Un día descubre que todo era una trampa.

"Elena" es el cuento más largo y seguramente le dio a la autora algunos dólares para pasar el mes. Como todos los cuentos es altamente erótico y pobremente hilvanado. En éste cuento aparecen gran parte de los personajes recurrentes de otros cuentos, se entienden sus relaciones. El tema central del cuento no está tan elaborado, pero juega con los conceptos de masculinidad y femineidad. Elena entrega su amor a hombres y mujeres; con ella los homosexuales pueden comportarse virilmente;  y ante las lesbianas, Elena hace lo mismo, se comporta virilmente.

"El vasco y Bijou" es la historia sinsentido de la tormentosa relación de un artista y una prostituta. A ella la encuentra un artista en un prostíbulo y se la lleva a vivir con él. Al verse como sirvienta y modelo y no como amante o esposa, comienza a vengarse siendo infiel con toda clase de amigos, amigas, perros y desconocidos a los que ni voltea a ver.

"Pierre" es la historia de otro de los personajes recurrentes de sus cuentos, comienza cuando rescatan el cuerpo ahogado de una hermosa mujer, por la que siente una pasión tal que comete un un acto de necrofilia. Huye de la ciudad y al ver a un jovencito siendo atendido oralmente por una mujer mayor, comienza a recordar su vida: desde cómo fue seducido por una mujer mayor, hasta la historia terrible de cómo adoptó una pareja de muchachos adolescentes huérfanos y se hizo amante de la chica. Una historia de decepción y aceptación pobremente hilvanada (onírica).

"Manuel" es el cuento más corto. Un hombre genial y simpático que sólo se excita al exhibirse encuentra a su pareja ideal y se casan. Nunca tienen sexo, pero viven una sexualidad intensa.

"Linda" es una curiosa historia que trata sobre el sexo y los olores. La protagonista vive toda clase de aventuras sexuales y desengaños, hasta descubrir el origen de su fijación en su niñez.

En "Marcel", más que una historia, tenemos la narración frenética de las relaciones sexuales de una mujer que vive sus fantasías, sexo en público, en el restaurant, en un balcón, en un baile a oscuras, etc.


Yo permanecía inmóvil en mi pose, y se me acercó para medirme con un instrumento. Sentí sus manos en mis muslos, acariciándome con mucha suavidad. Le sonreí. Permanecí en mi pose, pero seguía acariciándome las piernas, como si me estuviera moldeando con barro. Me besó los pies mientras sus manos recorrían una y otra vez mis nalgas. Luego se recostó contra mis piernas y me besó. Me levantó y me tendió en el pavimento. Me apretaba contra sí, me acariciaba la espalda, los hombros y el cuello. Yo temblaba un poco. Sus manos eran suaves y flexibles. Me tocaba como tocaba la estatuilla, con largas caricias, de arriba abajo. Nos dirigimos al diván y allí me tendió boca abajo. Se despojó de su ropa y cayó sobre mí. Sentí su pene contra mis nalgas. Deslizó las manos en torno a mi cintura, y me levantó un poco para poder penetrarme. Me atraía hacia sí rítmicamente. Cerré los ojos para sentirlo mejor y para escuchar el sonido del miembro que se deslizaba en la humedad. Empujaba con tal violencia que produjo unos ruiditos que me llenaron de gozo. Sus dedos se clavaban en mi carne. Sus afiladas uñas me hacían daño. Me excitó tanto con sus arremetidas, que se me abrió la boca y me encontré mordiendo la tapicería del sofá. De pronto oímos un ruido. Millard se levantó apresuradamente, recogió su ropa y subió por la escalerilla a la galería donde se hallaba la escultura. Yo me deslicé tras el biombo.



Las tres mujeres observaban. Al principio, sólo dominaba el pene artificial, pero pronto, con el acaloramiento de la danza, el verdadero empezó a competir en longitud y peso. Ahora se movían ambos al ritmo de sus gestos. El negro cerró los ojos como si no tuviera necesidad de las mujeres. El efecto que causó en Bijou fue poderoso: se despojó de su vestido y empezó a bailar alrededor del vidente de forma tentadora. Pero él apenas la tocaba de vez en cuando con la punta del sexo, la encontrara donde la encontrase, y continuó dando vueltas y sacudiendo el cuerpo en el espacio, como si estuviera ejecutando una danza salvaje contra un cuerpo invisible. El ritual afectó también a Elena, que se quitó el vestido y se arrodilló junto a la pareja, para hallarse en la órbita de su danza sexual. De pronto, quiso ser tomada hasta sangrar por aquel pene grande, fuerte y firme que se bamboleaba frente a ella con tentadores movimientos, al ritmo de la masculina danse du ventre que ejecutaba el vidente. Leila, que no deseaba a los hombres, se contagió también del talante de las dos mujeres y trató de abrazar a Bijou, pero ésta no se dejó, pues se sentía fascinada por los dos penes. Leila intentó besar también a Elena. Luego restregó sus pezones contra ambas mujeres, con el propósito de seducirlas. Se apretó contra Bijou para aprovecharse de su excitación, pero ésta siguió concentrada en los órganos masculinos que bailaban ante ella. Su boca estaba abierta, y soñaba con ser tomada por el monstruo armado de dos vergas, que podía satisfacer al mismo tiempo sus dos centros de respuesta. Cuando el africano cayó, exhausto por la danza, Elena y Bijou saltaron sobre él al mismo tiempo. Bijou se apresuró a introducirse un pene en la vagina y otro en el ano, y empezó a moverse salvajemente sobre el vientre de él, hasta que se cayó satisfecha con un largo grito de placer. Elena la apartó y adoptó la misma postura. Pero viendo que el africano se encontraba cansado, se abstuvo de moverse, aguardando a que recuperase sus fuerzas. El pene permanecía erecto dentro de ella y, mientras esperaba, empezó a hacer contracciones, muy lenta y suavemente, por temor a alcanzar el orgasmo demasiado pronto y acabar con su placer. Al cabo de un momento, el hombre la agarró por las nalgas y la levantó para que pudiera seguir el rápido latido de su propia sangre. La inclinó, la moldeó, la apretó y la empujó para adaptarla a su ritmo hasta que gritó; entonces ella empezó a moverse en círculo alrededor del abultado miembro, y él alcanzó el orgasmo. Luego, el vidente hizo que Leila se pusiera a horcajadas sobre su cara, como ya hiciera con Bijou, y hundió el rostro entre sus piernas. Aunque Leila nunca había deseado a un hombre, conoció una sensación nunca experimentada cuando la lengua del africano la acarició. Quiso ser tomada por detrás. Cambió de postura y rogó al vidente que le introdujera el pene artificial. Ahora estaba a cuatro patas, y el negro hizo lo que le había pedido.



Como en todo, la colección es variopinta, tenemos cuentos muy buenos (Lilith, Manuel), tenemos cuentos que con una ligera trama quedarían muy bien (Mallorca, Artistas y modelos, Marianne, La mujer del velo) y tenemos cuentos completamente prescindibles (Elena, El vasco y Bijou, Pierre, Marcel)....pero en el lector está la última palabra.







Perversógrafo: Sexo vaginal, oral, entre los pechos, en público, masturbación, lesbianismo, incesto, irrumación, violación, efebofilia, pedofilia, tríos, orgías, homosexualidad, seducción, anticlericalismo (raro en la época), sadismo, masoquismo, flagelación, voyeurismo, exhibicionismo, ninfomanía, infidelidad, drogas,  hermafroditismo, beso negro,  juguetes sexuales, zoofilia, necrofilia.


Delta de Venus
Anais Nin
Editorial Bruguera, 1983




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6 comentarios:

  1. Aquí está Nin, que tanto me fascina como mujer y en sus diarios y tan poco me gusta en estos cuentos. (yo también creo que hay una cierta coquetería en la carta inicial al pornógrafo).

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  2. Pajaritos es un libro de cuentos mejor logrados, en mi opinión, menos porno y con mayor juego de la fantasía.

    El coleccionista es uno de esos misterios que cuando se desvelan pierden el atractivo....pero no nos adelantemos, que hay tiempo

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  3. Yo tengo mis sospechas de que fuera Milton Luboviski, el mismo librero que diera a conocer el Opus Pistorum de Miller, y quien tenía una librerìa de raros y curiosos para nuevos ricos, y que comenzó a vender textos eróticos para directores de teatro, y que compraba los manuscritos a dólar la página. Serían demasiadas casualidades para que no fuera el.

    En el próximo literotismo de Nin o Miller ttrato de investigar algo

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  4. Lepis, querido, pasa por mi blog para que escuches el podcast 30, hablo de ti, de Anais, de las mujeres y más jajaj!!!

    Lo puedes escuchar ahi si no quieres descargarlo.

    Abrazos!

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  5. Pero faltó el comercial Piel:

    http://pieladentroviajeinterior.blogspot.com/

    Buen blog.

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