miércoles, 3 de octubre de 2012

"La famosa escena de la mantequilla"


Existen obras cinematograficas y literarias que sin ser eróticas tienen una escena tan subida de tono (o "salida de los pelos") que quedan en la mente del expectador y se les identifica por esa única escena. Como ejemplo me acuerdo de Sharon Stone abriendo las piernas en "Bajos Instintos" o Monica Bellucci siendo violada brutalmente en "Irreversible".

No sé si el asociar la mantequilla con el sexo anal tenga raíces más profundas, pero hay una escena de "El último tango en París" que hace que muchos no podamos tomar la mantequilla con los dedos sin recordarla:



—¿Tienes miedo? —preguntó él—. Siempre tienes miedo. Nuevamente alargó la mano hacia la tabla.
—No —dijo ella—, tal vez hay secretos de familia escondidos allí. Paul retiró la mano
—¿Secretos de familia? —dijo y su voz sonó falsamente dócil—. Te contaré secretos de familia.
Paul la agarró del cuello con una mano y con la otra, la obligó a echarse, el rostro contra el piso. Paul sintió una furia descontrolada ante la mención de la familia. Esa gran institución moral, pensó, esa creación divina intocable, formada con el objeto de fomentar la virtud entre los buenos ciudadanos, el tabernáculo de todas las virtudes e, incidentalmente, lo que más odiaba.
Jeanne se resistió débilmente.
—¿Qué haces? —preguntó mientras él le pasaba una mano por debajo del cuerpo y le desabrochaba lospantalones.
—Te voy a hablar de la familia —dijo bajándole con violencia los pantalones hasta las rodillas y desnudándole las nalgas—. Esa institución sagrada que fomenta la virtud entre los salvajes.Jeanne trató de recuperar el aliento y luchó. Paul la inmovilizó con el peso de su cuerpo, una mano aferradaa su nuca. Por un momento pareció dudar sobre el curso de acción a seguir, pero entonces vio el papel metálico que contenía la mantequilla. Con un pie, lo acercó.
—Quiero que repitas conmigo dijo y metió los dedos de su mano libre en la mantequilla. Con calma, se la aplicó en el ano, engrasándola, pensó, como se prepara un cerdo para la broqueta. Sus dedos eran brutalmente eficientes.
—No y no —insistió ella, sin creer realmente que lesucedería eso—. ¡No!
Paul se desabrochó y todavía haciendo presión se quitó los pantalones. Se puso de rodillas contra el cuello de Jeanne y puso sus piernas entre las de ella. Jeanne sintió que la estaba preparando para el ataque y experimentó terror y un total desamparo.
—Ahora repite conmigo. Sagrada familia...—comenzó a decir y le separó las nalgas con los dedos.Se echó contra ella intentando penetrarla—. ;Vamos, dilo! Sagrada familia, la iglesia de los buenos ciudadanos...
—Iglesia —exclamó ella— ...los buenos ciudadanos.
Jeanne pegó un grito, el rostro aplastado contra las tablas suaves, los ojos absolutamente cerrados. El dolor vino de pronto, penetrante. El pene se había convertido en un arma.
—¡Dilo! — ordenó respirando agitado—. Los niños son torturados hasta que dicen la primera mentira.
—Los niños...Ella gritó nuevamente cuando él la penetró más profundamente.
—Donde la voluntad es rota por la represión —dijo él susurrando las palabras entre los dientes.—Donde la voluntad es rota...
Jeanne empezó a sollozar debido tanto a la humillación como al dolor. Paul renovó su asalto, su cuerpo entregado a un ritmo urgente y creciente. Era enorme en ese lugar virgen.
—Donde se asesina a la libertad —dijo él.
—Donde se...
—El egoísmo asesina a la libertad. Clavó los dedos en su carne como si ella se pudiera evaporar y escapar de él. Ya no era posible escapársele ni rechazarlo y sus sollozos sólo servían para que él la penetrara más profundamente.
—La familia...—La familia —repitió ella con un largo y agónico gemido.
—Tu familia de mierda, de mierda —susurró él acabando—. ¡Oh por Dios!
Jeanne quedó echada sobre el piso, totalmente desamparada. Pasó el espasmo, pero Paul no salió de ella. Le tomó el cabello con una mano y le hizo girar la cabeza en dirección al hueco secreto. Con la otra mano, levantó un poco la tabla.
—¡Abrela! —le ordenó.
—¿Por qué? —preguntó Jeanne aún gimiendo. ¿Qué más podía querer después de esta última y devastadora degradación?
—¡Abrela! —repitió él.
Jeanne levantó la alfombra poniendo al descubierto una cavidad no más grande que un ladrillo. Estaba vacía.
Paul rodó a un costado y quedó echado en el piso. Ahora todos los orificios habían sido violados; todos estaban vacíos. El vacío de Paul permanecía insatisfecho.
Lentamente, Jeanne se puso los pantalones, reprimió los sollozos y se limpió la nariz con la manga de tela rústica de su blusa campesina.
Podría haberse ido entonces, pero sintió que su propio poder estaba creciendo. El no tenía derecho a tratarla de ese modo, como a una esclava.


Fragmento de "El último tango en París" de Robert Alley









3 comentarios:

  1. ahhh!
    ideas grabadas a fuego en nuestra memoria.
    obsesiones...
    saludos
    f

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  2. jopé, había visto la escena muchas veces, pero no recordaba el diálogo. Tengo que volver a ver la peli, o quizás leer el libro, ¿merece la pena el libro?

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  3. A mi no me gusto el libro, pero igual y es por mis ideas , jejeje.

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