miércoles, 31 de octubre de 2012

Historia BDSM- Tercera parte

Viene de Aquí

Hace mucho leía a "Boogie el aceitoso", curiosa caricatura hiperviolenta de Fontanarrosa. En uno de los capítulos en los que Boogie está ayudando a su vecino con una reparación, éste se queja de la violencia en el mundo; pero no sólo de la violencia física, sino del ruido, la contaminación y el estrés, que son a su vez una forma de violencia que nos agrede. Boogie agarra unas pinzas y comienza a torturar a su vecino, a la vez que le explica que eso que describe no es violencia, que la violencia debe doler físicamente.

Así podemos describir el BDSM que inventó el marqués de Sade a finales del siglo dieciocho. Antes de él hay escritos que describen la flagelación; pero Sade traspasa todo límite en sus escritos y refleja el sadismo en su más pura esencia: el dolor ajeno como disparador sexual, independientemente del contacto sexual:


Respecto a la flagelación activa, ¿puede haber en el mundo una voluptuosidad mayor para seres endurecidos como nosotros? , ¿hay alguna que dé mejor la imagen de la ferocidad, que satisfaga más, en una palabra, esa inclinación a la crueldad que hemos recibido de la naturaleza?... ¡Oh Juliette!, someter a esta degradación a un objeto joven, interesante y dulce, y que tenga la mayor cantidad de afinidades posible con nosotros, hacerle experimentar duramente esta forma de suplicio, cuyos alcances tienen todos por emblema la voluptuosidad, divertirse con sus lágrimas, excitarse con sus penas, exaltarse con sus saltos, inflamarse con sus brincos, con esos retorcimientos voluptuosos que arranca el dolor de la víctima, hacer correr su sangre y sus lágrimas, encarnizarse con ellas, gozar sobre su bonito rostro de las contorsiones del dolor y de los juegos musculares impresos por la desesperación, recoger de su lengua esos chorros púrpura que tan bien contrastan con el tinte de los lirios de una piel suave y blanca, aparentar que te calmas un momento para aterrorizar a continuacióncon nuevas amenazas, y no realizar las amenazas más que con otros refinamientos más ultrajantes y más atroces todavía, no ahorrar nada dé cólera, y recorrer con la misma rabia las partes más delicadas, las mismas que la naturaleza parece haber creado para homenaje sólo de los tontos, como el pecho o el interior de la vagina, como el mismo rostro. 
Fragmento de Juliette, libro 1

Sade escribe sobre flagelación pasiva como un medio de inflamar los goces y sensibilizar el cuerpo; pero habla de la tortura como el fin de la sensualidad y de la destrucción de el objeto (que no persona) como la máxima sublimación del placer.


¿Cuál es el objetivo del hombre que disfruta? ¿No es el de dar a sus sentidos toda la excitación de que son capaces, a fin de llegar mejor y más cálidamente, por medio de ello, a la última crisis... crisis preciosa que caracteriza el placer de bueno o de malo, según la mayor o menor actividad con que se ha alcanzado esta crisis? Ahora bien, ¿no es un sofisma insostenible atreverse a afirmar que es necesario para mejorarla que sea compartida por la mujer? ¿Acaso no es evidente que la mujer no puede compartir nada con nosotros sin arrebatárnoslo, y que todo lo que ella roba debe ser necesariamente a nuestras expensas? Yme pregunto entonces, ¿qué necesidad hay de que una mujer goce cuando nosotros gozamos? ¿Existe en esta actitud otro sentimiento que el halago querecibe el orgullo? ¿Y no se obtiene de una manera mucho más estimulante la.percepción de este sentimiento orgulloso obligando, al contrario, con dureza a esta mujer a dejar de gozar, a fin de hacernos gozar, a fin de que nada le impida ocuparse de nuestro goce? ¿La tiranía no halaga el orgullo de una manera mucho más viva que las buenas obras? En una palabra, ¿el que impone no es el amo con mucha mayor seguridad que el que comparte? Pero ¿cómo se le pudo ocurrir a un hombre razonable que la delicadeza tuviera algún valor en materia de placer? Es absurdo querer defender que sea necesaria; jamás añade nada al placer de los sentidos: digo más, lo perjudica. 
...
Es una desdicha despreciable que, para el incremento de la voluptuosidad del hombre,tenga que descuidar o turbar la de la mujer, pues si bien esta turbación le hace ganar algo, lo que pierde el objeto que le sirve no le afecta en nada. Debe resultarle indiferente que este objeto sea feliz o desdichado, con tal de que le resulte deleitable; no existe realmente ningún tipo de relación entre este objeto y él. Sería, pues, una locura ocuparse de las sensaciones de este objeto a expensasde las propias; absolutamente imbécil si, para modificar estas sensaciones ajenas, renuncia al mejoramiento de las propias. Dicho eso, si el individuo deque hablamos está desdichadamente estructurado de manera que sólo se conmueve si produce, en el objeto que le sirve, sensaciones dolorosas, confesarás que debe entregarse a ellas sin remordimientos, ya que está ahí para disfrutar, prescindiendo de todo lo que pueda resultar para ese objeto.

¿Tiene esta filosofía algo qué ver con el Sadomaso, la dominación y rollos de nuestra época? En el plano práctico muy poco, pero en el plano de influencia tiene todo qué ver, y no se trata sólo del término "sadismo" que viene de su nombre y que se ha utilizado de una manera bastante platónica; se trata de que este autor maldito desaparece por un siglo para ser rescatado más tarde en el siglo 20, e inspirar a toda una generación; generación que terminaría inventando el BDSM como lo conocemos hoy.

Toda la parafernalia de los látigos, tacones, cuero, etc, están ausentes de la literatura sadeana, aquí lo que manda es la desnudez, algo poco común en aquella época; hay calabozos, pero el escenario es real, la tortura es real y las víctimas mueren, no disfrutan; no son masoquistas, pues, porque ello no excitaría a un verdadero sádico.


Sigo pronto.


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