sábado, 16 de abril de 2011

Los amantes de Pierre Bisiou

Me quedo sorprendido que en modernas épocas aún puedan hacerse best-sellers de una simple fantasía erótica......por muy bien escrita que esté. Uno pensaría que necesitas un poco más de tema para un éxito de librería que el típico "el le soba, ella se deja, él se la mete, salen de la tina, ella se inclina, el eyacula," etc.

"Los amantes" es un libro de chaca-chaca-chaca-chachaca, fuertemente basado en la fantasía, el momento romántico, el besito y sobre todo el sexo anal.

El texto sigue la voz de un narrador varón platicando con su amada. El es un hombre experimentado que gusta de la sodomía activa. Ella es una mujer muy joven, pasiva, casi objeto, que se somete y se deja amar.

Entre encuentros eróticos, memorias de viejas amantes y fantasías sexuales transcurren los capítulos sin ir a ningún lado, sólo el presente.

Empujas con toda tu fuerza contra mí, nos esforzamos para cuadrar nuestros ritmos. Te envergo con largas y tranquilas embestidas que irradian por toda tu pelvis, minada desde arriba. Es muy sano y bueno hasta la locura. Así hasta que al cabo de un tiempo la estrechez de la bañera nos sugiere un cambio de posición.

Saco mi polla, que agito en el agua jabonosa.
Te doy la vuelta en el agua, caliente, perfumada, calma. Te hundes en ella hasta no dejar más que tu carita luminosa en la superficie y tus piernas bien separadas a un lado y otro de la bañera. Yo me yergo entre ti, de rodillas, mi verga en posición de firmes debajo del agua, y no dejo de manipularla lentamente, sonriendo al verte tan hermosa. Y tú también te masturbas, solo en el bello botón, tú también, lenta y apacible, dejando que tu culo vuelva a cerrarse blandamente, haciendo esclusa sin tragar agua, esperando la continuación, incluso reclamando la continuación:
—Tengo ganas, ven, agárrame pronto, tengo ganas, mis nalgas... —dices inclinándote hacia mí.

Hay fantasías:

—Ella te lubrica el coño con sus besos húmedos. Tienes ganas de un dedo, pero no te atreves a pedirlo. Tienes ganas también de que todo se detenga, de estar besándote con ella toda la noche allí, en la habitación señorial, pues acabas de enamorarte de esa pelirroja recubierta de encajes y lacitos preciosos.

»Pero se aparta, pues los hombres entran en la sala. Detrás de ti, sientes como vuelve a coger la correa anudada alrededor de tu cuello.
...
—Los hombres ocupan su puesto. Como en una película porno afectada, visten de frac, de traje, pero a menudo, por la bragueta desabrochada, cuelga una verga blanda y enorme. Algunos llevan antifaz. Las asistentes, en corsé, dirigen tus miembros con las cadenitas: quieren que tengas la cabeza muy inclinada, las piernas en M, las manos a lo largo del cuerpo, agarradas firmemente al relieve de la poltrona. Todo con elegancia.
»Entra un tipo que no toma asiento, sino que se dirige derecho hacia ti, detrás de ti, empalmado como un asno, ¡y hunde directamente el rabo en tu boca! Te ahogas, mi novicia, te ahogas pero no por mucho tiempo. Has tomado lecciones. Transfieres el aliento de la boca a la nariz, abres mucho la garganta. La saca, apartado por la guía. Ella te babea la boca con una especie de miel, se retira, vuelve a colocar al hombre, lo empuja por las nalgas y en ese mismo instante sientes cómo alcanza tu campanilla. Te satura con su polla enorme.


Y hay presunciones de viejos amantes:

—¿Tienes buenos recuerdos? ¡Cuéntamelo todo!

—Tenía una amiga a la que lo que más le gustaba era que le lamieran el culo. Lo pedía sin cesar. La polla era demasiado para ella, pero lo que es la lengua, la reclamaba a menudo. Ya te he hablado de ella, Marine.
—¡Qué cerda, esa chica! ¿Y luego quién más?
—Pauline. ¿Sabes? Quería que yo la azotara mientras...
....
—Había una, la pequeña Ludivine, que gritaba indecencias.
—¿De verdad?
—Sí. Sobre todo cosas del estilo: «Perfórame el culo, hazme daño, ¡destrípame!», pero no habría soportado la menor rudeza, ¿eh? Era un poco como tú, la excitaban las palabras
—¿La querías?
—No, no lo sé, era muy rara. Un poco agobiante.
—¿Qué hacía?
—Además le gustaba que le meara encima.
...
—¿Y qué más hacía?
—Se masturbaba el ano debajo de la ducha, decía. Nunca supe si era verdad o no.
...
—¿Te he hablado ya de mi Ondine?
—Ya no lo sé, ¿quién era?
—La de Estrasburgo.
—Esa me suena, ¿y...?
—Hacía una cosa muy loca con su culo: follábamos de formas muy corrientes, pero cuando teníamos que separarnos (cada uno estudiaba en un sitio), por la mañana, antes de irse, me pedía que la enculara muy deprisa, el tiempo justo de que el petardo se corriera y, hop, se iba. ¡Daba para dos o tres sacudidas, nada más!
—Bah, ¿y cómo hacía luego para...? Ay, a mí no me gustaría...
—Me importa un bledo; ahora lo que tengo es ganas de metértela otra vez...
Hemos hablado tanto, ella se ha acariciado tanto, que ya no puedo más; ella lo presiente y se da la vuelta ofreciendo su trasero adorable a mi concupiscencia y su ojo marchito a mi glande. Es una anfitriona delicada.
La ensarto de un golpe. ¡Está blanda como una miga golosa!
...
Sin embargo, recuerdo que me contó varios delirios sexuales extremos que corrían en ciertos back-rooms del ambiente. Era cuestión de establecer récords fabulosos , fist-fucking, arm-fucking, foot-fucking y, con esplendores de gran guiñol, ¡la loca esperanza de un amante homo que buscaba una pareja mítica y una solución práctica para un último y apocalíptico head-fucking!
Hay que aceptarlo: nosotros, los heterosexuales, éramos como niños. Mejor no digo esta boca es mía.

Si preguntan mi opinión, es pornografía bien escrita, va directo a los genitales y se repite todo el tiempo. Como la narración no va a ningún lado, la historia pudo haberse escrito en tres capítulos y hubiera tenido la misma relevancia.

Y ya......la verdad no hay mucho qué decir, es una novela se sexo puro y duro, muy enfocada al público femenino en el tratamiento del romance; muy enfocada al público masculino por la sordidez de las descripciones del sexo anal.

Bien, para regalar a un amante que no quiere descruzar las piernas.




Perversógrafo: Sexo oral, vaginal, anal, homosexual, en el baño, en público, extremo, fantasías, juguetes sexuales, pornografía, masturbación, promiscuidad, virginidad, sometimiento, masajes, beso negro, sumision, irrumación.

Los amantes
Pierre Bisiou
Alfaguara, Debolsillo
2010
ISBN: 978-84-9908-302-5
178 pags

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