En mi opinión, éste es un libro pseudo-autobiográfico, donde el autor refleja sus deseos sexuales recurrentemente: una atracción por las niñas y los niños como objetos de deseo y una curiosa fijación con la masturbación. Está ambientada en la Rusia inmediatamente anterior a la revolución.
Más de la mitad del libro, la dedica a platicar sobre su infancia; relata las costumbres rusas desde una óptica de quien ha pasado años en un país europeo católico, el tono y detalle de las comparaciones no deja lugar a dudas. Muestra que desde niño fue una persona inteligente y con una gran curiosidad científica, pero con una total inocencia por los temas sexuales.
Cuenta sus juegos sexuales con su hermanastra, quien desde la infancia tenía pulsiones sexuales. Tuvo también sirvientas que lo trataron de inducir al fornicio, pero él, sin entender, siempre se retiraba y guardaba una prudente distancia. Menciona también los usos de los padres rusos, que permiten a sus hijos una total libertad, rayana en la indiferencia, y las diferencias en la cultura rusa, que acepta hasta el incesto mientras no haya escándalo, cuyas clases campesinas son abiertamente sexuales, casi como animales, y donde el clero no le toma importancia a la confesión de los pecados.
La mitad del libro versa sobre su supuesta inocencia a pesar de todas las oportunidades que tuvo de descubrir cómo se hacen los niños.
Un buen día, antes de cumplir 11 años, descubre unos libros sobre el embarazo y sobre enfermedades venéreas y todo se rebela ante él. A pesar de haber tenido frotamientos en la entrada de la vulva con algunas niñas, hasta ese momento era bastante inocente, a partir de allí es iniciado por una vecina de su edad y se despierta el monstruo de la sexualidad en él.
Desde ese momento, sus habilidades académicas se ven nubladas por una vida sexual completamente erotomaníaca, centrada en la vulva como fuente de placer, y sin distinguir condición social o marital de las mujeres. Es frecuentemente "iniciado" por mujeres mayores o casadas, gracias al juego de seducción donde él se decía ignorante en asuntos de jodienda, y ellas lo tomaban para salvarlo de los males de la masturbación y la prostitución.
Fornica con muchas criadas, a las que compraba por un regalito, un dulce o cualquier cosa. Las clases sociales bajas son una y otra vez tratadas como hipersexualizadas, parecidas a animales que fornican en público sin ningún decoro.
Conoce a una chica con la que tiene las más locas aventuras sexuales, ya que ella, al no tener acceso frecuente a su novio, necesita cubrir sus necesidades, y eso no se ve mal en Rusia. Un dato curioso es que el libro habla de la pederastía y la pedicación, pero se refiere a la homosexualidad masculina (al coito anal en específico). Creo que en el español el uso de ese término para referirse a la homosexualidad es anterior a 1850, y puede deberse a que las frases en latín están una y otra vez por todo el texto.
Una vez Nadia asomó la parte superior de su cuerpo detrás de las cortinas corridas mientras yo la copulaba more ferarum. Cuando nos veíamos primero solíamos leer una obra lasciva, los cuentos de Boccacio por ejemplo, o las novelas naturalistas francesas; cuando ya estábamos lo bastante excitados por la lectura, nos desvestíamos y hacíamos el amor. Guiado por los libros, se me ocurrió la idea de pacticar con Nadia e coitus inter mammas y la irrumatio; mientras yo trabajaba sus organos sexuales con la boca y la lengua, ella cogía mi pene con la boca y hacía la fellatio. Como yo le había explicado que las mujeres se introducían en la vagina diferentes objetos, me pidió que la masturbase metiéndole velas, llaves, lápices, barras de lacre, etc, en la vagina. Le dije que el cosquilleo del orificio de la uretra debería resultar particularmente agradable para las mujeres (así lo había leido); más tarde, me autorizó a excitarle la uretra con todaclase de objetos afilados, por ejemplo, con horquillas de concha para el pelo. Nadia no sabía nada de la pederastía, tuve que explicarle cómo se llevaba a cabo el coito entre varones. Cuando le dije que había individuos que gozaban cuando les introducían el pene por el eno, el hecho le interesó tanto que me preguntó si no podí podía practicar con ella la paedicatio. Accedí a su deseo y sólo pude consumar el acto con gran esfuerzo y tras numerosos intentos infructuosos. Esta forma de copulación agradó a Nadia, aunque al principio el acto le resultó doloroso. A partir de entonces, practicamos la paedicatio bastante a menudo. Nadia decía que no era lo mismo que el coito vaginal, pero que era agradable para cambiar.
A los 20 años tiene que dejar la escuela ante la imposibilidad de continuar sus estudios, pronto le consiguen un trabajo en Italia y deja Kiev para establecerse en Milán. En Milán descubre una sociedad más pudorosa, donde desvirgar una jovencita significa echarla a perder, y hacerlo con una mujer casada significa insultar a la familia; así, por miedo a las enfermedades sexuales, renuncia al sexo, con lo que logra terminar una carrera de ingeniero a los 27 años, y conseguir una novia con quien llevaba una casta relación.
A los 32 años se va a vivir a Nápoles, donde encuentra una sucursal de Sodoma y Gomorra: nos explica que cualquier familia estaba ávida de vender a sus pequeños hijos e hijas, a condición de que no las desvirgaran; las niñas y jovencitas parecen ser más viciosas que una prostituta, y tienen unas costumbres bastante maniacas, mamadoras, tribadicas, masturbatorias y un largo etcétera.
Por curiosidad, alquila un par de hermanas quienes después de mucho tiempo (o sea, después de muchas mamadas, frotamientos y otras linduras) lo inician en el maléfico vicio de la masturbación. El angelito se obsesiona tanto con la masturbación (que nunca había probado), que se envicia, y ahora sólo recurría al sexo como experiencia para su solitario vicio. Llega el grado de poner en peligro su trabajo, siempre buscando niñas, siempre buscando prostitutas, hasta que un día enferma de gonorrea y hace un alto en el camino.
Se avergüenza mucho de su gonorrea, pero más de su vicio por la masturbación, así que rompe la relación con su novia al considerarse indigno para el matrimonio (curiosamente nunca se avergüenza de su paidofilia)
A partir de aquí, el libro se vuelve un listado frenético de manías y obsesiones sexuales, relata relaciones de hombres con patos, de mujeres con mastines, de orgías y pirámides humanas. Se centra en un vouyerismo hacia las niñas, a las que considera a su vez exhibicionistas. Llega al extremo de relatar un encuentro sexual entre un par de bebés y termina con una disertación sobre los beneficios de no tener la circuncisión. Las clases bajas siempre son tratadas como hipersexualizadas, quizás porque para el autor "son pobres por ser cachondos".
El libro es notablemente explícito en sus relatos de la infancia, y bastante parco es sus relatos de adulto cuando no involucra niños. Hay un tono de advertencia o de moraleja que no llega a cuajar al final, algo como decir que los niños no son tan inocentes como se pretende, o que cuidemos más de ellos, o que el sexo apendeja y la masturbación te vuelve tan estúpido e inútil como diputado mexicano, que el pobre es pobre por caliente y que la templanza trae la prosperidad......no lo entiendo bien, pero el tono del libro deja dudas de que se trate de un simple tratado erótico......se trata de, como dice el título, una confesión sexual de un agnóstico.
Interesante, con todo, lo disfruté.
Perversógrafo: Sexo vaginal, anal, oral, entre las tetas y entre los muslos, irrumación, homosexualidad, lesbianismo, masturbación, zoofilia, efebofilia, como se llame el sexo entre niños, paidofilia, prostitución, seducción, sueños húmedos, posturas sexuales, juguetes sexuales, vouyerismo, exhibicionismo, estupro, orgías, tríos, 69.
Confesión sexual de un anónimo ruso
Lo mejor, estas frases (tuyas): ...la masturbación te vuelve tan estúpido e inútil como diputado mexicano, que el pobre es pobre por caliente y que la templanza trae la prosperidad.
ResponderEliminarQué manía de moralizar estos literatos perversos!
Yo creo que la falsa moralina (igual que el humor) es usada por algunos autores como una manera de no ser clasificado como pornógrafo.
ResponderEliminarTambién el erotismo sin transgresión, simplemente no tiene el mismo efecto.
Pero en el caso de éste libro, se trata de algo mucho más interesante, yo tengo mis sospechas de que el autor no moraliza por arrepentimiento o por algún motivo personal.
Creo que el diario fue escrito específicamente para que lo leyera un psicólogo, y por eso el autor desaprueba su propia conducta.
Jajaja.
ResponderEliminarMe hace gracia esto de la "moralización", porque es cierto y porque me recuerda cómo comienza y concluye El Jardín perfumado, que a quien le pide disculpas es al mismísmo Ala.
Pos allá ellos.
Saludos
Jorge
Bueno, en mi rancho decimos que "mas vale pedir perdón que pedir permiso"
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