El matrimonio era para los aztecas el lugar para el erotismo, los deseos sexuales eran atribuidos a energías o emanaciones divinas que podían conjurarse y dirigirse a la persona amada. Las deidades eróticas de los aztecas son bastante interesantes.
Xochiquetzal es mi diosa favorita; en el panteón de los terribles dioses aztecas, ella es la jovencita de las maneras exquisitas. En una lámina del códice Borgia, ella aparece en una postura tradicional de las diosas de fertilidad (madre tierra) de todo el mundo: Desnuda entre dos surcos de maíz recibiendo la lluvia de semen que Tláloc, dios de la lluvia arroja sobre ella y las tierras de labor.
Pero es en otra representación del Código donde ella aparece en su otra representación; una abiertamente erótica donde Xoxhipilli es incitado a la lubricidad por una Xochiquetzal desnuda que se deja acariciar los senos. A su izquierda, Xochiquetzal vestida castiga al dios jalándole los cabellos.
Xochiquetzal, la "diosa de las flores de plumaje hermoso"; deidad por excelencia de las hilanderas, tejedoras y bordadoras (que hacían objetos para el placer), a quienes transmitió su afición por el placer sexual, tiene la dualidad de incitar al erotismo y de castigar los excesos. Xochiquétzal representó a las prostitutas y "malas mujeres". Ella fue la gran seductora, la "ramera" que tentó al casto Quetzalcóatl (un "mesías" azteca).
Ella encarnaba la juventud, el amor y la belleza, y fue mujer ilícita de varios anónimos dioses aztecas, y al referirse a ella, encarnaba el sexo con fines de placer y no reproductivos.
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