sábado, 14 de abril de 2012

El pavo navideño


Llamaba a la puerta y, mientras esperaba a Nadine, su dominadora, se sentaba en el suelo, juntaba las rodillas contra el pecho y pegaba los codos a las mejillas...
El ama Nadine abría la puerta y exclamaba: -¡Vaya! Me han traído el "pavo" de Navidad. Agarraba a su cliente por los pelos, por la parte de la nuca, y lo arrastraba a la cocina, donde le introducía una ristra de bolas en el ano y otra en la boca del "pavo". Colocaba unas ramitas de tomillo bajo los sobacos, y dientes de ajo en las orejas y en la nariz. Después lo ataba.
Se había construido él mismo un horno, adecuado a su tamaño, con un plato de ducha de plástico y tres paneles de plexiglás. Mediante unos mandos se regulaba la temperatura e iluminación interior. Una vez el "pavo" se hallaba dentro, su ama tenía que pasar una y otra vez por delante del horno, ataviada con botas de charol, tacones de aguja y body de cuero, pero sin perder nunca el aire marujón de un ama de casa que prepara la cena.
El podía oír los ruidos: el del cuchillo, la batidora, las idas y venidas, el agua del grifo, etc. Ella abría el horno de vez en cuando, pinchaba con la punta del cuchillo para vigilar el punto de cocción, recogía la salsa del fondo de la cubeta con un cucharón enorme y rociaba el "pavo" asado para que estuviera más
jugoso.
Cuando parecía ya en su punto, el ama ponía la mesa, sacaba el asado del horno, y lo preparaba junto con ensalada, arroz y otros acompañamientos. Invitaba a sus amigas, y todo se desarrollaba con  la mayor seriedad...
-¡Nadine! -exclamaba una amiga-, ¡a tu asado le faltan unos cinco minutos de cocción!
-¡Vuelve a meterlo en el horno! -añadía otra. Mientras acababa de asarse, ellas intercambiaban recetas de cocina. Por fin Nadine, armada con un enorme cuchillo y un tenedor, simulaba el trinchamiento. En ese instante, el ave eyaculaba...

Fragmento de "El ama, memorias de una dominadora" de Annick Foucault

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