lunes, 9 de abril de 2012

Llámalo deseo de José Luis Rodríguez del Corral

Hay una enfermedad gravísima que se llama "El mal del zopilote estreñido", que se dice afecta a aquellas personas que "se la pasan toda la vida planeando y nunca obran", como hace el constipado buitre. Hay libros completos sobre estas personas que me traen tan malos recuerdos que en general me causan repulsión.

Este es uno de esos libros....y no. La diferencia es que en este libro, todo les sale bien a los protagonistas en el largo plazo, por lo que también me debería traer buenos recuerdos.....pero no estamos aquí para hablar de mis historias sino de las historias de OTROS tipos raros.

Aquí uno de los ganadores del concurso La Sonrisa Vertical, el último premio, a decir verdad, el del 2003. Un libro simple de leer, en cuanto a que sólo tiene cuatro personajes. Cuatro personajes con una visión distinta del erotismo, una historia de cómo desarrollan ese erotismo-embrionario y lo convierten en un erotismo vivo a través de compartirlo entre ellos.

La historia juega todo el tiempo con los conceptos de sumisión, cacería, seducción, bondage, dominación y entrega; pero no se puede considerar que sea una novela de especialidad. Tampoco se puede decir que se explote el sexo como una manera de llamar la atención, ya que apenas se cuentan unos cuantos encuentros sexuales en el libro.

Héctor es un burócrata joven y poco atractivo, con fantasías sexuales de mujeres atadas y en un estado de inconsciencia. La mayor parte del tiempo libre se la pasa buceando en el fondo de la piscina como un escape a la realidad. Es virgen, adepto a lo cómics, a la pornografía y a la masturbación.

Belén es una chica que se siente poco agraciada físicamente. Tiene un amante de ocasión con el que tiene sexo maquinal y aburrido para ambos. Aunque se siente muy madura, sexualmente hablando; en realidad es una mujer en tránsito hacia la edad adulta. Ella trabaja de dependienta en una boutique, desde donde había visto a Héctor y a otra mujer (Claudia) entrar y salir del sex-shop frente a su trabajo. Ella decide conocer a ambos y ayudarlos a salir de sus demonios sexuales.

Un día, Belén está nadando en la piscina a la que Héctor va a bucear. Héctor la ve en un traje de neopreno que le inhabilita las manos, por lo que su fantasía se despierta. Ella decide seducirlo.

Al mismo tiempo, tenemos el caso de otra pareja; un joven matrimonio de buen ver y buena posición económica, quienes están distanciados sexual y emocionalmente. El acaba de perder los pies en un accidente de motocicleta, deprimido y  muerto en vida. Ella (Claudia), conservadora, apenas se da cuenta de la afición de su marido a la pornografía de especialidad.

En este punto de la historia, Claudia hace algo para "volver a su marido a la vida", en lugar de reclamarle el que tenga fantasías de dóminas BDSM teniendo sexo lésbico, decide rentar películas y dejarlas a su alcance para que deje de sufrir. En el momento (para mí) más emotivo del libro, esto causa que la pareja vuelva a amarse y que él despierte a la vida.

Claudia dice que cuando la gente se enamora o se encapricha se siente hermosa.

Belén cree en el sexo como un algo mecánico, no como una pasión, y ve en la sumisión de Héctor algo humillante. Después de intimar con Héctor, un buen día se emborrachan y decide visitarlo en su departamento, que previamente él había limpiado preparándose por si se daba la ocasión. Héctor se puede masturbar, o puede tener sexo oral, pero no puede tener sexo con ella.

Durante la noche, al encontrarla desnuda, inmóvil e inofensiva, cumple una fantasía con ella y al fin puede completar la faena. Belén comprende sus gustos al fin, al recordar el libro "La casa de las bellas durmientes" de Kawabata aunque no los comparte. Rompe con el amante al ver que el sexo es algo más. Belén se veía a si misma como maestra, y terminó siendo alumna.


Sentía el glande inflamado, grueso, sobre mi vulva, que se abría como una boca insaciable, y con un movimiento hacia arriba me lo introduje y ya no lo dejé escapar. Poco a poco la fui metiendo entera, con ondulantes movimientos naturales, no aprendidos, deslizándola dentro de mi coño suave como la seda, mientras él permanecía tenso y quieto, como si no pudiera creer lo que le estaba pasando, exhalando maravillados quejidos hasta que, incapaz de soportarlo, la clavó hasta el fondo una y otra y otra vez, con brutales acometidas que me zarandeaban entera. Se corrió de inmediato bramando 
como un toro, anonadándome con la potencia brutal de su orgasmo, gratificándome de modo inesperado con un éxtasis que iba más allá del placer físico, colmando un atávico anhelo de posesión y plenitud. No me corrí, quizás con el alcohol no hubiera podido aun de haberlo intentado, pero yo no tenía ganas de tocarme y él no me tocó. 



Desde ese momento Belén comienza a distanciarse de Héctor, que vuelve a la masturbación, pero que ya ha cambiado por dentro.

Desde que Claudia vio a Belén, tan poco agraciada y tan menuda, se le antoja como un buen regalo sumiso para su esposo, con quien las relaciones iban viento en popa gracias a la ayuda externa de los vídeos.

Un día Claudia hace contacto con Belén y le propone hacer un trío. Antes que Belén buscara a Claudia, ella es seducida en lugar de ser la cazadora.


"¡Fóllatela, fóllatela!", rugió salvaje mientras con una mano azotaba mis nalgas enfebrecidas, que no podían dejar de moverse. "Pero bésame a mí, a mí", le dijo entregándole la boca. Su otra mano bajó entonces compasiva y malvada, apoderándose de mi clítoris, atrapándolo entre sus dedos cubiertos de negro satén. "Puta", me dijo, mientras me masturbaba acompañando el movimiento con que entraba y salía de mi coño la polla de su marido. "Puta", repitió, intensificando el ritmo para acabar cuanto antes, cogiéndome a manos llenas el culo. Su cara junto a la mía ante el espejo de los ojos de Luis, que nos miraban desorbitados. Quería aguantar más tiempo, mucho más, pero mi deseo se volvió incontrolable y un latigazo surgido de la misma base de la columna vertebral agitó mi cuerpo, mi coño se contrajo espasmódico apretando el falo, que no lo soportó y se empinó violento para después derramarse en un paroxismo. Un fogonazo de placer deslumbró mis sentidos y me derrumbó, gimoteante, sobre su pecho. Él bramaba como si fuera algo más que un hombre, un monstruo semihumano. Claudia nos contemplaba horrorizada y fascinadaa un tiempo. Había llevado el juego hasta sus últimas consecuencias, implícitas desde el principio.


Para no hacer el cuento largo, en el trío las cosas se salen de control y terminan mal; sin embargo, poco tiempo después Claudia y su marido se van a dar la vuelta al mundo, felices de haber trascendido, y Belén descubre que fue utilizada e ingresada al mundo del sexo adulto.

Sin embargo, los cuatro trascienden y son felices al final.

Las mujeres tratando de hacer que el mundo sea mejor para alguien a través del cumplimiento de sus fantasías; hombres raros o muertos en vida que les dan a ellas algo que no tienen: Fantasía.

También de planear se vive, como los zopilotes, pero si tenemos alguien con quien obrar, la cosa está redonda. Entiendo porqué ganó el prestigiado premio.




Perversógrafo: Sexo vaginal, oral, masturbación, Sadomasoquismo, vouyerismo, pornografía, bondage, lesbianismo, sumisión, dominación.



Llámalo deseo
José Luis Rodríguez del Corral
Tusquets Editores
La Sonrisa Vertical
España, Marzo 2003
ISBN: 978-84-8310-872-7
192 pág.

1 comentario: