Antes de que entren las hordas a incendiar el blog......lo de la fotografía no es Nyotaimori en sentido estricto |
En la literatura erótica hay ejemplos de ésto ¿pueden ser el precedente?:
Recibí a los caballeros con mi mejor estilo y les ofrecí una cena excelente en la que la conversación discurrió amena secundada por los vinos. Al llegar el plato final, me excusé diciendo que iba a la cocina a supervisar la presentación. Adentro, me quité el traje de noche (cuando recibo a caballeros no acostumbro llevar cantidades de ropa interior, y menos en aquella ocasión), me subí a una silla y me coloqué en una inmensa fuente de plata que Salé había pedido prestada en las cocinas del príncipe de Orleans, Me tumbé de lado con la cabeza apoyada en la mano. Salé se aproximó acompañado de Yves, un lacayo que acababa de tomar a mi servicio y que llevaba una gran bandeja con platos llenos de mazapanes, cremas y pastas de distintos colores. Con la destreza y habilidad que le daban fama, Salé comenzó a decorar mi cuerpo desnudo con rosetas y lengüetas de cremas, confeccionadas con una mezcla especial para que el calor de mi cuerpo no las derritiese antes de llegar a la mesa.
Conforme Salé echaba regueros de crema sobre mis caderas y aplicaba primorosos capullitos sobre mis pechos, no pude menos de observar cómo Yves -elegido, como todos mis criados, por el equilibrio entre buen mozo y servicial, y que era un joven de una pujante virilidad prometedora- mostraba un interés especial en el trabajo de repostería. Sus nudillos estaban más blancos de lo que habrían estado aunque hubiera tenido que aguantar una bandeja diez veces más pesada y la pernera del pantalón delataba que la actitud hacia su ama era más calurosa que respetuosa.
Rematada la decoración con una uva sin pelar en la hendidura de mi ombligo, Salé aplicó una barbaridad de merengues por toda la bandeja, completando el efecto con una rociada de azúcar helado. A continuación me cubrieron con la tapadera de la bandeja y oí a Salé llamar a los otros dos criados. Poco después sentí cómo me levantaban y me trasladaban por el pasillo hacia el comedor. Oí cómo al abrir la puerta cesaban las conversaciones conforme me iba acercando y ponían la bandeja en la mesa.
En cuanto quitaron la tapadera mi compensación fue verme rodeada de ojos incrédulos y bocas entreabiertas. Monsieur Paul, como yo me lo esperaba, fue el primero en reponerse de la impresión y con una frialdad afectada alargó el brazo, cogió la uva y se la introdujo morosamente en la boca. Para no sér menos, monsieur Perriport se inclinó sobre la bandeja y con la lengua se hizo cargo de la florecita blanca que Salé había puesto en mi pezón derecho. A continuación todos, menos monsieur Goubouges, que, como yo esperaba, se limitó como de costumbre a disfrutar observándolo todo, se fueron acercando, arrodillándose en las sillas o sobre la mesa, y pasaron por mi cuerpo lenguas y dedos para lamer aquellas dulzuras. El príncipe estaba tan enardecido por aquello, que no pudo contenerse y, sin parar en mientes, me poseyó allí sobre la mesa, con el consiguiente deterioro de la decoración que quedaba en mi cuerpo y la ostensible irritación de los démás, quienes sólo en respeto a la alcurnia contuvieron su violencia.
El príncipe acabó tan de prisa, que no tuvieron que aguardar mucho. Le lauriers est tout coupé, como solía decir mi amigo Théo. Como el centro de una mesa y un revoltijo de merengues, copas de vino y cubiertos no es el más adecuado ni cómodo lecho de placer.
Del libro "Confidencias de una cortesana" de Cora Pearl
¡Ah los últimos tres! Deliciosos.
ResponderEliminarPues pasando a dejar un saludo…. (me acabo de leer el Bajel de Josep Bras. Como habías dicho, mu´divertido)
Abrasivos
Pa' que vea que no los engaño.
ResponderEliminarSaludos
Oh, me paso a dejar un saludo y a curiosear por aquí, que me ha parecido muy interesante este blog. A ver que encuentro, ¡un saludo!
ResponderEliminarPásale Paty.......escúlcale a ver qué encuentras.
ResponderEliminarSaludos