miércoles, 7 de noviembre de 2012

Historia BDSM - Cuarta parte

Viene de acá

¿Cómo se entendía en el siglo 19 lo que hoy es el BDSM? ¿Cómo lo reflejaba la literatura de entonces?
Durante la segunda mitad del siglo 19, Loepold Von Sacher Masoch publica un libro insólito: La venus de las pieles.
En dicho libro, el autor despliega sus más intimas fantasías: se humillado por una mujer y convertirse en su esclavo. ¿Ropa de cuero negro?, No, aún no, aquí se trata de elegantes vestidos y abrigos de pieles. ¿Dolor?, sí pero más psicológico que otra cosa.


—Sin duda, y así es como me explico el simbolismo que atribuye la piel al poder y a labelleza. Por esto, desde las primeras edades del mundo las adoptaron los reyes, y así también una tiránica nobleza tuvo la pretensión, mediante las leyes suntuarias, de reservárselas como un privilegio exclusivo, mientras a su vez los grandes pintores las destinaban a las bellezas grandes. Rafael y el Tiziano no encontraron fondo mejor que una piel oscura: aquél, para las divinas formas de la Fornarina; éste, para el cuerpo rosado de su bien amada.
—Le doy a usted gracias por esta disertación erótica —contestó Wanda—, pero no me loha dicho usted todo; usted añade aún otro sentido particular a las pieles.
—Ya le he dicho a usted y la he repetido que el dolor posee para mí un encanto raro, y que nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa. Esta mujer, este extraño ideal de aborrecible estética, me loimagino como el alma de Nerón en el cuerpo de Friné.
—Comprendo; eso da a la mujer algo de imperioso, de imponente.
.....
—De suerte que una piel despierta siempre en usted extrañas visiones —interrumpióWanda, envolviéndose, llena de coquetería, en su soberbio manto de piel, de tal modo, que la pelliza de cebellina de sombríos reflejos dibujaba maravillosamente su busto y susbrazos—. Y ahora, ¿cómo se encuentra usted? ¿Está usted ya medio atacado? 
Y sus ojos verdes, penetrantes, se posaron sobre mí con una extraña y dulce complacencia, mientras que, transportado de pasión, yo caía prosternado ante ella con losbrazos tendidos.
—Sí, usted ha vuelto a despertar en mí mis fantasías favoritas, dormidas hacía tanto tiempo.
—¿Cuáles? Y posó la mano en mi nuca. Bajo el calor de aquel contacto, bajo la mirada que me escrutaba con ternura a través delos párpados entornados, se apoderó de mí una embriaguez dulce.
—Ser el esclavo de una mujer hermosa; tal es lo que amo, lo que adoro.
—¡Y por lo mismo os maltrata ella! —interrumpió Wanda, riendo.—Me ata y me flagela, y me ofende con el pie, mientras pertenece a otro. 
La venus de las pieles de Leopold Von Sacher Masoch, 1870

De este individuo nos llega el término "masoquismo".

Unos años después, la literatura de la época Victoriana hace su aparición. Aquí ya hay elementos comunes en los libros: una señorita virgen es llevada a un cuarto de castigos y dejada en camisa para ser azotada en las nalgas por una mujer mayor a las órdenes de un viejo. Esta escena y una posterior desfloración se repiten hasta el cansancio en la abundante literatura erótica de la época.


De nuevo la odiada vara silbó en el aire y me cortó la carne magullada, tanto en el culo como en las caderas, escociéndome y llevándome a la agonía, pero él parecía tener cuidado para no derramar sangre; sin embargo, no tenía escapatoria, sólo era su deliberado plan de ataque, como para no agotar demasiado pronto a su víctima.
—Muerde, araña y lucha contra mis órdenes de nuevo; vamos, a que no te atreves. Miss Rosie, ya sabes lo que he de esperar de ti la próxima vez. No mereces misericordia, tu haraganería era bastante mala, pero tu conducta tan necia es aún peor; creo que hubieras sido capaz de matar a alguien con tu furia. Venga, muerde, araña, lucha, ¡eh! Muerde, ¿por qué no lo haces?
Así hablaba el viejo, calentándose cada vez más en su ataque, mientras mi sangre corría por mis pobres caderas.
Cada nuevo azote era una agonía espantosa, y debí de haberme desmayado, pero su forma de hablar actuaba en mí como si fuese cordial, además del dolor que sentía, una calidez y excitación muy agradable, imposible de describir, me fue llenando, cosa que sin duda tú, querida amiga, debes de haber sentido cuando estabas bajo mi disciplina.
Pero toda mi fortaleza no pudo suprimir más tiempo mis suspiros y gritos, y por fin creí morir bajo la tortura, a pesar de la exquisita sensación que con ella se mezclaba, y a pesar de mis ayes y gritos tensos, no volví a pedir misericordia. Mis solos pensamientos se ocupaban del deseo de vengarme, de cómo me gustaría latigar y cortar en pedazos a todos, especialmente al general y a Jemima, y hasta a la pobre y llorosa Jane. Sir Eyre parecía olvidar su edad y seguía su labor tremendamente excitado.
—¡Condenada! ¿No vas a pedir misericordia? ¿No te excusarás tú, putita de barrios? —silbaba entre los dientes—: Eres más fuerte y obstinada que toda la familia junta, una verdadera astilla de tal palo. Pero no soportaría que esta diabla me pegase, Mrs. Mansell, eso sí que no podría aguantarlo.
—¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! —gritó, y por fin el viejo asqueroso dejó caer la vara de su mano, mientras se hundía exhausto en la silla.
—Mrs. Mansell —resolló—, dele una buena azotaina, una media docena más, con una vara nueva, para ver si acabamos con ella, y que sepa de una vez que aunque ella puede agotar a un viejo, siempre habrá otros brazos fuertes que le administren justicia a culo tan atrevido.
La gobernanta, obedeciendo a su mandado, tomó una vara nueva de abedul y me golpeó deliberadamente, contando uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis (sus golpes eran fuertes, pero parecíame que no escocían tanto como los del viejo).
—Ya está —y me dijo—: Miss Rosa, podía haber puesto más empeño en esta labor, pero le tengo lástima, pues es la primera vez.
Casi muerta, y terriblemente herida, pero también victoriosa, tuvieron que llevarme a mi habitación. Pero ¿qué victoria? Toda destrozada y sangrante como estaba, y además con la certeza do que el viejo general renovaría su ataque tan pronto como tuviera la más rápida oportunidad.
La pobre Jane sonrió y lloró sobre mis nalgas laceradas, mientras me lavaba con árnica y agua fría; parecía estar acostumbrada a estos asuntos, pues cuando iba a retirarse a descansar conmigo (pues hice que durmiéramos juntas) le pregunté si a menudo había atendido y curado culos sangrantes anteriormente.
—Sí, Miss Rosie, pero debe guardarme el secreto y hacer como si nada supiera. Hasta a mí misma me han fatigado, pero no de tal forma como a usted, aunque siempre es cruel. A todas nos gusta después de la primera o segunda vez, en especial si no nos hacen sangrar mucho.
La confesión de Miss Coote, anónimo aparecido en la Revista La Perla (1879)

En esta época no sólo se repetían las escenas, y los personajes, sino que las chicas solían tener nombre comunes, como "Lady Pockingham" o Rose. Pero esta literatura no trascendió el siglo. La verdadera parafernalia del BDSM es del siglo 20, de la posguerra.

Ya termino.



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