Los fabliaux son pequeños poemas que narran una historia, pertenecen a un género que floreció en Francia entre los siglos XII y XIV, de contenido generalmente procaz y cómico. Se trataba de una ridiculización de los juglares de la épica caballeresca. En los fabliaux los personajes son previsibles: mujeres astutas, clérigos ignorantes avaros y lujuriosos, el desposeído que trata de salir de su miseria mediante el engaño.
Aunque se trata de ficción, las fabliaux son una muestra realista de la incipiente clase media francesa, contraponiéndose al idealismo de los romances y libros de caballería.
Hay un fabliaux que tiene especial interés para el erotismo: se trata de "Le Chevalier Qui Fist Parler les Cons" (El caballero que hacía hablar a los coños) Este pequeño cuento ha inspirado a más de uno en sus creaciones artísticas.
Un caballero en desgracia, habiendo empeñado todas sus armas y sin tener en qué caerse muerto, se va en busca de aventuras en un torneo con un premio muy atractivo, toma a su escudero, vende la yegua de su amo y recupera sus armas.
Encuentra a tres hermosas mujeres bañándose, supuestamente ninfas. Le pide al escudero que les robe los enjoyados vestidos y huya, al verse desnudas y desposeídas, ruegan al caballero por ayuda, por lo que él rescata sus vestidos "venciendo al malvado ladrón".
Ellas deciden recompensarlo: la primera le promete que al lugar en donde llegue, será bien recibido y le darán todo lo necesario siempre que tenga necesidad. La segunda le da el poder de hacer hablar a los coños y la tercera le da el poder de hacer hablar a los culos.
Inmediatamente se encuentra con un malvado clérigo, quien le da la bienvenida y lo invita a alojarse con él, con lo que se dan cuenta que no han sido engañados, que efectivamente les han dado poderes extraños. Le pregunta entonces a la yegua a dónde se dirige el clérigo, y ésta le contesta por el coño que se dirigía a ver a su amante, y que traía las alforjas llenas de dinero. El clérigo al escuchar la voz sale huyendo con temor, dejando atrás una fortuna en metálico.
Llegan al castillo de un conde donde piden posada. Le preparan la cama y cuando está dormido le envían una chica para que se desnude y "se encame" con él. Temiendo una trampa, él le toca la vagina y pide que hable, a lo que le responde ésta que efectivamente, han enviado a la chica para su solaz. Ella se asusta y huye a contárselo a la condesa.
Al siguiente día, la condesa lo reta públicamente a hacer hablar su coño; hacen una apuesta y ella sale corriendo a sus habitaciones a ponerse un gran tapón de algodón. Cuando le pregunta al coño porqué salió la señora tan de prisa y qué hizo, no sale ni un sonido, por lo que comienza a preocuparse. El escudero le recuerda el tercer regalo, así que le pregunta al culo, el que de inmediato responde que su vecino no puede contestar porque está taponado por algodón o lana.
Así, el caballero gana la apuesta, sale de deudas y nunca más pasa apuros.
Lorenz Heister (1683-1758) escribió extensamente en uno de sus tratados de anatomía sobre los ruidos que salen de los genitales de la mujer durante el coito, similar a los que salen por el ano.
Un año antes de que Diderot escribiera "Les bijeaux indiscrets" (1746), salía de la imprenta las fabliaux de Garin que seguramente, como buen enciclopedista, leyó Denis y lo inspiró. También el Abad de Voisenon tiene una obra que parece inspirada por éste.
Más en el presente, en 1975 hubo una película erótica italiana: Le sexe qui parle, que retoma el tema de las vulvas parlanchinas.
Si leen en gabacho, les recomiendo leer la obra en ésta página:
Si no, aquí hay un fragmento con un español muy pedorro
Perversógrafo: Infidelidad, engaño.
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