Compuesto a principios de la década de 1770, no se publicó en vida del autor sino más de un siglo después de su creación, recién en 1898.
En él, tenemos un curioso texto acerca de la bondad del uso del condón:
Tú así del soto a casa ve a atacarte:
mas yo quiero del todo asegurarte,
facilitando del condón el uso;
feliz principio a esta artimaña puso
de un fraile la inventiva, que de un fraile
sólo, o del diablo, ser invención pudo.
Iba el reverendísimo cornudo
ardiente, como siempre están los Padres,
por el arroyo Abroñigal al campo
una tarde de sol del mes de enero,
y en un barranco se encontró hecha un cuero
una de estas grandísimas bribonas
que piden el dinero arremangadas.
Del Espíritu Santo a la gran venta
con las Guardias Valonas hubo ido
y bebiéndose azumbres más de treinta
el camino la pobre hubo perdido.
Hallóla el Religioso y enfaldóla
a precio de dos reales que lo fueron
de una misa aquel día en la mañana.
Alzó él sus habitazos cazcarriosos
presentando un mangual como una torre,
y en vez de una belleza soberana
se encontró un miembro femenil podrido,
lleno de incordios, unos reventados,
otros por madurar, otros maduros,
sobresaliendo el clítoris llagado
sin un labio y pelado a repelones;
colirios de las séptimas unciones
con cicatrices, churre y talpapismos;
de hediondo aliento y corrompido podre;
sucio de parches, gomas y verrugas,
cuantiosas y abundantes purgaciones,
que inundaban de peste la entrepierna,
pringando de materia las arrugas
de la muy puerca tripa renegrida.
Quedóse el fraile como si escondida
víbora hubiera hallado en su alpargata;
haciendo cruces de volverse trata,
porque el convento no se escandalice,
aunque no hay cirujano que no dice
que las bubas están en los conventos;
mas tal era la indómita lujuria
del sumamente Reverendo Padre,
desvirgador mayor de su colegio,
que discurrió enebrarlo sin injuria
de su miembro, y quitando prontamente
de la cabeza, astuto, la capilla:
«Si son las bubas multitud viviente
de insectos minutísimos y tiernos
como sienten los físicos modernos,
porque el mercurio a todo bicho mata,
la comunicación evitar quiero,
haciendo escudo de la ropa santa»
dijo, y calando a modo de sombrero
en su bendito miembro la capilla,
así lo mete. La pobreta chilla,
no enseñada a tan rígida aspereza.
Acabó el fraile y ve que se endereza
la comunidad toda hacia aquel puesto,
y por no dar ejemplo de inmodesto
se pone la capilla que chorrea,
jabonando el cerquillo y la corona,
blando engrudo, simiente de persona.
Así el gran D. Quijote en ocasiones
contra el casco exprimió los requesones
que el buen Sancho en su yelmo hubo guardado.
El condón de este modo fue inventado;
después los sutilísimos ingleses,
filósofos del siglo, le han pulido,
y a membrana sutil le han reducido,
que las almendras lo conservan fresco
con el aceite que destilan dulce;
y las putas de Londres son multadas
si no ofrecen bandejas de condones,
que les hacen venir desde la China,
y en Montpellier se venden a paquetes,
y en las tiendas de Pérez y Geniani,
si los pagares bien y con secreto,
y por los Secretarios de Embajada,
que a la nuestra remiten las naciones.
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Supongo que continuo armado sales
del condón, tu perenne compañero,
y así no ensuciarás los hospitales.
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