Mamadas..... el cuento original es más siniestro, y si no abiertamente pedófilo, al menos PG-13. El lobo representa a una mente masculina adulta que busca satisfacer sus necesidades. La historia que circulaba en Francia en el medioevo decía algo así:
El Cuento de la abuela
“Había una mujer que acababa de cocer pan. Le dijo a su hija:
- Ve a llevarle esta hogaza calentita y esta botella de leche a tu abuelita.
Y la niña partió. En la encrucijada se topó con un bzou, (un demonio), que le dijo:
- ¿Adónde vas?.
- Le llevo esta hogaza calentita y esta botella de leche a mi abuelita.
- ¿Qué camino tomarás? – le preguntó el bzou- ¿el de las agujas o el de los alfileres?
- El camino de las agujas, le dijo la niña.
- Vale, entonces yo tomaré el de los alfileres.
La pequeña niña se distrajo recogiendo agujas. Mientras tanto, el bzou llegó a la casa de la abuela, la mató y puso un poco de su carne en la despensa y una botella de su sangre en el estante. La niña llegó y llamó a la puerta.
- Empuja- dijo el bzou- está cerrada con paja mojada.
- Buenos días, abuelita. Te traigo una hogaza calentita y una botella de leche.
- Ponlo en la despensa, mi niña. Coge la carne que está allí, y bebe de la botella de vino que hay sobre el estante.
Mientras ella comía, un pequeño gato decía:
¡Que puerca! Se come la carne de su abuela y se bebe su sangre.
- Desvístete, mi niña- dijo el hombre lobo- y métete en la cama junto a mí.
- ¿Dónde dejo el delantal?
-Tíralo al fuego, mi niña, ya no te va a hacer ninguna falta.
Y cada vez que le preguntaba dónde dejaba todas sus otras prendas, el corpiño, el vestido, las enaguas, las largas medias, el bzou respondía:
-Tíralas al fuego, mi niña, no las necesitarás nunca más.
Cuando se acostó desnuda bajo la sábana, la niña dijo:
- Ay, abuelita, ¡qué peluda eres!
- Así no paso frío, mi niña.
- Ay, abuelita, ¡qué uñas tan largas tienes!
- Así me rasco mejor, mi niña.
- Ay, abuelita, ¡qué hombros tan anchos tienes!
- Así puedo cargar la leña para el fuego, mi niña.
- Ay, abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!
- Así te oigo mejor, mi niña.
- Ay, abuelita, ¡qué agujeros de la nariz tan grandes tienes!
- Así aspiro mejor el aroma de mi tabaco, mi niña.
- Ay, abuelita, ¡qué boca tan grande tienes!
- Es para comerte mejor, mi niña.
(En una tradición, aquí termina el cuento cuando se la comen.......sin moraleja)
- ¡Oh abuelita, me he puesto mala¡ Déjame salir.
- Mejor háztelo en la cama, mi niña.
- Ay, no, abuelita, quiero ir fuera.
- De acuerdo, pero no tardes mucho.
El bzou le ató un cordón de lana al pie y la dejó salir. Cuando la niña estuvo fuera, ató el cordón a un ciruelo que había en el jardín. El bzou se impacientó y dijo:
- ¿Estás haciendo mucho? ¿Estás cagando?.
Cuando vio que no le respondía nadie, salió de la cama de un salto y vio que la niña había escapado. La siguió pero llegó a su casa justo cuando ella cerraba la puerta tras de sí, poniéndose a salvo.
La niña sale de su casa con pan y leche (merienda infantil); pasa por el bosque de "las agujas o los alfileres", (símbolos de la iniciación a la edad adulta), y llega con un demonio que le ofrece vino y carne (como en la eucaristía) y la mete desnuda a su cama; ella descubre poco a poco el cuerpo de quien está en la cama....no es difícil ver que hay un cuento sobre la madurez sexual de las niñas.
No es el único cuento infantil que tiene origen en cuentos crueles y "sexosos"; en su versión original "la Bella Durmiente" era violada por un rey; "Rapunzel" dejaba subir al príncipe para tener relaciones sexuales y "Cenicienta" mandaba decapitar a sus hermanas.
Bueno, más amablemente les dejo la versión de caperuza que más me gusta, no es tan cruel ni tan pedófila, pero es más divertida:
Pues yo, de todas las caperucitas, me quedo con la de Roal Dahl, en " Cuentos en verso para niños perversos".
ResponderEliminarSi, yo también soy admirador de Dahl:
ResponderEliminarEl Lobo, estupefacto, dijo:<<¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablar de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo…? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa>>.
Pero ella se sentó es un canapé
y se sacó un revólver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y – ¡pam! – allí cayó la buena pieza
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque… ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
Aquí unas ligas:
http://literotismos.blogspot.com/2010/07/el-gran-cambiazo-de-roald-dahl.html
http://literotismos.blogspot.com/2010/08/mi-tio-oswald-de-roald-dahl.html