Este clásico de la literatura erótica victoriana apenas tiene historia detrás del sexo que rezuman sus páginas. Comienza con un par de tórtolos teniendo relaciones sexuales en un lugar apartado después de salir de la iglesia. El padre Ambrosio los sorprende y despacha al galán, pero conserva a Bella con la excusa de llevarla a a confesión.
Allí descubrimos que Bella es lujuriosa, el padre se da cuenta y decide "ayudarle con sus pecados". Como todos sabemos, los pecados de la carne se lavan teniendo relaciones sexuales con clérigos, así que los padres arman una orgía de miedo entre los tres y la chica.Además del gordo padre Ambrosio, se encuentra el pelirrojo padre Clemente, una especie de animal gigante con una verga temible. También está en padre superior, quien sólo está de relleno para que haya más chorizos que insertar en los agujeros de los personajes femeninos.
Ambrosio, además de voyeurista, sacrílego y libidinoso, tiene la virtud de ser un chismoso, así que va con el tío de Bella y le explica los tórridos detalles del carácter de su sobrina. El tío es un voyeurista al que sólo se le levanta si observa antes de tocar. Cabe suponerse que se cogen a Bella por turnos. Un promedio de seis eyaculaciones por personaje es normal para una sesión, así que un capítulo "bueno" llega fácilmente a la docena.
Después de ésta escena y de otras parecidas con el portentoso garrote del padre Clemente, Mourier y Verbouc, el tío de Bella traman participar en la perversión de un libidinoso señor Delmont, que tiene una hermosa hija, Julia. Deciden que Delmont debe acostarse con su propia hija, antes de que ambos la disfruten:
—Aguardad un momento —continuó el buen padre—. Hasta este momento todos hemos estado de acuerdo. Ahora Bella será vendida a Delmont. Se le permitirá que satisfaga secretamente sus deseos en los hermosos encantos de ella. Pero la víctima no deberá verlo a él, ni él a ella, a.—fin de guardar las apariencias. Se le introducirá en una alcoba agradable, podrá ver el cuerpo totalmente desnudo de una encantadora mujer, se le hará saber que se trata de su víctima, y que puede gozarla.
propósito es que el lascivo señor Delmont viole a su propia hija, en lugar de a Bella, y que una vez que de esta suerte nos haya abierto el camino, podamos nosotros entregarnos a la satisfacción de nuestra lujuria. Si Delmont cae en la trampa, podremos revelarle el incesto cometido, y recompensárselo con la verdadera posesión de Bella, a cambio de la persona de su hija, o bien actuar de acuerdo con las circunstancias.
Así la intriga, narcotizan a la muchacha y luego engañan al tío tapando el rostro de Julia mientras Delmont la monta. Aquí siguen muchos capítulos de interesante aunque monótona serie de orgías e intrigas, al final de las cuales, ambos, Delmont y Verbouc mueren de éxtasis y las dejan "huérfanas"
Este nuevo e intenso goce llevó a Verbouc a los bordes de la enajenación; presionando contra la apretada vulva de la jovencita, que le ajustaba como un guante, se estremecía de gozo de pies a cabeza.
—¡Oh, esto es el mismo cielo! —murmuró, mientras hundía su qran miembro hasta los testículos pegados a la base del mismo.
~—¡Dios mío, qué estrechez! ¡Qué lúbrico deleite!
Y otra firme embestida le arrancó un quejido a la pobre Julia.
Entretanto el padre Ambrosio, con los ojos semicerrados, los labios entreabiertos y las ventanas de la nariz dilatadas, no cesaba de batirse contra las hermosas partes íntimas de la joven Bella, cuya satisfacción sexual denunciaban sus lamentos de placer.
—¡Oh, Dios mío! ¡Es... es demasiado grande... enorme vuestra inmensa cosa! ¡Ay de mi, me llega hasta la cintura! ¡Oh! ¡Oh! ¡Es demasiado; no tan recio, querido padre! ¡Cómo empujáis! ¡Me mataréis! Suavemente.., más despacio. . . Siento vuestras grandes bolas contra mis nalgas.
—¡Detente un momento! —gritó Ambrosio, cuyo placer era ya incontenible, y cuya leche estaba a punto de vertirse—. Hagamos una pausa. ¿Cambiamos de pareja, amigo mío? Creo que la idea es atractiva.
—¡No, oh, no! ¡Ya no puedo más! Tengo que seguir. Esta hermosa criatura es la delicia en persona.
—Estate quieta, querida Bella, o harás que me venga. No oprimas mi arma tan arrebatadoramente.
—No puedo evitarlo, me matas de placer. Anda, sigue, pero suavemente. ¡Oh, no tan bruscamente! No empujes tan brutalmente. ¡Cielos, va a venirse! Sus ojos se cierran, sus labios se abren... ¡Dios mío! Me estáis matando, me descuartizáis con esa enorme cosa. ¡Ah! ¡Oh! ¡Veníos, entonces! Veníos querido.., padre... Ambrosio. Dadme vuestra ardiente leche... ¡Oh! ¡Empujad ahora! ¡Más fuerte.., más.., matadme si así lo deseáis!
Bella pasó sus blancos brazos en torno al bronceado cuello de él, abrió lo más que pudo sus blandos y hermosos muslos, y engulló totalmente el enorme instrumento, hasta confundir y restregar su vello con el de su monte de Venus.
Ambrosio sintió que estaba a punto de lanzar una gran emisión directamente a los órganos vitales de la criatura que se encontraba debajo de él.
—¡Empujad, empujad ahora! —gritó Bella, olvidando todo sentido de recato, y arrojando su propia descarga entre espasmos de placer—. ¡Empujad... empujad... metedlo bien adentro...! ¡Oh, sí de esa manera! ¡Dios mío, qué tamaño, qué longitud! Me estáis partiendo en dos, bruto mío. ¡Oh, oh! ¡Os estáis viniendo. . . lo siento...! ¡Dios ..... . qué leche! iOh, qué chorros!
Ambrosio descargaba furiosamente, como el semental que era, embistiendo con todas sus fuerzas el cálido vientre que estaba debajo de él.
Al fin se levantó de mala gana de encima de Bella, la cual, libre de sus tenazas, se volteó para ver a la otra pareja. Su tío estaba administrando una rápida serie de cortas embestidas a su amiguita, y era evidente que estaba próximo al éxtasis.
Julia, por su parte, cuya reciente violación y el tremendo trato que recibió después a manos del bruto de Ambrosio la habían lastimado y enervado, no experimentaba el menor gusto, pero dejaba hacer, como una masa inerte en brazos de su asaltante.
Antes del final, ambas toman los hábitos y pasan a formar el serrallo del monasterio. Al final, la pulga se asquea y huye, prometiendo un nuevo volumen, situación que nuestro amigo Dale Koby seguramente aprovechó.
Perversógrafo: sexo vaginal, oral y anal, voyeurismo, orgias, bukkake, cunilinguo, incesto, violación, anticlericalismo.Memorias de una pulga - Tomo 1
Saludos.
ResponderEliminarNo sabía que había más de un libro.
¿Y por casualidad no sabrás de donde descargar todos los tomos?
Sí, existen al menos otros tres, de factura moderna, pero de tema similar.
ResponderEliminarDescarga? sí los hay en la red, desafortunadamente el dueño de los derechos de la traducción es bastante celoso y no permite su reproducción ilegal.
Pero por allí deben andar.
Saludos