sábado, 29 de enero de 2011

Los dijes indiscretos de Denis Diderot


Si nuestros genitales hablaran y fueran completamente sinceros e irremediablemente locuaces...¿Qué dirían? Definitivamente a todos nos harían pasar vergüenzas.

Esta magnífica obra de Denis Diderot está escrita como una obra picaresca, pero encierra toda una filosofía, opiniones políticas y quizás hasta un autodescargo de adulterinas culpas.

Denis Diderot fué un genio del enciclopedismo (no, no vendía enciclopedias, las inventó, pero lo hubiera hecho por dinero y por convicción), ignorado e incomprendido en su época,  luchó contra el oscurantismo a través de la divulgación del conocimiento. Diderot venía de una familia acomodada, pero sus escritos nunca le trajeron la bonanza económica; a los 30 años (1743) se casó con una mujer pobre en contra de la opinión de la sociedad, y tuvo una hija. La esposa de Diderot, Antoinette Champion, era extremadamente católica, por lo que se supone que el placer sexual ocupaba, si acaso, una parte marginal de la relación matrimonial.

La condición económica de la familia Diderot era precaria, Denis daba clases, hacía traducciones y daba sermones. Diderot tenía amantes en los círculos literarios. ¿Qué le ofreces a una amante si eres pobre?...Un libro.

Denis Diderot escribe y publica en 1748 (anónimamente, por supuesto) "Les bijoux indiscrets", su primer novela, escrita en 15 días, novela que pondría la piedra fundacional para sus libros de ficción-politica-religiosa-social. Se supone que Diderot hace una apuesta a su amante, madame de Puisieux de que puede escribir una obra al estilo de Crébillon (sensual y pícara), tan de moda en esa época. Por la obra le pagaron 50 luises, que regaló a su amante.

Me llama mucho la atención la dedicatoria del libro: a Zima, a quien le pide que acepte y lea el libro, que no va a ofender su pudor, etc, etc. Yo sospecho que dedicaba su libro a su propia esposa.

Mangogul (Lameculos) es el sultán del Congo, y vive en Banza, la capital (Francia y París), es un alma libre y bondadosa, extremadamente inteligente y dado a los placeres. Aunque represente a Luis XV, yo veo el reflejo de Diderot. Mangogul está casado con una sultana fría y distante llamada Manimombada (astringente, "apretada") y tiene una favorita llamada Mirzoza.

Mangogul es el sultán del Congo, y se aburre escuchando los chismes de la corte de Manimombada en boca de su favorita Mirzoza. Deciden consultar con el genio Cucufa (Estaba de moda Las mil y una noches de Galland), quien les enrega un anillo mágico que tiene dos poderes: usado de cierta manera daba la invisibilidad, y apuntando con el dedo, hacía hablar las "joyas" de las mujeres.

Después de advertirle a Mangogul que no se atreva a apuntarle a ella, Mirzoza hace una apuesta con él. Ella está convencida de que existen aún mujeres que eligen ser fieles a sus amores, mientras él cree lo contrario. Cierran la apuesta y comienza el despelote.

Ante las indiscresiones de las "joyas", la corte pasa por todos los estados de pérdida. Se niegan a creer que sus partes pudibundas estén hablando, y si lo hacen, se niegan a creer que sean veraces. Algunas mujeres caen en el descrédito, al tener "joyas" que dicen exactamente lo contrario de sus dueñas. Pronto todas se llenan de miedo, miedo que aprovechan los comerciantes para vender mordazas para las "joyas", mordazas que sólo ahogan, pero no logran callar.

Sea como fuere, un día que Mangogul se paseaba por los jardines, acompañado de toda la corte, se le ocurrió dirigir el anillo hacia Zelais. Ésta era bonita y se le atribuían muchas aventuras, pero su dije no hizo mas que balbucear y sólo profirió algunas palabras entrecortadas que nada significaban y que los burlones interpretaron como quisieron...
-¡Caramba!-dijo el sultán, - a este le cuesta hablar- Debe haber algo que le dificulte la pronunciación- en vista de ello aplicó el anillo con más  energía. El dije hizo un segundo esfuerzo por expresarse, y venciendo en parte el obstáculo que le cerraba la boca, se oyó muy distintamente:
-¡ay, ay me,...me ... ahogo!. ¡Ya no puedo más ... me ...ahogo!

Después viene la indiferencia, la gente sigue con sus actividades mientras sus coños hablan y hablan y hablan todos los secretos que deberían quedarse guardados. El anillo rompe matrimonios y aleja amantes.

¿Milagro divino? ¿Avance de la razón? Nadie puede creer que el causante el el mismísimo sultán. En 29 confesiones, nos damos cuenta que hay mujeres abiertamente lesbianas; que hay mujeres que gustan de acostarse con sus perros y sus amantes en la misma cama (y al mismo tiempo) y de que la más recatada es la que mejor oculta sus infidelidades.

Todo ésto, sazonado con disgresiones teológicas, filosóficas y políticas. Todo apunta a donde mismo: la profunda hipocresía reinante en la sociedad de Diderot. Los dijes indiscretos es una sátira muy divertida de la sociedad en general y de las cortes aristocráticas en particular.

Al final, Mangogul no se puede resistir, y hace hablar el "dije" de Mirzoza mientras está dormida, sólo para descubrir que es una mujer prudente, y que su libertinaje no interfiere con su honestidad. Enojada y todo, Mirzoza ha ganado, y de ser la que menos representa las virtudes, es la única mujer virtuosa de la corte.

Como curiosidad, hay tres capítulos que se supone que estaban en el manuscrito, pero que no fueron impresos, probablemente para evitar problemas con la censura porque al menos uno es abiertamente pornográfico, a diferencia del resto del libro, que sólo es sugerente. La censura de todos modos llegó y cayó sobre el autor (a quien todos reconocieron) Estos capítulos están en la edición de 1798, sólo fueron publicados después de la muerte de Diderot.

En "El dije viajero", tenemos una joya que ha viajado, y que además de ser políglota, describe obscenamente las costumbres sexuales del mundo, costumbres de las que ha sido partícipe. Ante tanta plática, hay personas que describen sus viajes también, uno de ellos describe una isla donde todos los solteros son pasados por la prueba del termómetro, para ver si sus miembros encajan o no (porque sus genitales tienen formas geométricas)


A este gentilhombre, sucedieron un par de corsarios recién llegados de sus correrías. Amigos íntimos, me follaron y navegaron de común acuerdo, compitiendo por ver quién sería el más fuerte y el que tiraría más rápido. Mientras uno se balanceaba en el ancla, yo secaba al otro por la verga y lo preparaba para iniciar una nueva salva.
...
A menudo, acercaba a mi boca su verga excitante y húmeda; también apretando sus labios contra los míos, me relamía con una lengua felariz. Aunque tenía gala de  no haber tenido jamás inclinación por l’arrière-Venus, me tomaba de todos modos por la espalda, me ponía una pierna al aire y la otra hacia abajo y me penetraba entre los muslos, buscando abirise camino entre los obstáculos de la voluptuosidad. Conocía al dedillo los preceptos de amor de Sánchez y reproducía mejor que nadie las posturas retozonas de Aretino.
...
Una cortesana ilustre se ofreció a hacerme ganar mil escudos si aceptaba pasar la noche con ella en un viñedo. Acepté la invitación. Subimos en un carruaje y llegamos a un lugar que ella conocía bien, donde dos caballeros con las calzas rojas nos salieron al encuentro y nos condujeron a un bosquecillo espeso y denso, donde se quitaron enseguida la ropa y vimos las pollas más furiosas que jamás se vieron empinadas. Cada uno clavó la suya, luego el juego se hizo en cuarteto, para alojarse después en la boca, luego en las tetas; y finalmente, uno de los clavarios se adueñó de mi rival mientras el otro me trajinaba. Lo mismo hicieron con la que me había llevado. Y todo ello, debidamente condimentado con besos a la florentina. Cuando nuestros campeones pusieron fin a la batalla, nos masturbamos para despertar el apetito de aquellos benditos señores, que nos pagaron con generosidad. N muchas otras ocasiones similares, gané con ellos sesenta mil escudos; y dos veces otro tanto con los que me procuró la cortesana. Me acuerdo de uno que me visitaba a menudo y que se corría siempre dos veces antes de salirse; y otro que salía de mí despacio, para entrar sutilmente en mi vecino, para lo que bastaba llevar arriba y abajo las nalgas.


Se trata de un libro muy difícil de leer; las disgresiones filosóficas, los juegos de palabras, la traducción tortuosa y lo desligados que están los capítulos lo hacen una obra difícil. Vale la pena para leerlo despacio y disfrutarlo.






Perversógrafo:_ Sexo vaginal, oral, anal, entre las tetas, homosexualidad, lesbianismo, zoofilia, infidelidad, venganzas, trenecitos, orgías, tríos, 69, masturbación, prostitución, velado anticlericalismo y antimonarquía,


Los dijes indiscretos
Denis Diderot
Ed. Barataria
ISBN: 8495764008
239 pags

martes, 25 de enero de 2011

El sultán Misapuf y la Princesa Grisemina del Abad de Voisenón

El sultán Misapuf y la princesa Grisemina, o Las metamorfosis es un cuento burlesco, escatológico y obsceno. Fué escrito bajo la moda de la primer edición francesa de Las mil y una noches, por lo que tiene un interesante aire orientalizante típico de la época.

Es una lástima no tener acceso al original, porque estoy seguro que muchos juegos de palabras se pierden en la traducción, pero hay asociaciones tan lógicas como los "dedos meñiques" (penes), "anillos" (vaginas), conejos, lanzas, etc.

Misapuf, el sultán, está aburrido, por lo que para pasar el tiempo tiene una conversación con su esposa acerca de su pasado. Comienza él a platicar a su esposa cómo en su juventud fue encantado por el Hada Tenebrosa, quien lo convirtió en una bañera. En ese estado era obligado a ver cómo el hada se lavaba su sucio trasero. El eunuco negro, con su culo pringoso fue el afortunado heredero de tan insólita pieza de baño.

Con el tiempo consigue romper el encantamiento y huye por el bosque. Una mujer en el bosque que dice ser el Hada de los Baños le pide que se acerque a ayudarla, pero ante el miedo que los baños le ocasionan (por el trasero del eunuco negro), huye de ella, sólo para escucharla decir que debía ayudarla a liberar la nariz de su marido.

En el bosque, lo encuentra una reina, quien al ver que tenía un "dedo meñique" muy pequeño, lo sube a su carruaje junto a un gigante. Allí le explica que tiene dos hijas, una bajita que se llama "No os fieis" y una muy alta que se llama "Demasiado es demasiado". Estas hijas han sido encantadas por el Hada Tenebrosa, quien las hizo tener "anillos" muy pequeños, y que sólo encontrarían el amor cuando encontrara los meñiques adecuados a sus anillos.

Pero resulta que "No os fieis" parece haber sido embarazada por un par de enanos que luego se dieron a la fuga. La realidad es que los enanos quedaron atrapados en su vientre y juegan ajedrez adentro. Al tratar de ayudarle, un hombre queda atrapado por la nariz en el anillo de "No os fieis" cuando se acerca a  escuchar las conversaciones de los enanos.

Mientras tanto, Misapuf logra desvirgar a la otra hija, sólo para darse cuenta que muerde y se ríe por el coño. El hada tenebrosa la ha encantado y ahora tiene una boca en lugar de vagina, mientras los bonzos que tratan de ayudarla tienen vaginas en lugar de bocas.

La princesa y yo aún seguíamos riéndonos por la noche, al meternos a la cama; mas no duró mucho nuestra alegría porque, cuando presenté mi dedo meñique al anillo, fui mordido con fuerza. Lancé un grito penetrante y oí una gran carcajada; me ofendí y le dije a la princesa:
-Señora, no veo ningún motivo para reir con tanta fuerza.
-Yo no me rio- respndió , y no tengo ninguna gana.
- Está muy bien decir eso- repliqué - ¡Dios mio! - proseguí - eso no es muy cortés; os reis por vanidad; estais encantada de que me haya lastimado.
Quise hacer una segunda prueba, me mordieron con más fuerza todavía; mis gritos aumentaron en esa proporción y la risa aumentó en carcajada. Fuera de mí, eché la princesa de la cama y ella tiró todas las campanillas deshecha en lágrimas. Las mujeres trajeron luces y se quedaron sorprendidas al ver solo dos personas, una llorando y otra bramando y al oir, pese a todo eso, que alguien reía hasta desternillarse...Pero cuál no fe mi sorpresa al encontrar, en lugar del anillo, una boca de verdad, a la que por desgracia no le faltaba ni un diente y que se reía sin pudor alguno en mis narices. La princesa se puso a gritar.
-Señora -le dije- no es momento para perder la cabeza, basta con llamar al sacamuelas de su majestad.

Entre chanzas y comentarios picantes, la aventura sigue con el Hada de los Anillos, quien los lleva a su "templo", donde podemos ver a unos caballeros con sus lanzas en ristre tratando de ensartar los anillos que están colgados del techo (una especie de justa o torneo medieval). Sólo los caballeros con lanzas de oro pueden hacerlo, ya que los anillos se sienten atraídos por la riqueza.

Misapuf es continuamente castigado por el Hada Tenebrosa, siendo convertido en liebre, perro y zorro para torturarlo. Cuando, siendo zorro mata a una gallina que resulta ser su amada, el encantamiento es roto y se le permite volver a la normalidad.

La princesa Grisemina cuenta su historia: a los doce años debería hacer un viaje de cuatro años de duración, y si volvía virgen a su tierra sería coronada reina. Para escapar de unos violadores es convertida alternativamente en pescado y luego en coneja, transformación en la que se da el conejil gusto de su vida copulando como coneja. Llegado el momento, es convertida de nuevo en mujer, pero para seguir su aventura se disfraza de hombre.

En una posada donde se llevaba a cabo una boda, debe compartir habitación con una jovencita y un muchacho, al estar disfrazada de hombre, no teme dormir con el muchacho, pero al poco rato recapitula y se pasa a la cama de la joven para dormir. La joven le advierte que no trate de propasarse, porque en realidad es un hombre disfrazado, así que, animados por una escena de voyeurismo a los recién casados, comienzan el toqueteo y pronto ya los tenemos entrepiernados. Así, Grisemina pierde el trono de su país.

Grisemina es convertida en un sanitario para escapar de una venganza, y debe servir de asiento al Hada de los Baños, quien resulta ser su suegra (madre del chaval vestido de mujer).

Todo un enredo, todo un sinsentido. El relato es burlesco, tiene el fin de hacer reír con sus picardías, y amén de los juegos de palabras, tenemos ridiculizados los mitos de Urano, Gaia o Cronos; además remite al miedo a ser castrado por una mujer. Como digo, merece una lectura con calma, porque detrás de las gracejadas y de la enmarañada historia, hay sarcasmo e ideas políticas.



Perversógrafo: ¿sexo vaginal y oral?, voyeurismo.




Mauro Fernández Alonso de Armiño (Recopilador)
2009
DEBOLSILLO
ISBN: 9788483469705
784 pág.

sábado, 22 de enero de 2011

El caballero que hacía hablar a los coños

Los fabliaux son pequeños poemas que narran una historia, pertenecen a un género que floreció en Francia entre los siglos XII y XIV, de contenido generalmente procaz y cómico. Se trataba de una ridiculización de los juglares de la épica caballeresca. En los fabliaux los personajes son previsibles: mujeres astutas, clérigos ignorantes avaros y lujuriosos, el desposeído que trata de salir de su miseria mediante el engaño.

Aunque se trata de ficción, las fabliaux son una muestra realista de la incipiente clase media francesa, contraponiéndose al idealismo de los romances y libros de caballería.

Hay un fabliaux que tiene especial interés para el erotismo: se trata de "Le Chevalier Qui Fist Parler les Cons" (El caballero que hacía hablar a los coños) Este pequeño cuento ha inspirado a más de uno en sus creaciones artísticas.

Un caballero en desgracia, habiendo empeñado todas sus armas y sin tener en qué caerse muerto, se va en busca de aventuras en un torneo con un premio muy atractivo, toma a su escudero, vende la yegua de su amo y recupera sus armas.

Encuentra a tres hermosas mujeres bañándose, supuestamente ninfas. Le pide al escudero que les robe los enjoyados vestidos y huya, al verse desnudas y desposeídas, ruegan al caballero por ayuda, por lo que él rescata sus vestidos "venciendo al malvado ladrón".

Ellas deciden recompensarlo: la primera le promete que al lugar en donde llegue, será bien recibido y le darán todo lo necesario siempre que tenga necesidad. La segunda le da el poder de hacer hablar a los coños y la tercera le da el poder de hacer hablar a los culos.

Inmediatamente se encuentra con un malvado clérigo, quien le da la bienvenida y lo invita a alojarse con él, con lo que se dan cuenta que no han sido engañados, que efectivamente les han dado poderes extraños. Le pregunta entonces a la yegua a dónde se dirige el clérigo, y ésta le contesta por el coño que se dirigía a ver a su amante, y que traía las alforjas llenas de dinero. El clérigo al escuchar la voz sale huyendo con temor, dejando atrás una fortuna en metálico.

Llegan al castillo de un conde donde piden posada. Le preparan la cama y cuando está dormido le envían una chica para que se desnude y "se encame" con él. Temiendo una trampa, él le toca la vagina y pide que hable, a lo que le responde ésta que efectivamente, han enviado a la chica para su solaz. Ella se asusta y huye a contárselo a la condesa.

Al siguiente día, la condesa lo reta públicamente a hacer hablar su coño; hacen una apuesta y ella sale corriendo a sus habitaciones a ponerse un gran tapón de algodón. Cuando le pregunta al coño porqué salió la señora tan de prisa y qué hizo, no sale ni un sonido, por lo que comienza a preocuparse. El escudero le recuerda el tercer regalo, así que le pregunta al culo, el que de inmediato responde que su vecino no puede contestar porque está taponado por algodón o lana.

Así, el caballero gana la apuesta, sale de deudas y nunca más pasa apuros.

Lorenz Heister (1683-1758) escribió extensamente en uno de sus tratados de anatomía sobre los ruidos que salen de los genitales de la mujer durante el coito, similar a los que salen por el ano.

Un año antes de que Diderot escribiera "Les bijeaux indiscrets" (1746), salía de la imprenta las fabliaux de Garin que seguramente, como buen enciclopedista, leyó Denis y lo inspiró. También el Abad de Voisenon tiene una obra que parece inspirada por éste.

Más en el presente, en 1975 hubo una película erótica italiana: Le sexe qui parle, que retoma el tema de las vulvas parlanchinas.

Si leen en gabacho, les recomiendo leer la obra en ésta página:

Si no, aquí hay un fragmento con un español muy pedorro






Perversógrafo: Infidelidad, engaño.

miércoles, 19 de enero de 2011

Erotika Biblion para macehuales (Mirabeau)

Pa' la raza, para los plebeyos, para los simples mortales internautas.

Pos que ya encontré uno.

Resulta que hace muchos años existió una persona que se llamaba Alfonso Reyes. Nació en mi ciudad en porfirianos tiempos, hijo del gobernador y cacique local Bernardo Reyes.

Este individuo, creció, se fue de la ciudad y sólo dejó un poema bastante ácido y pateahuevos para cualquier niño regiomontano haciendo la fila de las tortillas bajo el sol. A Ponchito le gustaban los libros, tenía chingos y chingos de ellos, lo cual a mí me parece excelente.

Un buen día, al papá de Alfonso Reyes se le ocurrió la peregrina idea de derrocar al gobierno democráticamente electo en México (1913), sólo para que lo mataran unos días después. Al poder sube el usurpador Victoriano Huerta y al hermanito de Alfonso se hace parte de ese odiado gobierno, así que Alfonso Reyes sale de México y creo que nunca vuelve a Monterrey.

El punto es que un dia se murió.......todito. Y dejó muchos libros........muchos. Al menos 26 mil. Por una cuestión que me cuesta entender, sus libros sí vuelven a Monterrey, se donan a la Universidad Autónoma de Nuevo León, institución que le hace una magnifica biblioteca en donde aprendí el arte de dormir entre clases aparentando leer.

La biblioteca Alfonsina tiene una sala dedicada al acervo de Alfonso Reyes....murales y fotografías de él, pero desafortunadamente un lugar impenetrable. Si intentas leer uno de los libros que pertenecieron al Poncho pasas por un cuestionario que te convence que eres menos que pelusa de ombligo, que apenas existes y por tanto no tienes porqué estar hollando el sagrado recinto, luego pasas por un detector de lápices y malas intenciones, te quitan todo lo que traigas, te dan una hoja de papel y un lápiz que debes devolver al salir y te vigilan que no tosas, toques, hojees o eches babas sobre los libros.

Bueno, ahora a alguien se le ocurrió digitalizar el acervo para ponerlo al alcance de la tropa y que ya no vayamos a la biblioteca; ese trabajo tardará años y quizás nunca lo terminen, pero tiene un agujero de seguridad (perfectamente legal) que podemos aprovechar para leer el libro; dudo que tengan interés en corregirlo, por lo que estará disponible un tiempo:

Bueno, ¡Ya!

Erotika Biblion; La pornografía en la biblia y en la antigüedad. Por Mirabeau

Prefacio.
Anagogia.
La Anelytroide.-La Ischa.
La Tropoide.
La Thalaba.
La Anandryna.
La Akropodia.
Kadhesch.
Behemah.
La Anoscopia.
La Linguomania.

Notas.
Notas.
Notas sobre la Anelytroide.
Notas sobre la Tropoide.
Notas sobre la Ischa.-Notas sobre la Thalaba.
Notas sobre la Anandryna.-Notas sobre el Kadesch.
Notas sobre la Anandryna.
Notas sobre la Akropodia.
Notas sobre el Kadesch.
Notas sobre Behemah.-Notas sobre la Anoscopia.
Notas sobre la Linguomania.
Parte 1.
Parte 2.


Allí lo tienen, el libro es una edición de 1905 de una traducción de Enrique Diaz Retg, quien recién murió en 1973, así que aún tiene derechos de autor.

Y antes que los abogados de las editoriales españolas quieran cerrar mi blog, les advierto que ese libro no está aquí, sino en un servidor de la UANL.

martes, 18 de enero de 2011

Las aventuras de Don Juan Lapolla Tiesa de Louis Aragón








¡Vaya un extraño libro!
Se trata de un pequeñísimo ensayo que Louis Aragón debe haber escrito entre el 1930 y 1960. Según la leyenda, fue escrito como una respuesta a los sentimientos que la lectura de "Las once mil vergas" de Apollinaire le  causaron. Es un trabajo muy cómico y surrealista.


Toda la historia está hilada como una serie de paisajes flojamente encadenados entre sí, que ocurren a inconcebibles personajes en  un París surrealista y absurdo. 

Don Juan Lapolla Tiesa es un pene gigante, ayudante de abogado y de buen aspecto, quien por ser pobre no puede aspirar al amor de las bellas mujeres con las que le toca tratar. Y es que el pobre Lapolla sólo tiene una pequeña mantita remendada para cubrirse los huevos. 

La condesa es una hermosísima mujer, que bajo los expresivos ojos tiene un clítoris y una vagina con sedosos pelos a manera de bigote. Sus manos son los más apretados y limpios culos que uno pudiera encontrar, así que para una verga gigante no hay mayor placer que besarle las manos con delicadeza.

En las andanzas por París, nos topamos con el señor Cagarro, un personaje tan interesante como apestoso, con su sombrero de investigador de la policía y sus dos ojos hechos de moscas azules. En este París surrealista todo puede esperarse: el señor Pis toma café y platica junto a la avenida, donde caminan los bigotes, las nalgas pasean tomadas de las manos  y unos glandes representan a la sociedad católica bienpensante. En ésta sociedad onírica, el más santo es el que se masturba con un crucifijo o el que usa el rosario en el culo o el que inspira sus masturbaciones con las estampas de los santos. Como ejemplo, el abad se masturba en público con maestría, haciendo malabares y formas con su interesante verga que contiene toda una ciudad en su glande, y cuyas ladillas te pueden servir de guía de turistas.

Un día, en la entrada de un cine, Don Juan defiende a un par de piernas de un grosero transeúnte, a lo que ellas en agradecimiento responden enroscándose en su cuerpo, apretándolo y sobándolo. Cuando ellas avisan que "se corren", en realidad se les corren las medias.

Para Don Juan, la dificultad mayor consiste en que cuando va apretujado en el metro, cualquier roce lo excita tanto que tiene que eyacular sorpresivamente en la boca de alguna pasajera para que no le salgan los chorros de esperma por la cabeza.


La gran dificultad para Lapolla es disimular el chorro que sale de vez en cuando de su cabeza y no dejarlo caer sobre cualquiera. Cuando el joven se encuentra entre dos personas agradables, nada más sencillo.
Deja que una se la menee e, inclinando bruscamente su glande hacia la otra, eyacula rápidamente en la boca de esta última, aprovechando un acercamiento.


La condesa, ese amor platónico de Lapolla se hace su manicura como una gran dama de sociedad, mientras piensa en cosas de la vida:


De momento la encontramos bajo los cuidados del peluquero que le hace la permanente, mientras dos manicuras, ya que tiene prisa, se ocupan de sus manos. No es cosa de poca monta ocuparse de las, manos de la condesa. Para ello se requieren manicuras hombres que hacen relucir sus preciosas manos por un procedimiento que se impone: rítmicamente, ensartan los anos manuales de su cliente con sus cosas profesionalmente sacadas de sus braguetas. Son unos manicuras muy discretos. No miran a la señora que les abandona sus orificios laterales.
Vestidos de blanco de pies a cabeza lustran esos agujeros delicados y desiguales embistiendo justo lo necesario para lograr la transfixión sin ensancharlos. Permanecen como es debido con los brazos cruzados y no se permitirían rozar con un dedo a la persona que atienden.
Mirando al techo, suspiran con mucha contención cuando no pueden hacer otra cosa. Entonces, inclinándose, como hace el peluquero que ofrece una especialidad, murmuran: «Señora ¿desea un poco de esperma?». La condesa responde que sí con la cabeza, y los manicuras gozan, humedeciendo los ojetes de la condesa con arte, delicadeza y regularidad.
Mientras tanto el chico que la riza ha dado a los pelos de su cofio facial un aire a la vez aristocrático y provocativo. Ya está, la condesa está lista para el baile en el que esta noche deberá seducir a varias personalidades parisinas de la gran banca y de la diplomacia.
Se levanta, se da algún retoque. Apenas se pinta la cara. Gracias, prefiere maquillarse sola, en su casa.
Se pone de nuevo el sombrero, la chaqueta, recoge el anacrónico manguito que le da un encanto algo afectado. Paga en la caja. Deja caer una propina merecida en la mano del peluquero, en la mano del manicura de la izquierda, en la mano del manicura de la derecha... pero, ¿no me habré equivocado?, ha murmurado algo a este último: «Esta noche, a las dos...». No he podido oír más. ¡Afortunado manicura de la derecha! Ha sido distinguido por la Condesa de la Motte, no puede dar crédito a sus oídos, y durante todo el día, mientras acicale con su verga profesional los culos y los coños de sus clientas con una técnica impecable pero respetuosa, soñará con ese instante maravilloso en el que podrá salir de su papel, a veces difícil de mantener, y abandonarse a los transportes de su naturaleza. Se promete magrear terriblemente a la condesa, se promete chillar como un asno: «¿No podría tener más cuidado?», le dice bastante bruscamente su clienta actual, a la que le está dando los últimos toques en el coño que lleva en el pie izquierdo con tanto ardor que corría verdaderamente el peligro de deformarlo. «Perdóneme, pero la señora tiene aquí una ranura tan bonita...» «¡Ah no, amigo mío, deje las familiaridades! ¡Tengo muchísima prisa y todavía no ha follado mi culo frontal! »

Después, a mediación del relato, el autor pierde pié y se lanza de cabeza al surrealismo, así que al final, ya no podemos terminar de leer sin volvernos locos:

No comprenden cómo es posible que este vertebrado que hace sólo un instante escribía como la mosca sobre el espejo y el paraguas sobre la multitud se haya puesto a alborotar de una manera tan vejatoria que si continúa así llamarán a mamá. Mi risa maníaca echa a volar batiendo las alas. Pero no progresa en línea recta, ya que es un nuevo modelo de helicóptero fabricado según unos planos robados al ministerio de la guerra en una carpeta sobre la que se había escrito en letras de molde Defensa Nacional, inscripción que alguien poco gracioso, probablemente un oficial del estado mayor, había creído poder transformar con lápiz-tinta, mientras no le miraban, en Defensa de elefante, tachando para ello el epíteto Nacional, y reemplazándolo por el complemento determinativo de elefante, lo que hace suponer que este militar debió de servir en la infantería colonial.



Así, tenemos un ensayo extraño, insólito y bastante cómico. Yo disfruté mucho de su lectura, aunque reconozco que pocos pueden disfrutar el surrealismo y el absurdo.











Perversógrafo: ¿sexo vaginal, oral y anal, escatología?














El coño de Irene (deveras, allí viene)
Aragon, Louis
Traducción: Artal Rodríguez, Carmen
Febrero 1989
La Sonrisa Vertical SV 60
ISBN: 978-84-7223-363-8
224 pág.

sábado, 15 de enero de 2011

El pecho de Philip Roth

Esta pequeña novela no está catalogada como erótica, y no lo es; pero leer éste  ensayo nos deja pensando en la concepción de la sexualidad, la soledad y la aceptación de la realidad.

David Kepesh es un profesor de literatura, tiene una vida normal para los años 70 del siglo 20: tiene una mujer que hace las veces de esposa y una amante casada que hace las veces de amante casada. Su vida sexual es intensa y cansadora, excitante y variada. Un día se descubre una pequeña mancha en el pene, bajo el vello púbico. Preocupado y todo, lo deja pasar hasta que un dia  ya lo tenemos postrado en una cama de hospital convertido en un enorme pecho de mujer.

En un principio no lo puede comprender, es un seno de 70 kilogramos que funciona de manera autónoma, es decir, que no está unido a un cuerpo. Se le alimenta por sonda y se le mantiene suspendido en una hamaca muy parecida a un sujetador. Su psique sigue siendo masculina, a pesar de tener la sensibilidad física de un pecho femenino. A su lado tiene a un antipático personaje, el doctor Klinger, quien, como un buen psicólogo se encarga durante toda la obra de plantar a David en la realidad.

El pezón es rosado, como la mancha en la base del pene que descubrí la noche en que empezó todo esto. Dado que los orificios del pezón me proporcionan algo similar a una boca y oídos vestigiales (por lo menos me ha parecido que soy capaz de hacerme oír a través del pezón y percibir vagamente lo que sucede a mi alrededor), había supuesto que era mi cabeza lo que se había transformado en pezón, pero los médicos son de otra opinión, por lo menos desde el mes corriente. En primer lugar, no hay duda de que mi voz, por débil que sea, emana del opérculo en el diafragma, a pesar de que mi sentido del paisaje interno siga asociando tercamente las funciones de la conciencia con el punto más elevado del cuerpo. Ahora los médicos sostienen que la piel arrugada y áspera del pezón (que, desde luego, es exquisitamente sensible al tacto, como ningún tejido de la cara, incluida la membrana mucosa de los labios) se ha formado a partir del glande. 
....

La mayor parte de mi peso corresponde a tejido adiposo. Por un extremo estoy redondeado como una sandía, por el otro finalizo en un pezón, de forma cilindrica, que se proyecta trece centímetros desde mi «cuerpo» y está perforado en la punta por diecisiete aberturas, cada una más o menos de la mitad del tamaño de un orificio uretral masculino. Estas son las aberturas de los conductos lactíferos. Tal como lo entiendo sin la ayuda de diagramas, pues estoy ciego, los conductos se ramifican hacia atrás en lóbulos compuestos por la clase de células que segregan leche y que es transportada a la superficie del pezón normal al succionarlo o bien ordeñarlo mecánicamente.
Mi piel es suave y «juvenil», y sigo siendo de «raza blanca». El color del pezón es rosado. Esto último se considera peculiar, puesto que en mi encarnación anterior era muy moreno.

Poco a poco, Kepesh comienza a comprender su nueva realidad, y comienza a sentirse solo. Una de las primeras cosas que extraña es el contacto físico y el sexo. Al ser lavado, lubricado y secado siente la excitación normal. La enfermera se convierte para él en un objeto de deseo, al contrario de su mujer, Claire, a quien no se atreve a pedirle que haga cosas "antinaturales". El entiende que una mujer teniendo relaciones con un pezón es tan antinatural como si Claire se hubiera convertido en un pene y él la abrazara.

Tan solo unos pocos días después de su primera visita, Claire consintió en masajearme el pezón. Si se hubiera puesto a llorar a cierta distancia de mí, nunca habría podido sugerirle que lo hiciera, pero en cuanto noté el peso de su cabeza sobre mí, todas las posibilidades se abrieron en mi mente, y solo fue cuestión de tiempo (y no demasiado, por cierto) antes de que me atreviera a pedirle el supremo acto de esperpento sexual, dadas las circunstancias.
.......
Sucedió durante su cuarta visita en cuatro días. Le había contado por primera vez cómo me atendía la enfermera por la mañana, con la intención de no decirle más que eso, por lo menos de momento, pero Claire me lo planteó.
- ¿Te gustaría que te hiciera lo mismo que ella?
- ¿Me harías… eso?
- Pues claro, si quieres que te lo haga.
Pues claro. ¡Una chica fría e imperturbable!
- ¡Quiero que lo hagas! -grité-. Hazlo, por favor.
- Entonces dime qué es lo que te gusta -dijo ella-. Dime qué es lo que resulta más agradable.
....
¿Qué ocurre, David, vida mía? ¿Quieres que te chupe? ¡Sí! ¡Sí!
¿Cómo es capaz de hacerlo? ¿Por qué lo hace? ¿Lo haría yo?
Es demasiado pedir -le digo al doctor Klinger-. Es demasiado terrible. Es preciso que ponga fin a esto. Quiero que ella lo haga continuamente, durante todo el tiempo de la visita. Ya no quiero hablar, no quiero que me lea, ni siquiera la escucho. Solo deseo que me apriete, me chupe y me lama. Nunca me canso de eso. Cuando ella se detiene, es insoportable. «¡Sigue! ¡Más! ¡Sigue!», le grito. Pero si no pongo fin a esto, dejará de venir a verme, lo sé. Y entonces no tendré a nadie. Entonces tendré a la enfermera por la mañana, y eso será todo. Vendrá mi padre y me hablará de quién se ha muerto y quién se ha casado. Y usted vendrá y me hablará de la fortaleza de mi carácter y mi voluntad de vivir. ¡Pero no tendré una mujer! ¡No estará Claire ni habrá sexo ni amor nunca más! Quiero que se desnude, doctor, pero ¿cómo puedo pedírselo? No quiero alejarla de mí, las cosas ya son bastante extrañas tal como están, pero quiero que se desnude, quiero que su ropa esté en el suelo, alrededor de sus pies. Quiero que se ponga encima de mí y se mueva. ¡Quiero tirármela, doctor! ¡Con el pezón! ¡Pero si le digo eso, se marchará! ¡Se irá corriendo y nunca volverá!

La enfermera lo excita tanto que la molesta continuamente hasta que pide que la cambien por un hombre, con quien no sentía la excitación sexual.

No fue a Claire a quien le hice entonces mi «grotesca» propuesta, sino a mi enfermera.
- ¿Sabe lo que me gustaría hacer cuando me lava así? -le pregunté-. ¿Puedo decirle en qué estoy pensando ahora mismo?
- ¿En qué, profesor Kepesh?
- Me gustaría tirármela con mi pezón.
- No le oigo, profesor.
- ¡Me excito tanto que quiero tirármela! ¡Quiero que se siente sobre mi pezón… que me ponga ahí el coño!
- Solo un poco más y ya estará…
- ¿Me has oído, puta? ¿Has oído lo que quiero?
- Ahora lo estoy secando…

El psicoanalista viene a ser para él lo que en otras épocas era el sacerdote o el rabino: un confesor quien le da valor, le explica la realidad y le pide fortaleza. Pero el psicoanalista nunca puede cubrir esa necesidad de apoyo, porque no ofrece nada a cambio de la realidad: no hay una expiación, una esperanza o una recompensa; sólo existe la realidad.

Sin duda nos remitimos necesariamente a Kafka y a la cucarachesca metamorfosis de Gregorio Samsa. David es un profesor de literatura, así que llega a pensar si ésto le está sucediendo por leer éste tipo de historias.

Sus colegas sólo se ríen de su realidad. Su padre, un hombre frío y vacío se acerca a él y trata de evadir su nueva forma, pero finalmente el sigue solo y tratando de averiguar el porqué le sucedió la transformación. Para el doctor sólo existe la realidad, no hay un porqué.

El intenta imaginarse como maestro de literatura, o como una gran estrella del espectáculo, con muchachitas besándole la aureola de admiración, pero todo es inútil. Se siente continuamente vigilado por monitores que no puede observar. Trata de convencerse de que es un loco en un manicomio, pero la realidad vuelve una y otra vez para recordarle lo que es y el mundo en el que vive.

El libro tiene un aspecto cómico y uno serio y profundo, pero sin duda es de una lectura que deja un buen sabor de boca y nos da mucho material para pensar en el mundo actual.





Perversógrafo: ¿sexo vaginal y oral? ¿lesbianismo?





El pecho
Roth, Philip
2007, 1ª ed.
DEBOLSILLO
ISBN: 9788483464229
96 pág.

martes, 11 de enero de 2011

Metamorfosis, "Trasfumaciones", Metempsícosis y otras jaladas

Martin Van Maele 
La Grande Danse macabre des vifs (1905)
En el mundo de la literatura de entrepierna, es usual el recurso de la metamorfosis. Se trata de un tema recurrente en la literatura en general, pero en la literatura erótica es un recurso para llamar la atención y brincar las barreras de la normalidad.

Metamorfosis literarias existen muchas. hay simios que aprenden a hablar, hay perros que se convierten en burócratas rusos y tenemos al buen Gregorio Samsa que se convirtió en coleóptero, cucaracha, mosca o algún bicho con exoesqueleto qué fracturar. (Yzur de Leopoldo Lugones, Corazón de perro de Mijail Bulgakov y La metamorfosis de Franz Kafka, respectivamente)

En la parte erótica, ya Isis se convertía en ave rapaz para posarse sobre el pene cercenado de Osiris muerto y así quedar embarazada. Zeus se convertía en cisne para seducir a Leda, en toro para yogar con Europa, en águila para raptar a Ganimedes, y en un montón de cosas más para hacer un montón de cochinadas con un montón de gente.

Dafne se convierte en árbol para evadir la violación de Apolo, y Acteón es convertido en gacela por andar viéndole las nalguitas a Artemisa.

Ovidio escribió un libro sobre "Las metamorfosis" (no todo en un sentido erótico, pero una buena parte se relaciona). Apuleyo en "el asno de oro" nos platicaba sobre el infortunado que es convertido en asno y tomado como amante por la cachonda mujer que lo alquila.

Entonces ella, desnuda de todas sus vestiduras, quitóse asimismo una faja con que se ligaba, y llegada cerca de la lumbre sacó un botecillo de estaño y untóse toda con bálsamo que allí traía, y a mí también me untó y fregó muy largamente, pero con mucha mayor diligencia me untó la boca y narices. Esto hecho, besome muy apretadamente, no de la manera que suelen besar las mujeres que están en el burdel u otras rameras demandonas, o las que suelen recibir a los negociantes que vienen, sino pura y sinceramente, sin engaño, y comenzome a hablar muy blandamente diciendo:
-Yo te amo y te deseo, y a ti solo, y sin ti ya no puedo vivir, y semejantes cosas con que las mujeres atraen a otros y les declaran sus aficiones y amor que les tienen. Así que tomome por el cabestro, y como ya sabía la costumbre de aquel negocio, fácilmente me hizo bajar, mayormente que yo bien veía que en aquello ninguna cosa nueva ni difícil hacía, cuanto más al cabo de tanto tiempo que hubiese dicha de abrazar una mujer tan hermosa y que tanto me deseaba; además de esto, yo estaba harto de muy buen vino, y con aquel ungüento tan oloroso que me había untado, desperté mucho más el deseo y aparejo de la lujuria. Verdad es que me fatigaba entre mí, no con poco temor pensando en qué manera un asno como yo, con tantas y tan grandes piernas, podría subir encima de una dueña delicada, o cómo podría abrazar con mis duras uñas unos miembros tan blancos y tiernos, hechos de miel y leche, y también aquellos labios delgados colorados como rocío de púrpura había de tocar con una boca tan ancha y grande, y besarla con mis dientes disformes y grandes como de piedra. Finalmente, que aunque yo conocía que aquella dueña estaba encendida desde las uñas hasta los cabellos, pensaba en qué manera había de recibirme. Guay de mí, que rompiendo una mujer hijadalgo como aquélla, yo había de ser echado a las bestias bravas que me comiesen y despedazasen, y haría fiesta a mi señor. Ella, entre tanto, tornaba a decir aquellas palabras blandas, besándome muchas veces y diciendo aquellos halagos dulces con los ojos amodorridos, diciendo en suma: «Téngote, mi palomino, mi pajarito», y diciendo esto mostró que mi miedo y mi pensamiento era muy necio, porque me abrazó fuertemente; y cuantas veces yo, recelando de no hacer daño, me retraía, tantas veces ella, con aquel rabioso ímpetu me apretaba y se allegaba a mí, tanto, que por Dios, yo creía que me faltaba algo para suplir su deseo, por lo cual yo pensaba que no de balde la madre del Minotauro se deleitaba con el toro su enamorado. Ya que la noche trabajosa y muy veladera era pasada, ella escondiose de la luz del día, partiose de mañana, dejando acordado otro tanto precio para la noche venidera.


En "Drácula", tenemos al ente demoniaco transformándose en sueños y pesadillas para tener acceso a jovencitas inocentes a las que mirar sus victorianos pechos "casi desnudos", y en "Las mil y una noches" tenemos toda clase de encantamientos como castigo por o para propiciar el ayuntamiento sexual.

Ya hemos hablado de los hombres que se convierten en sofás o canapés, de la picardía de Crébillon o Fougeret de Montbron. Y tenemos el acople de Pigmalión, que trata de una estatua hecha mujer por el deseo que causaba a su creador.

Dentro de éstas creencias de la transmutación de las almas (en animales o en objetos inanimados), he elegido algunas lecturas particulares, donde encontramos a organos sexuales como protagonistas de una historia. Si bien no se trata de historias eróticas, juegan con la obscenidad y la escatología para darnos su mensaje; sea éste la interiorización del ser en la sociedad actual, la ironía y sarcasmo social y político o la simple broma o chascarrillo para divertir al lector.

Disfruten, son lecturas bastante extrañas.

sábado, 8 de enero de 2011

Diez manzanitas tiene el manzano, de "Ofelia Dracs"

Ya había comentado en una ocasión que la literatura catalana me parece excelente; aquí tenemos un nuevo ejemplo: un libro que combina el erotismo con la comicidad. Diez manzanitas tiene el manzano es una obra asombrosa, ganadora del concurso "La sonrisa vertical" de 1979.

Cuando me enteré que Ofelia Dracs era un pseudónimo de un colectivo de escritores; y que  que tras éste curioso nombre había un buen grupo de reconocidos escritores que se dedicaban a darle valor a las letras catalanas (valor y lustre que ya tenían en mi opinión), me quedé asombrado.

El libro tiene un estilo y una coherencia que otras antologías no han tenido la dicha de lograr; y, aunque algo puede deberse a una buena traducción, definitivamente el haber rescatado el habla y el cachondeo catalán-urbano-clasemediero, le dan un aire que llegó a confundir al jurado. Yo sospecho que hubo un gran trabajo de edición conjunta, donde se intercalan palabras e ideas de varios cuentos para aparentar que se trata de un solo autor que escribe todos los cuentos sin lapsos de tiempo entre ellos.

El colectivo invitó a dos mujeres para colaborar, pero ellas rechazaron por distintas razones, por lo que dos de los autores completaron la colección de diez cuentos.....la verdad, me parece imposible adivinar cuáles.

La perra
Una prostituta "levanta" a un cliente y lo convence de ir a su departamento a divertirse, prometiéndole buenos precios y dejarle "los huevos secos como dos pellejos"...quizás hasta un trío con su amiga. La chica tiene un secreto ¿para perder la erección?

Chop-suey
Una divertida historia sobre acoso sexual laboral, mitos urbanos sobre cómo se manejan nuestros alimentos en las fábricas y un enigmático embarazo. Uno de los cuentos más divertidos.

Teresita-que-hacía-funcionar-la-vietnamita 
Una chica tonta, drogada, caliente y borracha es usada por sus amigos y maestros (léase que todos se la cogen) para obtener favores políticos.

Los pantalones
Ante un accidente con sus pantalones viejos, un hombre con un pene majestuoso usa unos pantalones que le aprietan de todos lados, especialmente de la entrepierna. Para su asombro descubre que la incomodidad también le desborda el deseo sexual.

Afrodisíaca bandera
Fantasías sexuales de un hombre en el baño. No tiene desperdicio, es un cuento gracioso y desparpajado.

Una perrita caniche
Un hombre rememora a su tía fotógrafa, quien solía sacarles fotografías eróticas a él y a su hermana cuando eran pequeños. También recuerda  a su última amante, recién muerta, para terminar excitado tirándose a su propia perra (¿existe el sexo consensual inter-especies?)

Eros, acimut tres
Si no fuera por el leve acento cómico del cuento, ni lo reseñaría. Un niño de 8 años está tratando de seducir a una mujer adulta para que lo masturbe como lo hace el padre de la iglesia. El problema con éste cuento es que nos quieren vender la idea de que un niño puede llegar a ver la pederastia desde una perspectiva naturalista, y no suele ser así.

El matasuegras
Un hombre con problemas de erección encuentra la salida a sus dificaultades mediente el suicidio. Pero no se irá sin hacer una última broma. La broma se le revierte, con el mensaje de que a algunas personas los persigue la mala suerte.

Crepuscular
Una historia muy distinta a las otras, más íntima y menos corporal, sobre un viejo que se enamora de una colegiala, tratando de seducirla y de conservarla intacta y siempre joven. Interesante, cruda y distinta

Las tres señales
Un curioso cuento de la vida cotidiana en dos realidades: una de un hombre tímido y correcto y otra de un galán hipersexual. Se supone que una de las realidades es una historia para un concurso de literatura erótica, y el otro es la realidad de un corrector. Muy divertido el concepto, al final no sabemos cuál es el cuento y cuál es la realidad, pero el autor hace un guiño al lector y a los jueces de "la sonrisa vertical": quiere ganar el concurso.



Un solo empujón reventó la puerta con gran lujo de bisagras superando el freno de la cabeza de los tornillos y el seco chasquido del pomo de la cerradura, que saltaba por entero. La cremallera de la bragueta ya estaba bajada.
–¡Manos arriba, esto es una violación!
En la calle, la tarde se derrumbaba con la mansedumbre pegajosa típica de las grandes urbes amortecidas bajo la húmeda sábana de emanaciones contaminadoras.
–¿Cuándo tuviste la última regla?
Los muslos recién bronceados temblaban junto al periódico mal doblado en las páginas del Atracador del siglo: Un hombre y dos mujeres se apoderan de 14 millones de la caja... Nerviosas miradas al reloj.
–Te aconsejo por tu bien que no grites ni chilles, si colaboras no te pasará nada malo, todo irá bien.
René Magritte, de cara a la pared, simulaba que era el mismo cuadro que pintaba, con abrigo y sombrero negros y nuca de seminarista.
–Venga, sácate toda la ropa y déjala sobre la mesa.
El extremo del cordón del teléfono ya estaba desprendido de la pared. La revista estaba abierta por el desplegable central, una corriente de aire le hizo mover ligeramente los brazos hacia la ventana abierta de par en par.
–¡Quieta! No juegues, deja las heroicidades para las películas. Échate al suelo. No, mejor sobre la alfombra, no quiero que pienses que todos los violadores somos unos hijos de puta, no quiero actuar como si fueras la ninfómana de la Adela o la golfa de la Engracia. Sus coños son inmensos, sobre todo el de la Engracia; palacios con calefacción central, manantiales vitales, laberintos del olvido, ríos de carcajadas, embudos de la memoria, las bocas más elocuentes, los labios más sazonados, coños cósmicos capaces de autodigerirse.
Un televisor conectado subía por el patio de luces con sonidos de chistes baratos y lubricantes de uso doméstico. Cuatro franjas rojas sobre fondo amarillo componían la arrugada bandera que pretendía adornar la gran pared frontal; la combinación de colores más perfecta y afrodisíaca.
–Sé que tienes tus derechos, como también sé que yo tengo los míos, y que, aunque te parezca lo contrario, no son antagónicos. ¡Vamos, ábrete!
Su campo visual descendió al plano atmosférico.
–Un día la Engracia me llenó el pene de besos, no había manera de que pasase a más. Pero no te creas que era cosa de manía, para cubrir el expediente, porque conté más de cincuenta.




Perversógrafo: Sexo vaginal y oral, masturbación, tríos, orgías, prostitución, violación, pederastia,
anticlericalismo, menstruación, incesto, sexo precoz, necrofilia, zoofilia, jueguetes sexuales (botellas, crema batida, matasuegras, muñecas inflables, melones), fantasías (violación, soplar en el ano, meter los dedos, sexo oral homosexual, sangre menstrual), voyeurismo, irrumación, vómito, sexo en público (parques, retaurantes, transportes, playas) sexo con inválidos.



Diez manzanitas tiene el manzano
"Ofelia Dracs"
Abril 1980
La Sonrisa Vertical SV 21
ISBN: 978-84-7223-321-8
200 pág.


martes, 4 de enero de 2011

Encyclopedia of erotic literature de Gaëtan Brulotte y John Phillips

Si te vas a tirar al vacío desde un avión, usas un paracaídas. Si vas a meter la pilinga en un agujero desconocido te pones un condón. Si te vas a meter a la política te extirpas el cerebro. Si aún sin saber ni madres, vas a escribir un blog sobre literatura erótica necesitas éste libro.

Hay razones para pensar que no es un libro destinado al público en general, definitivamente son ejemplares para bibliotecas. La edición es en dos libros de tapa dura que tienen mas de millar y medio de páginas y pesan sus buenos cuatro kilos y pico.....no es una lectura para la hora de dormir porque te puedes fracturar algo si al quedar dormido te cae encima.

Además, para adquirirlos le tienes que perder el cariño a casi 4,000 pesos, algo así como 320 dolares o 240 euros (eso si los encuentras). Yo, que pertenezco a esa especie en extinción llamada "Clase Media", no me puedo dar el lujo de adquirirlo (si puedo, pero tengo mis prioridades), pero eventualmente aparece y desaparece en Google Books, scribd, rapidshare, etc. una versión electrónica, que como trae búsqueda.......es una delicia.

Para compilar sus mas de 500 entradas se tuvieron que invertir 6 años de trabajo de 400 personas de distintas universidades alrededor del mundo. El libro no es una antología de la literatura erótica, ni un extracto de obras (aunque los tiene); es una verdadera enciclopedia de consulta.

Es un trabajo serio, una referencia que contiene trabajos eróticos clásicos, géneros literarios (poesía, antigüedad, drama, novela), culturas (japonés, árabe, Tailandia, etc), temas (nudismo, prostitución, muebles), autores (no necesariamente eróticos)

Todo tipo de sexualidad esta incluida, sugerencias, picaresca, sexo explicito, romance, etc. Todo tipo de obras de los últimos 4000 anos. Cada entrada tiene una extensión de mil a 8 mil palabras, de media página a 10 páginas.

Cada trabajo es objetivo, con su trama mínima, algunos ejemplos descriptivos y un análisis sin juicios morales o políticos. Nos muestra la variedad y la complejidad de la literatura erótica y sus géneros a través de los tiempos.

Esta es una enciclopedia en dos volúmenes, con información comprensiva y punto. Es una obra maestra que comienza y termina con un increíble y extenso índice de referencias cruzadas.

Árabe edad media al siglo 19, literatura haitiana, persa, gay, hermafroditismo, grissettes, pechos, bestialidad, manuales sexuales chinos, drama, Saikaku, Bataille, Nabokov, Depestre, Gombrowicz, Jong, Jelinek, Vallejo, Kawabata, Reich , Al-Nafzawi, Obayd-e Zakani, Shakespeare, Bright, Theotokis, Valdés, D.H. Lawrence, Kamasutra, Jin Ping Mei, Fanny Hill...........ustedes pidan.

No me atrevo a decir que existe una versión electrónica en PDF circulando por allí en la red, pero si existiera seria indispensable para un bloguero como yo.

Ejemplo:

APHRODISIACS

Named after the Greek goddess of love, Aphrodite, aphrodisiacs are substances consumed before or during lovemaking which are thought to enhance desire and pleasure. Scientists often question whether the supposed effects occur with any regularity, but erotic literature does not reflect those doubts.
In erotic stories, irritants usually have an aphrodisiacal function. The most striking in this regard, referred to regularly from the eighteenth century onward, is cantharides, often called "Spanish fly." It is not in fact a fly at all, but a small black beetle, Cantharis vesicatoria, which is crushed into a black powder and swallowed.
Cantharides has in fact long been known to be quite dangerous. Even in very small doses, it causes burning of the urinary tract. The great French Encyclopedie of the eighteenth century calls it a poison. But there was erotic appeal in absorbing small quantities of poison, and the burning sensation within was taken to be a powerful sign of desire.
In libertine novels of the mid- to late eighteenth century, cantharides is just one of a class of substances used. Amber was another, as was aniseed. Diabolini, from Naples, were dark, small, and hot. In general, according to the literature of northern and western Europe, the warm, Mediterranean countries were the natural sources of almost everything aphrodisiacal. In the novels of writers such as Andre´a de Nerciat, cantharides and diabolini are served up in libertine festivities as bonbons, or sweets. He calls them "charming poisons." But during the nineteenth century, the poisonous aspect became progressively more important, at the expense of the charm. There is in fact an escalation in the literary use of aphrodisiacs, and an aggravation
of their effects. A powerful myth attributes the origins of the whole thing to de Sade. The young marquis had caused a scandal in 1772, in Marseilles, by giving black confectionery to some prostitutes, who became ill as a result. In the eyes of aristocratic libertines, and even in the view of de Sade’s virtuous wife, this was only an unfortunate miscalculation of effects. But for the many writers of the nineteenth century who were haunted by de Sade’s image, aphrodisiacs, and cantharides in particular, were the very substance of his influence. The diabolical marquis could thus be blamed (or credited) for disseminating through France, and thence through Europe, the black substance of poisonous desire.
The connection between sexual excitement and the risk of death by poison is made, for example, in Alfred de Musset’s Gamiani, ou deux nuits d’exce`s (1833). Cantharides is used there as a stimulant, along with others, during an orgy involving a group of nuns. But the story’s conclusion goes beyond this, as Gamiani,
desperately seeking a remedy for chronically unsatisfied desire, brings about her own end with a
‘‘burning poison’’ which causes her to die in a violent spasm of pleasure. In the course of the
nineteenth century, the role of aphrodisiacs in French erotic stories evolved further.
Toward the end of the century, there was an increasing preoccupation with links between sexuality
and illness, and many novels on the generic borders of erotic literature managed to represent
desire and pleasure while also expressing anxiety about their effects on the characters’ health.
There were more drastic venereal health concerns in the late nineteenth century, most notably the
widespread presence of syphilis. But everyday erotic literature paid great attention to diet. Hot things were now often sourced to the Orient, rather than the Mediterranean. Chili, curry, pepper,
cummin, even peppermint were all said to have the dangerous effect of heightening desire
by gnawing away at the body from within.
Under the effects of spicy diets, characters came to suffer from a desire too acute to be satisfied by any standard forms of pleasure.
Drugs such as ether were also said to contribute to the same effect, producing pathological desire that could result eventually in death.
Certain women, especially of the East, were talked about as being dangerous to European men because their breath, their touch, their perfume, their very substance were thought to be erotically contagious. For fearful and excited writers of the fin-de-sie`cle, Oriental women were often seen as walking aphrodisiacs. Even for the anxious and the prurient, there was a thrill in aphrodisiacs, but it was, as literally as possible, the thrill of playing with fire, the intimate thrill of putting fiery substances inside one’s body.
PETER CRYLE

Further Reading
Cryle, Peter. ‘‘The Substance of Desire: Towards a Thematic History of the Aphrodisiac in Nineteenth-
Century French Fiction,’’ Nottingham French Studies 37/1 (Spring 1998): 27–49.
Lever, Maurice. Donatien Alphonse Franc¸ois marquis de Sade. Paris: Fayard, 1991.
Taberner, Peter V. Aphrodisiacs: The Science and the Myth. Philadelphia: University of Pennsylvania
Press, 1985.
Novels of the nineteenth century in which aphrodisiacs play a role include:
Belot, Adolphe. Mademoiselle Giraud, ma femme. Paris: Dentu, 1870.
Besse, Louis. La Fille de Gamiani: journal d’une prostitue´e. Paris: Albin Michel, 1906.
Dubut de Laforest, Jean-Louis. ‘‘Mademoiselle Tantale,’’ in Pathologie sociale. Paris: Dupont, 1897.
Duo, Pierre. Inassouvie. Paris: Brossier, 1889.
Joze, Victor. La Cantharide. Paris: Fort, c.1900.
Maizeroy, Rene´. Deux Amies. Paris: Havard, 1885.
Musset, Alfred de. ‘‘Gamiani, ou deux nuits d’exce`s,’’ in L’Erotisme romantique, edited by J.-J. Pauvert. Paris: Carrere, 1984.
Reschal, Antonin. Le Journal d’un amant. Paris: Offenstadt, 1902.


Encyclopedia of erotic literature
Gaëtan Brulotte y John Phillips (ed)
septiembre 2006
Routledge; 1 ed.
ISBN10: 1579584411
ISBN13: 978-1579584412
1616 pág.
11.4 x 8.8 x 4 ", 2 vol.

lunes, 3 de enero de 2011

Derechos de autor, dominio público y la shing....

En varias ocasiones me he referido a que "una obra ya está en dominio público". Eso no tiene nada que ver con dominación ni con hacer cochinadas en público....me trato de explicar.

En la mayoría de los países del mundo, se protegen los derechos de autor en las leyes. Si una persona o grupo hace una creación literaria, fotográfica o artística (musical, software, etc), tiene derecho a explotarla comercialmente con exclusividad por un período de tiempo, y tiene derecho a heredarla a sus legítimos herederos para su explotación comercial póstuma.

Una vez que ha pasado el tiempo establecido por la legislación, cesan los derechos patrimoniales de la obra, aunque se conservan los derechos de atribución. Esto significa que el libro de "Mamadas, de Juan de la Chingada" puede copiarse, imprimirse o distribuirse libremente sin soltarle dinero a los herederos de "Juan de la Chingada", a condición de que se le siga atribuyendo la autoría.

Ahora, para nuestro pesar, Juan de la Chingada murió en 1900, imprimió su libro "Mamadas" en 1899, así que desde 1950, 1960, 1970 o 1975, (depende del país) toda su obra pasa a dominio público. Resulta que en 1901, la obra fue traducida por "Matusalén Perengánez" al Esperanto. Matusalén vivió hasta avanzada edad y murió en 1950. ¿Qué sucede con la traducción? ¿Está en dominio público?

En Bolivia, URSS, Panamá,  Uruguay, etc;  están en dominio público desde el 2000.
En la India, a partir del 2010.
En Dinamarca, si es una libro de fotografía desde el 2000, pero si es de texto hasta el 2020.
En España, Brasil, Ecuador, etc, estará en dominio público a partir del 2020.
En Canadá estará en dominio público en el 2025. En Argentina hasta el 2021 y en México en el 2051.

Entonces....¿Cuando debe haber muerto un autor o traductor para que su obra esté en dominio público?

Bolivia, Rusia, Uruguay y un largo etcétera:  50 años
India: 60 años
Dinamarca, Brasil, Ecuador, casi todo Latinoamérica y la mayor parte del mundo: 70 años
España    80 años para los difuntos anteriores a 1987, 70 años para los posteriores
Canadá: 75 años
México 75 años para los anteriores al 23 de julio 1928, 100 años para los posteriores (de aquí a 2023 no hay adiciones a autores en dominio público)

Qué hueva, ¿Verdad?

El punto aquí es que, para todos aquellos que quieran leer un poco más de los libros reseñados aquí, pueden pasar a la sección "Rincón de Lectura", que si bien no tiene el formato más cómodo para leer, al menos puede servir como referencia en ciertos casos.

Esos libros no están alojados en éste sitio, sino que están regados por todo "el infernet", la mayor parte están en dominio público, o los propietarios dieron el permiso de publicación.

Dicho esto............alguien haga el favor de poner disponible la colección de Joaquín López Barbadillo.....porfas.

sábado, 1 de enero de 2011

Fanny Hill de John Cleland

Quiero empezar bien el año......vamos a volver a las lecturas clásicas (¡Nooooooooo!.......¡sí!, y se chingó).

En la literatura libertina, no creo que haya una novela que haya suscitado el escándalo y la cantidad de prohibiciones que acumula Fanny Hill. Este libro ha sido prohibido en la mayoría de los países de habla inglesa hasta fechas bien recientes.

Escrita anónimamente por John Cleland mientras estuvo encarcelado por deudas, se supone que nunca le retribuyó grandes beneficios económicos a su autor (20 guineas) ni al impresor. El libro salió a la luz en dos partes, en 1748 y 1749 respectivamente, pronto cayó sobre el libro la censura gubernamental. El libro siguó imprimiéndose en ediciones pirata, muchas veces sin los capítulos de homosexualidad masculina, incluso hay una edición "no pirata" de Cleland, pero completamente expurgada. Cleland fué posteriormente "maiceado" para que dejara de escribir cochinadas y se hiciera una especie de periodista oficial, cronista o no sé qué vaina.

El libro está basado en una historia real de una prostituta de 17 años: una tal Frances Murray.  ¿Porqué la polémica del libro? ¿Porqué la censura hasta bien entrado el siglo XX?

¿Es por su sucio lenguaje? ciertamente que no, la protagonista relata en primera persona sus vivencias sexuales (y no sexuales) con un prosa cuidada, políticamente correcta y llena de eufemismos "nido de amor", "dardo", "estoque", "un calor que se acumulaba agradablemente" así que no es esa su obscenidad.


La conciencia de que pertenecía a mi supremo amado me agitó con tanto placer y me trastorno tanto el alma que congregó todos sus jugos sensibles en aquel órgano del gozo concebido para acogerlo. Concentrados allí como en un crisol, fulgían y ardían con intensísimo clamor; se habían, en suma, tensado tanto los resortes del placer que, de tanto jadear en espera del inminente gozo, me encontraba mareada de deseo e incapaz de soportar la combinación de las dos ideas diferentes que deliciosamente me aturdían.
Lo único en que podía pensar era que me encontraba a la vez en contacto con el instrumento del placer y con el gran sello del amor, y eran estas ideas que, al confluir , derramaban un océano de embriagadora dicha dentro de una frágil ánfora, demasiado pequeña para contenerlo, y me dejaban abrumada, absorta, perdida en una sima de gozo y agonizante de desmedidas delicias.

¿Es por tratar el tema de la prostitución? no exactamente, hasta el último par de capítulos,  Fanny ha tenido unos siete u ocho amantes (algunos más que nunca la penetraron), un par de ellos de única ocasión, el resto hombres que la mantenían a cambio de sexo (suena a algunos matrimonios que conozco)....para tratarse de una prostituta, no es demasiada promiscuidad.

¿Es por las costumbres sexuales de la protagonista? no exactamente, ella desprecia la homosexualidad, toda clase de sexo anal le parece antinatural y prácticamente todos los acoples se hacen en la postura del misionero, vaginalmente y sólo excepcionalmente hay otro tipo de sexualidad, casi siempre en el ámbito de violencia sexual. No hay felaciones ni cunilinguo descriptivo, no hay calentamiento.

Yo me explico las prohibiciones por dos motivos: en primer lugar Fanny disfrutaba el sexo, y al contrario de las novelas de la época, nunca estuvo atada a la miseria, después de dos o tres años tiene reunida una pequeña fortuna y encuentra el amor, la posición social y la felicidad......ese el verdadero pecado del libro.

Frances Hill es una jovencita alta y pelirroja de 15 años (ya saben, en aquella época el pelo rojo era símbolo de lujuria); tan sólo su nombre ya le marca: Fanny es el nombre vulgar de la vulva, y Hill hace referencia a los pechos.

El libro está escrito en primera persona como un intercambio de largas cartas de Fanny Hill hacia una mujer desconocida. Fanny es una muchacha de 15 años que ha quedado huérfana, que tiene una educación rudimentaria y que es increíblemente hermosa. Esther, una amiga del pueblo, la invita a ir a Londres a buscar fortuna. Tan pronto llegan, la presenta con una mujer que tiene una tienda de modas y la abandona (yo sospecho que al autor quiere significar que "la vende").

La Señora Brown tiene un burdel clandestino, así que asigna a una compañera para que comience con la seducción, suponiendo falsamente que Fanny es una prostituta inexperta. Pronto Fanny es asignada a un viejo impotente, quien intenta violarla. Fanny grita y es rescatada, entonces es que se dan cuenta que la chica vale mucho más por ser virgen.

Fanny es separada para ser vendida a un rico Lord, quien no llega a desvirgarla. Después  de recuperarse, observa a la señora Brown tener relaciones con un hombre musculoso mientras se masturba, su lesbiana y amable compañera va explicándole los principios de toda prostituta: embarazo y anticoncepción, sexo anal y otras prácticas. Así, observando y practicando con su compañera, Fanny se va despertando hasta que una semana después conoce a un joven de 19 años que llega a la casa acompañando a sus amigos. Fanny se enamora del tal Charles, al grado de escapar de la casa con él hacia un hotel en las afueras de Londres donde viven su luna de miel haciéndose pasar por recién casados.

Así, Charles paga la tarifa a la señora Brown y la lleva a su apartamento. Ella se instruye para estar a la altura, llega a embarazarse de él; hasta piensan en casarse. El padre de Charles los descubre y envía a su hijo al extranjero. Ella aborta del dolor de perderlo y regresa a casa de su matrona.

Pronto ya la han vendido a un tal Señor H., un chango peludo y millonario quien la hace beber un afrodisiaco y le hace descubrir que el sexo es un camino al placer y no al amor. El señor H. le pone casa, vestidos, joyas, etc. Después de algunos meses, ella descubre que él no le es fiel, así que decide pagarle con la misma moneda y se fornica al joven sirviente de 19 años (quien posee una vergota desde aquí hasta allá).....pero claro, los descubren y la echan a la calle.

Fanny es recomendada a otra matrona, una tal Cole, quien tiene un burdel donde hace nuevas amistades. Conoce chicas de todos los sabores y de todas las mañas que uno pueda imaginar. Conocemos las historias de las chicas y sus detallados acoplamientos. Por necesidad, por orfandad, por ignorancia o por deseo, el mundo de la prostitución parece querer ser explicado por Cleland.

Un tiempo después, Fanny participa en una orgía (una muy ordenada, debo decirlo) con cuatro hombres y tres chicas. Uno de ellos (joven guapo, bueno y simpático) pasa a ser su protector hasta que tiene que mudarse a Irlanda. Fanny cae en las garras de un tal Norbert, quien es todo lo contrario: borracho, drogadicto, impotente y violento, quien tiene fantasías de violación. Fanny se entrega voluntariamente al acople más raro del libro: un marinero violento que la maltrata e intenta violarla por detrás.

Norbert muere y Fanny pasa a los brazos de un rico masoquista quien requiere que lo pongan rojo y sangrante antes de poder excitarse, luego con otro sujeto quien se excita con el cabello y los guantes. después de éstos locos, ella decide vivir un tiempo de sus ahorros y evitarse más problemas.

Hay unas escenas de trasvestismo y homosexualidad, que parece que en su época fué lo que causó mayor molestia y prohibiciones. Fanny y una amiga son contratadas como acompañantes veraniegos de un par de caballeros en su casa de campo, tenemos aquí sexo más bucólico y tranquilo. Los padres de Emily la encuentran, e, ignorantes de su situación de prostituta, la invitan a vivir con ellos nuevamente, lo cual ella acepta.

Fanny tiene la suerte de encontrar un hombre bueno que la adopta sin intenciones sexuales, y al morir le deja su pequeña fortuna. A los 18, Fanny comienza a buscar a su amor Charles, a quien nunca ha podido olvidar. Un accidente en la carretera la hace toparse con él, quien está de regreso hacia Londres.....bueno, y vivieron felices por siempre jamás, o algo así.

Un libro muy bueno, que no ofenderá con su estilo literario. Es un clásico.....ni siquiera esperen mi opinión, búsquenlo y léanlo, al menos para tener una referencia de la primer obra erótica compleja escrita en idioma inglés.








Perversógrafo: sexo vaginal, cunilinguo, prostitución, homosexualidad, voyeurismo, exhibicionismo, flagelación, masturbación, lesbianismo,  violación,  infidelidad, virginidad, menores, orgias, masoquismo, fetichismo de cabello y manos, , bisexualidad, travestismo, violencia.

Fanny Hill, memorias de una mujer de placer
Cleland, John
Perymat, colección Letras Mayúsculas, 2007
ISBN: 9788497649209
222 pags.